Caleidoscopio

Un amor de verdad

Plaza de la Independencia, en Montevideo.

Plaza de la Independencia, en Montevideo. / 123RF

Julio Llamazares

De Idea Vilariño, la poeta uruguaya «de lento mirar verde» (Juan Ramón Jiménez) cuya historia de amor con Juan Carlos Onetti ha inspirado la última novela de Antonio Muñoz Molina, llama la atención el nombre, regalo de un padre anarquista de origen gallego que bautizó a sus hijos con nombres utópicos: Alma, Azul, Idea, Poeta y Númen, pero sobre todo su personalidad, manifestada desde muy joven y que la convirtió en un referente de la literatura latinoamericana y en un icono de la liberación de la mujer en su país. Su vida y su poesía, íntimamente unidas, constituyen un monumento a la independencia y una oda a la libertad y al amor, que Idea vivió con igual pasión hasta el final de sus días. Sobre todo el amor a Juan Carlos Onetti, que sobrevivió a 50 años de separación y que sobreviviría incluso a la muerte de ambos. Su poema Ya no, cuyo último verso da título a la novela de Muñoz Molina, lo muestra con una claridad que sobrecoge tanto como maravilla: «…Ya no soy más que yo/ para siempre y tú/ ya/ no serás para mí/ más que tú. Ya no estás/ En un día futuro/ no sabré dónde vives/ con quién/ ni si te acuerdas/ No me abrazarás nunca/ como esa noche/ nunca/ No volveré a tocarte/ No te veré morir».

La separación de Idea y Juan Carlos Onetti no lo fue del todo, no obstante, pues, a pesar del tiempo y de la distancia (ella en Montevideo y él exiliado en Madrid, donde moriría en 1994, quince años antes que Idea), mantuvieron siempre el contacto, incluso cuando el autor de El astillero ya se había casado con Dorothea Muhr, Dolly, su cuarta mujer y la que le acompañaría, ella sí, hasta el final.

Incluso se vieron en una ocasión en un hospital de Montevideo, donde Onetti estaba ingresado por depresión. Pensaban que se moría e Idea se presentó en el centro y Dolly, que en todo momento supo que la relación entre los dos antiguos amantes seguía existiendo (Onetti le dedicó a Idea su novela Los adioses e Idea a él Poemas de amor, al que pertenece el célebre Ya no) los dejó solos en la habi-tación.

Lo cuenta la propia Idea en uno de los testimonios más desgarradores que de un amor suspendido en el tiempo y de la desesperación por su pérdida se puede leer: «Me levanté y quise tocarlo, tocar su mejilla con la mía. Apenas llegaba a él cuando me agarró con un vigor desesperado y me besó con el beso más grande, más tremendo que me hayan dado, que me vayan a dar nunca, y apenas comenzó su beso, sollozó, empezó a sollozar por detrás de aquel beso, después del cual debí morirme».

No toda historia de amor es así, pero cuando uno conoce lo que Vilariño cuenta de la suya sabe que está ante una historia de amor de verdad, una historia de esas que sobrevive a la muerte porque sobrevive a sus protagonistas y queda en la eternidad.

Y ello a pesar de lo que vaticinaba el poema Ya no, ése que Idea le escribió a Juan Carlos Onetti para despedirse de él: «Ya no/ Ya no será/ ya no,/ no viviremos juntos/ no criaré a tu hijo/ no coseré tu ropa/ no te tendré de noche/ no te besaré al irme/ nunca sabrás quién fui/ por qué me amaron otros/ No llegaré a saber/ por qué ni cómo nunca/ ni si era verdad/ lo que dijiste que era/ ni quién fuiste/ ni qué fui para ti/ ni cómo hubiera sido/ vivir juntos/ querernos/ esperarnos/ estar…».

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