Sol y sombra

Deslealtad

El expresidente del Gobierno, Felipe González (i), y el exvicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra (d), durante la presentación de su nueva obra 'La rosa y las espinas', en el Ateneo de Madrid, a 20 de septiembre de 20213, en Madrid (España).

El expresidente del Gobierno, Felipe González (i), y el exvicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra (d), durante la presentación de su nueva obra 'La rosa y las espinas', en el Ateneo de Madrid, a 20 de septiembre de 20213, en Madrid (España). / Jesús Hellín - Europa Press

Luis M. Alonso

Luis M. Alonso

Para desacreditar a los padres refundadores del socialismo obrero español, Ferraz plantea dónde estaban Felipe González y Alfonso Guerra el 28M y el 23J. ¿Dónde tenían que estar?, pregunto yo. El expresidente del Gobierno ya lo dijo: votando al PSOE de Sánchez, no sin que le costase hacerlo. Claro que tenía que haberse percatado de lo que estaba votando puesto que no desconoce el percal. Eso no impide ahora que tanto él como Guerra y otros dirigentes de la vieja guardia se rebelen contra la anunciada amnistía para evitar el chantaje encabezado por un delincuente prófugo de la justicia y por consiguiente el desprecio deliberado del sistema que nació de la Transición.

No vale frivolizar ironizando con esto de si España se rompe o no. Puede que no suceda así en el sentido literal de la expresión, aunque ya tengo mis dudas, pero sí está en vías de ruptura el proyecto común que debería unir a los españoles en términos de igualdad jurídica y económica. De tanto tensar la cuerda, peligra más que nunca la convivencia social, y la democracia encuentra cada vez una mayor amenaza en las minorías que intentan imponer sus condiciones para la gobernabilidad.

No se cuidan las maneras. Los pinganillos se reparten en el Congreso incluso antes de que la reforma exprés para las lenguas cooficiales se produzca. El PSC le ha ofrecido a Puigdemont una Hacienda federal para Cataluña en un Estado autonómico y cuando aún no existe el federalismo. La amnistía ya está pactada, parece ser, según el propio Junqueras, antes que los jueces se pronuncien sobre su constitucionalidad. Su inconstitucionalidad, más bien. Sánchez sigue sin sentirse preso de sus palabras, va adelante con todo. Ya dice que el 1-O no debería haber sido juzgado, situándose a la altura de Pablo Iglesias, cuando primero sostuvo que aquello era una rebelión y que nadie está por encima de la ley. Ha cambiado nuevamente de opinión. Pero para el sanchismo, los desleales son Felipe y Alfonso.

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