Reseteando

Habla canaria: menos es más

Noemí Santana, candidata de Sumar al Congreso por Las Palmas

Noemí Santana, candidata de Sumar al Congreso por Las Palmas / José Carlos Guerra

Javier Durán

Javier Durán

El oportunismo de la diputada Noemi Santana al expresar por las redes sociales su afectación por la no comparecencia de la lengua aborigen en el Congreso es un posado, y nada más. No hagamos el ridículo, por favor. Esa frustración frívola, infantiloide y desnortada (leer su depósito en LA PROVINCIA del pasado 21 de septiembre, página 19) frente al protagonismo del euskera, el gallego o el catalán en la Cámara Alta no procede. Una cuestión como la reconversión de la sociedad canaria tras la Conquista, en un proceso de varios siglos, no puede despacharse de la misma manera que un vecino afligido opina sobre lo malo que es enamorarse en invierno, con demasiada humedad.

La pérdida del material idiomático, fuese como fuese, con o sin mitos, proviniese de donde proviniese, debe constituir un episodio tan importante como el hecho de que otros lenguas cooficiales se hayan mantenido en el tiempo, hasta el punto de poder estrenarse con fastos en la reconocida como etapa plurilingüista. No interesan los lamentos ni las pérdidas de energía por una historia imposible de revertir y que por imposición y socialización acabó diluida en un mar de influencias. Ni tampoco como una minusvalía que nos coloca en situación de inferioridad frente a otros pueblos.

Realmente interesa hacer patente de que en Canarias existe un potente caudal de expertos e investigaciones, de las más relevantes del continente europeo, dedicadas desde finales del XIX (el embrión del Dr. Chil y otros) a indagar sobre las particularidades de los primeros pobladores canarios, entre ellas, como no, su habla. Pero también la genética, literatura, mestizaje, historia, arqueología, botánica, arte, antropología, etnología, filología, arquitectura, musicología, folclore... Frente al quejido lastimero de la extinción de un pueblo (por conquista y por pacto), está este gran acervo; es cierto que poco útil en el firmamento político donde los nacionalismos están en su espectáculo preferido a bordo de la tribuna parlamentaria.

Más allá de estos fuegos artificiales, y de la picazón por no poder estar en el mismo, los representantes públicos deben esforzarse por apoyar y trasladar a los foros nacionales e internacionales esta tradición investigadora, muy arraigada en los centros universitarias, bien es verdad que por el entusiasmo y la entrega de personalidades académicas, algunas todavía en condición de eméritos, otros a punto de jubilarse. Esperemos que tengan herederos que sigan sus pasos.

Puede resultar paradójico, sobre todo para el que profesa o profesó el idealismo de la autodeterminación, pero el enriquecimiento cultural del Archipiélago canario viene dado por lo que no fue. Aquella sociedad tribal resultó dominada y asimilada, y el gran reto de Canarias es saber cómo ocurrió, qué pasó en cada isla, cómo se conservaron algunos códigos aborígenes en la sociedad rural, cómo sobrevivió el viejo mundo entre los conquistadores, cómo fueron tratados, qué ocurrió con los que pasaron a ser esclavos, qué fue de los deportados a la Península...

Este pluringüismo deber ser un acicate para que Canarias enarbole sin complejos su historia, por supuesto que con la leyenda negra de más de más de un crápula que ejerció su omnipotencia. Repetimos, hay un río desbordante de trabajos que los gestores culturales públicos canarios se resisten a apoyar desde la seriedad, sin el propósito de poner fin a la precariedad con la que ejercen sus autores. Se echa en falta una sistematización de los conocimientos. Y se palpa en las redes un exceso de contenidos carentes de cientificidad, espoleados por aficionados que poco a poco copan las audiencias. Corresponde actuar a los poderes públicos para evitar falsedades e inventos sobre las Islas, que los hay hasta sobre su gestación geomorfológica. Tenemos que hacernos valer entre la apuesta plurilinguística.

Suscríbete para seguir leyendo