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La solución de dos Estados

Quinto día de tregua de Israel y Hamás en Gaza mientras siguen soltando rehenes por presos

Quinto día de tregua de Israel y Hamás en Gaza mientras siguen soltando rehenes por presos

Antonio Papell

La creación de dos estados en Israel no es una ocurrencia reciente, ni siquiera un logro de los sucesivos intentos de pacificación: el mandato fundacional de Israel se asienta sobre esta base, que no debería discutirse.

En efecto, la cuestión de Palestina se planteó ante la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1947. En la resolución 181 (II), la Asamblea decidió dividir Palestina en dos Estados, uno árabe y otro judío, con un régimen internacional especial para Jerusalén. Después de la guerra de 1948, la Asamblea, en su resolución 194 (III) de 1949, estableció la Comisión de Conciliación de las Naciones Unidas para Palestina para ayudar a las partes a alcanzar una solución definitiva, reafirmando al mismo tiempo los derechos de los refugiados palestinos al regreso y a la restitución.

En 1967 se aprobaba por unanimidad del Consejo de Seguridad la Resolución 242, consecuencia de la guerra de los seis días, que establecía el principio paz por territorios: Israel regresaría a sus fronteras originales y los Estados de la región reconocerían su derecho a existir y a la seguridad.

En 1974, la cuestión de Palestina volvió a figurar en el temario de la Asamblea General. En la resolución 3236 (XXIX) se reafirmaron los derechos inalienables del pueblo palestino a la libre determinación, la independencia y la soberanía nacionales y el derecho de los palestinos a regresar a sus hogares y a sus propiedades. En 1975, la Asamblea creó el Comité para el Ejercicio de los Derechos Inalienables del Pueblo Palestino. El 29 de noviembre de 2012 la Asamblea concedió a Palestina, un Estado nonato, la condición de Estado observador no miembro en las Naciones Unidas.

El conflicto, sin embargo, no se ha relajado con le tiempo sino al contrario. Israel ha emprendido un camino de radicalización interna que ha pasado por el ingreso en el gobierno de fuerzas ultraortodoxas que cierran absolutamente el paso a cualquier solución que intente ofrecer un statu quo aceptable a los palestinos. Y mientras los palestinos han tenido que soportar el peso opresivo de una ocupación cada vez más rígida, Israel extendía sus asentamientos y los dispersaba por los territorios ocupados, lo que dificultaba manifiestamente cualquier vuelta atrás para dar cumplimiento a la separación física de los dos estados. La comunidad internacional, entretenida en otros menesteres, se ha desentendido del problema y los palestinos han ido viendo con alarma como buena parte de la comunidad islámica establecía lazos con Israel, a pesar de que el destino de la población Palestina se ennegrecía día tras día. El acercamiento entre Arabia Saudí e Israel debió colmar el vaso de la paciencia palestina. Y estalló la brutal reacción terrorista contra Israel del 7 de octubre, que lógicamente ha sido respondida con la misma intensidad, aunque con un arsenal mucho más sofisticado y destructivo, por las víctimas del ataque. Lo más necesario ahora sería, además de hacer la paz, que los Estados Unidos y la Unión Europea reconocieran su dolosa pasividad en este asunto, que en el fondo es todavía una consecuencia negativa, una más, del proceso de descolonización.

El ex primer ministro sueco Carld Bild acaba de escribir que para evitar la «guerra eterna» hay que «tomar medidas decisivas hacia una solución de dos Estados». Un esfuerzo así se enfrenta con «obstáculos enormes, entre ellos el aumento del apoyo de la violencia entre los palestinos que se han frustrado hasta la desesperación» y «la inclusión de colonos judíos fundamentalistas en el actual gobierno israelí». La clave para superarlos es utilizar la perspectiva renovada de una solución de dos Estados para galvanizar a las fuerzas moderadas de ambos lados».

Raja Kalidi, director del Instituto de Investigación de Política Económica Palestina, plantea un grave problema para esta solución: «la creación de un estado palestino viable requiere una economía plena viable», lo que es imposible después de la gran destrucción de Gaza. Pero, si hay voluntad, todos los obstáculos pueden vencerse. Después de todo, seis años después del fin de la más brutal y universal de las guerras que ha padecido el mundo, se firmaba en 1951 el Tratado de París, del que nacería la Unión Europea. Si se quiere, se puede.

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