PISA, IA y Educación: ¿Evolución o involución?

La UE y la IA

La UE y la IA / La Provincia

Gustavo Moiche Das Neves

El pasado 5 de diciembre fue publicado el Informe Pisa, (Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes) que para aquellas personas que no lo sepan es, resumidamente, una iniciativa que evalúa de forma sistemática lo que los jóvenes saben en tres áreas: matemáticas, ciencias y comprensión lectora, y lo que son capaces de hacer al finalizar la ESO.

Ahora, como lo que está/estás leyendo es otra opinión, me sumo a lo que se recoge de las otras tantas opiniones y análisis que he leído; y me quedo con titulares tales como: desastre, caída en picado, revés, batacazo…En fin, NADA POSITVO al respecto.

Así que entrando en materia. En un mundo donde la educación es la piedra angular del progreso, el informe PISA revela una realidad preocupante, ya que este análisis ofrece una comprensión profunda y su significado en el panorama educativo global, examina la tendencia, a la baja, en los resultados durante la última década, explora el impacto potencial de este declive en una educación futura, y lo que nos lleva a sugerirnos es saber posibles causas de esta alarmante situación. No valen respuestas simplistas y acotadas, sino un conjunto de ellas.

Una década de declive

Los últimos 10 años han sido testigos de una caída (libre) constante en los resultados de PISA. Y es que es verdad, si empezamos a profundizar, países que históricamente lideraban los rankings han visto cómo sus estudiantes retroceden en competencias esenciales. Este descenso a nivel global plantea preguntas, y serias, sobre las tendencias actuales en la educación y sus metodologías.

Algo estamos, y seguimos, haciendo mal porque esto supone un impacto en una educación futura, ya que, este declive en el rendimiento académico podría tener repercusiones significativas en el futuro. Lo primero que debemos pensar es en una fuerza laboral menos preparada el cual podría enfrentarse a desafíos en un mercado global cada vez más y más competitivo y tecnológicamente avanzado. Y nosotros no lo estamos. Además, esta tendencia podría afectar la capacidad de los países para innovar y mantener su crecimiento económico.

No a las respuestas simplistas

¿Y qué quiero decir con esto?, pues muy fácil; yo, como docente (y entre otros desempeños que hago), en una «conversación de pasillo» en un centro educativo suelo escuchar respuestas muy fáciles, es decir, «esto pasa por esto». Y ya, pero no hay un análisis o profundización de otras posibles causas, porque el estado actual de la educación no se debe a una único motivo, y entre las posibles razones de esta debacle educativa, que podría citar, destaco las siguientes:

Cambios en metodologías pedagógicas. La implementación de nuevas metodologías, aunque bien intencionadas (todo sea dicho), podría no estar dando los resultados esperados. Aquí una posible causa.

Impacto de la tecnología. La distracción, la disminución de la atención causadas por el posible mal uso, que para algunas personas es excesivo, de dispositivos tecnológicos pueden estar afectando el rendimiento académico. Esto es otro debate y ya daré mi punto de vista sobre este en otro artículo. Ya tenemos otra causa.

Desigualdades socioeconómicas. No es nada nuevo, esto ha existido y lo seguirá haciendo, pero sí que es importante recalcar que la brecha en la calidad de la educación entre diferentes estratos socioeconómicos sigue siendo un desafío significativo. Otra causa, y muy importante diría yo.

Efectos de la pandemia. Algo que cambió nuestras vidas y la forma de afrontar el mundo. Todos recordamos cómo, la educación a distancia implementada (a marchas forzadas) y sin margen de maniobra durante la pandemia de COVID-19, pudo haber tenido un impacto negativo en el aprendizaje de los estudiantes. Se destaparon «muchas vergüenzas».

El informe PISA es una gran llamada de atención para educadores, políticos y sociedades en general. Es crucial reflexionar sobre estas tendencias y trabajar colectivamente para revertir este declive. La educación de calidad es fundamental para el desarrollo individual y colectivo, y asegurar su excelencia debería ser una prioridad global. Este análisis no solo destaca los desafíos actuales, sino que también invita a una acción concertada para un futuro educativo más prometedor.

¿Y el Rol de la Inteligencia Artificial ante el panorama Educativo?

La IA ya está (y estaba) aquí. Se queda. Emerge como un como un aliado potencial en el escenario educativo (y en casi todos, TODOS los demás. Su papel podría ser decisivo en varios frentes. Pensemos en la personalización del aprendizaje, la adaptación de contenidos a necesidades individuales de los estudiantes atendiendo a sus fortalezas y debilidades. Esto, así lo veo yo, puede ser particularmente valioso en un contexto donde los resultados obtenidos sugieren deficiencias en la comprensión y aplicación de conceptos básicos.

Habiendo una evaluación continua y, sobre todo, una retroalimentación, la IA podría proporcionar evaluaciones en tiempo real y esa retroalimentación de la que hablo, a ser constructivista, lo que permitiría a los estudiantes, docentes, educadores identificar y abordar lagunas en el conocimiento de manera más eficiente, ya que hablo del desarrollo de habilidades de este siglo XXI, es decir, pensamiento crítico, resolución de problemas y adaptabilidad.

Pensemos que la IA puede ofrecer escenarios de aprendizaje innovadores que fomenten estas competencias esenciales para reducir la brecha educativa, puesto que la IA tiene el potencial de democratizar el acceso a una educación, creo, de calidad, ofreciendo recursos y apoyo personalizado incluso en entornos con recursos limitados. Que los hay.

Y cuando antes mencionaba la preparación para el futuro laboral, pues al integrar la IA en el proceso educativo, los estudiantes no solo se benefician de métodos de enseñanza mejorados, sino que también adquieren familiaridad con las tecnologías que ya imperan hoy, y que definirán el futuro, ya presente, del trabajo en un mundo cada vez más tecnológico y en constante cambio, pero ¡ojo!, hemos de abordar esta integración de manera ética y equitativa, asegurando que la tecnología sirve como un complemento, no como un reemplazo, del elemento humano, esencial, en la educación.

¿Evolución o involución?

Según se mire. La evolución, o más bien, la involución de los resultados en las evaluaciones educativas globales, como lo evidencia el informe PISA, nos debe invitar a una reflexión crítica sobre el estado actual y la dirección futura de nuestros sistemas educativos. La enseñanza tradicional, que durante mucho tiempo ha sido la piedra angular de nuestros métodos pedagógicos, parece estar enfrentando desafíos significativos en su capacidad para preparar a los estudiantes para el mundo dinámico y tecnológicamente avanzado en el que viven hoy.

Y yo me pregunto, ¿es hora de replantear nuestro modelo educativo? La respuesta la puedo decir yo. Sí rotundo. Aunque la educación tradicional ha establecido bases sólidas, su rigidez y enfoque en la memorización y la repetición no están en sintonía con las habilidades que los jóvenes necesitan en el siglo XXI. Son nativos digitales en un mundo donde el cambio es la única constante, la capacidad de adaptarse, pensar críticamente y resolver problemas de manera creativa se ha vuelto más valiosa que nunca.

Además, el papel, real, de la innovación tecnológica en la educación ha sido marginal en el mejor de los casos. A pesar de los avances tecnológicos significativos en casi todos los aspectos de nuestras vidas, la integración de estas tecnologías en la educación ha sido (como suele ser habitual) lenta y a menudo superficial. La tecnología, más que solo una herramienta de enseñanza, puede ser un facilitador poderoso para el aprendizaje, ofreciendo oportunidades para la personalización, el acceso interactivo a la información global y la simulación de escenarios complejos que no se pueden replicar en un aula tradicional. Creo que es así.

La educación del futuro debe ser adaptable, inclusiva y capaz de preparar a los estudiantes para un mundo en constante evolución. Esto no solo es vital para el desarrollo individual de los estudiantes, sino también para el progreso colectivo y la sostenibilidad de nuestras sociedades.

¿Y el origen dónde podría estar?

El declive en el rendimiento educativo observado en la ESO puede tener sus raíces en la etapa de educación primaria. Como ejemplo, un botón. Se tiene un alumnado, empezamos un nuevo curso con él, observamos carencias que, en teoría no deberían tener porque ya se habrían trabajado estas deficiencias en su curso anterior. O sea, miramos atrás y parece que se «echa la culpa» al profesorado o entorno anterior (algunos familiares lo suelen hacer, incluso reclaman si sus hijos/as tienen algún suspenso, te hablan de lo “mal” que lo hizo el profesorado en el curso previo, etc.), pues es imperativo que los sistemas educativos aborden esta conexión de manera integral, asegurando que la transición entre estas etapas clave de la educación se maneje con un enfoque en la continuidad y el refuerzo de la enseñanza y el aprendizaje, porque hay una cosa clara, el éxito en la ESO depende no solo de lo que sucede dentro de sus aulas, sino también de la solidez de la formación recibida en los años previos, porque la educación primaria sienta las bases del conocimiento y las habilidades cognitivas que los estudiantes llevarán a la ESO.

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