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Paz en la patronal

El presidente de Femepa, Vicente Marrero, en la sede de la federación.

El presidente de Femepa, Vicente Marrero, en la sede de la federación. / JUAN CASTRO

Antonio Cacereño

Antonio Cacereño

La junta directiva de Femepa, la patronal del metal y las nuevas tecnologías, una organización con arraigo, solventó esta semana sus diferencias internas de manera más o menos civilizada. El presidente fue obligado a echarse a un lado para dejar al mando a la vicepresidenta, que deberá celebrar elecciones en dos meses. De esta manera, la sangre, que ya corría ladera abajo, no terminó de llegar al río. La situación se había enrarecido debido a la división interna generada desde que el ya expresidente asumiera más funciones ejecutivas de las que habían desempeñado presidentes anteriores en detrimento de otros responsables de la patronal. La división llegó a afectar incluso a los trabajadores. El lío amenazaba con liquidar la paz empresarial que vive la provincia de Las Palmas desde los años en que Suárez Gil y numerosos pequeños y medianos empresarios asaltaron los cielos a toque a degüello. Como ocurre con este tipo de asaltos, que empiezan con cierta razón y a veces buenos mimbres -y ahí está el reciente y triste caso de Podemos aún en los penúltimos estertores, que son los más peligrosos y dañinos-, suelen acabar con mucho dolor y un reguero de cadáveres. Aquella operación inspirada por el ‘zorro plateado’, si bien partía de un ideal de igualdad y camaradería entre el empresariado chico, escondía intereses espurios. Cualquiera podía verlo tras lo que había ocurrido con el saqueo de los fondos de formación. Cualquiera salvo reputados prohombres que colaboraron en la maniobra de derribo a los dirigentes de entonces. Y salvo fiscales y jueces que, en el caso del latrocinio de los recursos públicos, se dedicaron a investigar a los gestores del Icfem que no daban avío en su tarea en lugar de revisar en los sumideros de patronales fantasma, sindicatos y academias chantajeadas, por los que se escurrió el dinero de los parados. Aquel mal viaje dejó a las organizaciones empresariales atomizadas y desprestigiadas. Hace bien Femepa en ahorrarse la degollina y pactar una solución. Y lo mismo para sus elecciones. No sea que vuelva el mojo con morena.