El romance de Binter

Esta compañía es parte de la vida de todos los canarios y ha logrado en tan sólo tres décadas mitigar la distancia entre las islas y cubrir una imperiosa necesidad

El aterrizaje del primer vuelo de Binter a Madrid, desde la vista de los pilotos

C. E. P.

Rubén Reja

Rubén Reja

De Madrid al cielo. El guardián del firmamento de Canarias acaba de conquistar la capital de España con el propósito de conectar las islas con el mundo a golpe de motor. Binter Canarias es parte de la vida de todos los canarios y ha logrado, en tan solo tres décadas, mitigar la distancia interinsular y cubrir una imperiosa necesidad. Lo que en los años noventa surgía gracias al esfuerzo de un grupo de empresarios, no sin dificultades, se ha convertido en alto y seña de una compañía que cada mañana rompe las barreras geográficas y fusiona territorios. Acertó de pleno en su visión estratégica, su actual presidente Rodolfo Núñez, que en su imaginario hace treinta años, dibujó la compañía de todos los canarios. 

Binter Canarias, como un poeta del aire, asumió desde sus inicios la necesidad de cohesionar, hilando puentes de vuelo entre las islas para impulsar el desarrollo. 

Más de sesenta rutas (algunas internacionales) y cerca de 2.000 empleados son el corazón de una compañía que late con mucha fuerza. Pero, estas rutas que surcan los cielos han protagonizado las historias de amistad, amor y trabajo de más de 80 millones de personas desde que empezó a operar. Ha permitido y permite a los isleños mirar más allá del océano, expandir sus horizontes y acercarnos al mundo

Sin lugar a dudas, en cada despegue, se forja una conexión más allá de lo físico transportando no solo pasajeros, sino también la esencia de la vida. La importancia de juntar territorios se manifiesta en cada vuelo. Y, mientras la mayoría de aerolíneas se olvidan del pasajero y escatiman en gastos, Binter ofrece uno de los servicios (chocolatina incluida) más exquisitos del sector. De hecho, ha batido a todas las compañías que quisieron aterrizar en Canarias como Air Europa y tiene el dulce monopolio.

Confiemos en que esta posición de dominio no se traslade a un abuso de precios y viajar se convierta en un bien de lujo. Ojalá continúe por muchos años la idílica conectividad aérea de Binter recordándonos que, aunque las distancias geográficas puedan ser vastas, la verdadera separación radica en no estar conectados. Con sus alas y hélices desplegadas, Binter se erige como protagonista del fiel romance entre el cielo y las islas, en un abrazo entre nubes a la unidad.