Retiro lo escrito

Un par de indignaciones

Del insulto a la gloria, la 'Zorra' de Nebulossa ya corre hacia Eurovisión 2024

Del insulto a la gloria, la 'Zorra' de Nebulossa ya corre hacia Eurovisión 2024

Alfonso González Jerez

Alfonso González Jerez

Debe ser cosa del siroco. Un diputado pronuncia en el Parlamento la palabra «chacho» y hay gestos torcidos en algunos escaños del Parlamento y su señoría estalla en un orgullo lexicográfico que demuestra por sí solo su lealtad a su electorado y al patrimonio cultural canario. Una canción –creo que la que mandarán al aburrido estercolero de Eurovisión– indigna a algunos y a algunas porque se titula Zorra y el intento de denostarla con evidente espíritu censor termina saldándose con una acción de censura en toda regla.

Que estas desagradables trivialidades se conviertan en noticia evidencia la debilidad de nuestro periodismo aunque sirven para retratar aceptablemente una atmósfera moral. Ligeramente asquerosita. Yone Caraballo es un diputado elegido en las listas de Nueva Canarias que muy pronto, nada más conseguir el acta, comprendió que la única manera de destacar en la Cámara, sobre todo en un grupo parlamentario tan pequeño, era convertirse en un personaje.

Según me cuentan algunos amigos de Lanzarote, su isla natal, esta conversión es previa y Caraballo es un personaje de sí mismo hace ya tiempo. Suele expresarse como si Cho Pacheco se hubiera aprendido las rutinas del stand up. En su calidad de monologista graciosete se sube a la tribuna y suelta, con una sospechosa espontaneidad, el mayor número de canarismos por minuto.

El otro día, en efecto, soltó lo de chacho, pero yo noté ningún alboroto en el grupo parlamentario del Partido Popular. Se habían escuchado algunas palabras previamente de diputados del PP, pero no por lo de chacho, sino porque Caraballo estaba criticando a los conservadores. El mismo diputado de NC apuntó que había escuchado a los del PP en los pasillos de la Cámara críticas por su uso de supuestos canarismos.

Y a partir de ahí el hombre mostró su segundo de gloria patriótica frente a una derecha españolista que no le sabe hablar a la gente como la gente habla y tal. En realidad para un número muy alto de isleños –sobre todo en la provincia occidental– chacho es una expresión coloquial poco o nada usada. El profesor Humberto Fernández lo explicó muy bien en la cadena SER.

Chacho es una fórmula apelativa entre personas que se tienen confianza. Nunca se ha utilizado en Canarias universalmente para cualquier trato en cualquier espacio social. Un alumno no debe decirle a un profesor: «Chacho, súbeme la nota». Cuando estés delante de un juez no conviene que le preguntes: «¿Chacho, no me vas a poner una multa, no?» Es un fisquito grosero fuera de un contexto de amistad, colegueo o proximidad sentimental, pero nada más. Caraballo no ha sido descortés, solo un tanto incorrecto.

Que él mismo haga bandera de un mal uso del dialecto canario y convierta chacho en una banderita identitaria ya da más pena, pero tampoco merece mayor comentario. Abandonen toda esperanza, porque Yone Caraballo se va a pasar así los próximos tres años y medio. No querrán ustedes que se ponga a trabajar.

Lo de la canción zorruna es algo más complejo. Como canción, evidentemente, es casi tan dolorosa como un cólico nefrítico, pero se me antoja extraordinario que alguien pueda sentirse indignado. Hace más de cuarenta años un cuarteto femenino, Las Vulpes, estrenó su canción más conocida, Me gusta ser una zorra, que incluía versos tan inspirados como estos: «Prefiero masturbarme yo sola en mi cama/ antes de acostarme con quien me hable del mañana/ prefiero joder con ejecutivos/ que te dan la pasta y luego vas al olvido».

Este torrente de lirismo es considerado un hito en la historia del punk español, pero no es original: es casi un calco de una canción quince años más antigua, Quiero ser tu perro, de The Stooges. Cuando salió Vulpes con su rollo, ya con Felipe González en el poder, solo se escandalizaron los curas y dos o tres periodistas fachas: se sobreentendió lo que la canción tenía de provocación (digamos) esquemática y de burla simplona de estereotipos. Hoy al parecer la indignación se ha convertido en un vicio irresistible. En cuanto a los censores siempre han sido aquellos que han castigado en los demás sus más purulentas miserias. En este caso también, por supuesto.

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