Opinión | Palco 37

El Athletic mete presión al míster de la UD Las Palmas

García Pimienta fracasa en su planteamiento ante los de Ernesto Valverde que logran la victoria más abultada de LaLiga en Siete Palmas

Valverde abraza a Pimienta.

Valverde abraza a Pimienta. / E. P:

Ser un entrenador guipuzcoano en el fútbol es como ser un jugador brasileño. Eso escribía esta semana John Carlin en un artículo en el que hablaba del porvenir de Xabi Alonso en los banquillos. Ernesto Valverde no es ni guipuzcoano ni vasco de nacimiento. Aunque le llamen Txingurri, hormiga en español, nació hace 60 años en Cáceres, pero creció en el fútbol vasco. En su tercera etapa como entrenador del Athletic de Bilbao, se presentó en Siete Palmas con un diseño claro de lo que había que hacer frente a la UD. Llegó, ejecutó y venció.

Los amarillos siguen con su estilo de pase y toque que ya está dando menos resultado. El 70% de posesión de la pelota no ha evitado la derrota. Valgan las palabras de Valverde que se limitó a decir algo elemental: «lo que cuenta es llegar a la portería». Los visitantes llegaron dos veces, una con el desgraciado autogol de Coco. Hay comentaristas bien intencionados que sostienen que a Coco le ha sentado mal la Copa África. Creo que sienta peor el desorden y el arréglense como puedan. Coco remató en dos ocasiones con peligro, lástima que una fuera contra su propia meta, y la otra no entrara por poco en la portería visitante. El caso de Marvin Park, del que hasta policías ‘camufladas’ entre la afición llevan su nombre en la camiseta amarilla, merece una pensada. Sirve un domingo para medirse a Vinicius y al siguiente, al banquillo. Salió poco y fue un peligro efectivo. Hasta le anularon un gol.

Permanencia

Xavi García Pimienta puede decir que le quiten lo bailao y, como los toreros soltar el «! Ahí queda eso!». Los 37 puntos de la UD, aunque suma 11 derrotas, cuatro de ellas en casa, son un seguro para la permanencia. Ahora bien, el técnico amarillo es reo del estilo que conoce toda LaLiga. Es decir, nos han tomado la medida. Para no reiterar un criterio propio, nada mejor que compartir la opinión de un hombre con pasado de fútbol que siguió el duelo con el Athletic. «Las Palmas sea convertido en un equipo muy previsible. No siempre hay que sacar la pelota jugada de atrás. Tiene que cambiar el sistema en algunas ocasiones y jugar largo». La opinión pertenece a José Mayor, empresario reconocido y uno de los héroes juveniles de la UD de 1972, que tiene título de entrenador nacional pero sin ejercer absorbido por las labores profesionales portuarias. Forma parte de esa afición ilustrada de la UD que ha visto el mejor balompié de la historia amarilla, y que distingue cuando tratan de darle gato por liebre en el campo. El escudo de la camiseta sigue siendo el mismo, aunque pasan presidentes, entrenadores y jugadores.

Árbitro

En fin, una vez más, de poco vale lamentarse de que con el árbitro Miguel Ángel Ortiz la UD nunca gana, si los once del equipo local no aciertan.  Los visitantes bilbaínos, que el 6 de abril disputan la final de la Copa del Rey, no perdieron el tiempo. A su estilo, sencillo y directo, sacando el portero Unai, como toda la vida, golpeando largo, se llevaron tres puntos de Gran Canaria «muy importantes», según Valverde. De ahí que los colegas vascos de Deia, periódico en el que José María Mañaricúa tiene parte accionarial, titulan su crónica «el Athletic mete presión, a dos puntos de la Champions». Amenaza al Atlético de Madrid y mete presión a Pimienta, obligado a ganar al Almería de Jonathan Viera el domingo en casa.

Mañaricúa andaba por el palco, bien nutrido de vascos, unas localidades por detrás de Miguel Ángel Ramírez y Jon Uriarte, presidente del Athletic. Estaba a tope la tribuna presidencial. No faltaban ayer ni autoridades locales ni insulares. La UD Las Palmas no es el Zamora. Es evidente.

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