Opinión | Azul atlántico

José María Moreno, un policía honesto

El exjefe superior de la Policía Nacional en Canarias fallece a los 68 años tras una trayectoria profesional limpia

José María Moreno, con la camisa blanca en segunda fila, en La Mareta (Lanzarote).

José María Moreno, con la camisa blanca en segunda fila, en La Mareta (Lanzarote). / La Provincia

El comisario principal José María Moreno ha fallecido a los 68 años tan solo cuatro años después de jubilarse como Jefe Superior de Policía en Canarias. La enfermedad ha truncado la jubilación de este cacereño que se merecía un largo y feliz retiro junto a su esposa Marga y sus hijos.

Nos deja un hombre bueno y serio. Un policía y una persona con mayúsculas, dicen quienes le trataron en la cercanía. Un buen conocedor del fenómeno de la inmigración, con una trayectoria profesional limpia en puestos de trascendencia. Pasó de la calle, con experiencia en la brigada criminal de la madrileña Puerta del Sol, a especializarse en extranjería con los primeros que afrontaron el fenómeno migratorio, para culminar como jefe en Canarias.

Cumplió su labor en las Islas con rigurosidad y mano izquierda en una supercomisaría complicada a la que llegaba después de varios desatinos previos en el Archipiélago y con un hijo y una hija canarios de nacimiento.

El excomisario jefe de la Policía en Canarias José María Moreno (d) durante una visita a Lanzarote. A la izquierda, Ángel Tristán, exdirector de LA PROVINCIA/DLP.

El excomisario jefe de la Policía en Canarias José María Moreno (d) durante una visita a Lanzarote. A la izquierda, Ángel Tristán, exdirector de LA PROVINCIA/DLP. / La Provincia

Nos despedimos a la puerta de una residencia de ancianos de la calle de Perojo, donde se encontraba su suegra. Y allí, en la antesala de la jubilación, se permitía hablar de un singular recuerdo de sus años más jóvenes, en un aniversario de su estancia en un hotel de Lanzarote con Juan Luis Regalado, ambos como escoltas de los reyes de Jordania, Hussein y Noor en La Mareta.

Extremeño cabal, la integridad era una de sus características. El silencio, la prudencia y la discreción, su estilo. Sonreía con facilidad y daba la cara con generosidad sin abrir demasiado la boca. Con los periodistas ejercía un equilibrio entre clarificador y reservado. Era hombre de templanza, raza y olfato. Deja huella de su honesto legado en Canarias. Su recuerdo permanecerá vivo entre sus colegas, sus muchos amigos, y entre quienes tuvimos la suerte de recibir su atención y sus consejos. Recordaremos siempre la noble figura de este buen policía.

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