José Luis Jiménez Saavedra, Arquitecto Jefe del Servicio de Obras e Instalaciones de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria falleció ayer a los 72 años de edad a consecuencia de una grave enfermedad. Modelo de rigor profesional y excelente persona, su muerte ha dejado un profundo pesar en la comunidad universitaria y en todos aquellos ámbitos a donde le llevó su actividad profesional.

José Luis Jiménez (Santa María de Guía, 1941), jugó desde la discreción que le caracterizaba, un papel vital en la ejecución de los campus universitarios de la ULPGC, desde el de Tafira, donde ayudó al entonces vicerrector Alfredo Bescós a redactar el plan especial que aprobó en su momento el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria; el de Bañaderos donde se instaló el área docente e investigadora de Veterinaria y contribuyó a que la facultad obtuviera el certificado de calidad de la Unión Europea; hasta el de San José o el de Humanidades.

La unidad técnica, que dirigió desde 1991, fue la responsable de ejecutar todo el Plan de Inversiones de la ULPGC, aprobado por el Parlamento de Canarias, bajo el paraguas de la financiación de la Unión Europea. Durante 20 años estuvo al frente de ese departamento y supo inyectar en el proyecto urbanístico de la Universidad una consistencia técnica y una estabilidad a prueba de los cambios administrativos y rectorales que se produjeron durante todo ese tiempo.

Quienes trabajaron con él destacan su carácter conciliador, cómo se adaptaba a los recursos que había, "buscaba alternativas y soluciones a los problemas que se iban presentado". Era tan pulcro en su trabajo que sus argumentos técnicos eran decisivos a la hora de negociar con las administraciones y en la toma de decisiones.

"Fue el hilo conductor en el proceso de muchos años de configuración de los campus universitarios de la ULPGC, a pesar de que los equipos rectorales cambiaban, él tenía todo el proceso de desarrollo del campus universitario en la cabeza. Cualquier acción que se quiso hacer a posteriori él tenía la visión de conjunto", señaló Emma Pérez-Chacón, quien trabajó con él estrechamente durante los primeros años de la ULPGC en los que fue vicerrectora de Ordenación y Desarrollo del Campus (1990-92).

Mientras que el diseño del proyecto inicial fue de Alfredo Bescós, la labor de José Luis Jiménez fue determinante a la hora de ejecutarlo. "Su gran papel fue que veló porque respondiera siempre a la visión de conjunto con la que había sido proyectado, y a la hora de ir tomando decisiones, sus argumentos técnicos eran irrebatibles. Cuando ponía sus informes sobre la mesa no había ninguna objeción, nadie discutía los metros cuadrados de José Luis. Daba a cada idea aprobada en el Consejo Social de la Universidad una consistencia técnica irrefutable".

Entre sus muchas aportaciones figuran sus informes a favor de extender el Campus de Ciencias de la Salud más allá del CULP, un edificio por el que no apostaba, lo cual dio pie al Campus de San José. "José Luis nos dijo que el dinero gastado en la reforma del CULP era dinero perdido y propuso construir nuevos edificios. Vimos cuáles eran los terrenos más cercanos de propiedad pública al lado de los hospitales y la ciudad deportiva, y así se gestó el Campus de San Cristóbal de Ciencias de la Salud, en una zona de chabolas. Le dimos al Ayuntamiento el instrumento para forzar toda la salida del chabolismo, foco de prostitución y droga, en plena entrada a la ciudad", indicaron fuentes de la ULPGC.

Este es uno de los muchos ejemplos que marcaron su trayectoria profesional; como también lo fue su contribución a consolidar el área de Humanidades en el Campus del Obelisco, dado que en un principio estaba previsto que Traductores e Intérpretes estuviera en Tafira. "La historia de la Universidad de Las Palmas, del desarrollo de las inversiones y de sus instalaciones no se puede concebir sin el nombre de José Luis Jiménez Saavedra". Su hijo José Luis Jiménez Castells lo definió muy bien en el homenaje que la ULPGC le brindó el pasado día 7. "En mi trayectoria profesional he conocido a premios Nobel, pero ninguno tan inteligente como mi padre".

A ello se le suma su talla humana. "En tantos años nunca hemos oído hablar mal de este hombre. Desde un conserje hasta los rectores, todo el mundo destaca de él su accesibilidad, generosidad y buen carácter. Era un caballero, de esas personas que al hablar con ella enamoraba". Descanse en paz.