La evolución de la mano es de vital importancia para entender cómo nos convertimos en humanos. La interacción entre las extremidades superiores y el cerebro contribuyó de una manera decisiva al desarrollo evolutivo de nuestra especie. Ahora, un equipo de científicos liderado por españoles ha hallado en África restos fósiles de la mano moderna, como la nuestra, más antigua de la que se tenía constancia, datada en más de 1,84 millones de años.

Los fósiles fueron encontrados en la garganta de Olduvái (Tanzania). Ese vasto espacio, en el que la erosión ha dejado al descubierto indicios de nuestro más profundo pasado evolutivo, es uno de los lugares del mundo que más han contribuido al desarrollo de la Paleontología desde que el matrimonio Leakey comenzó a trabajar de forma sistemática, a mediados del siglo pasado. Lo encontrado ahora es una pieza pequeña, el hueso de una falange del dedo meñique de la mano izquierda. La singularidad consiste en que se trata de una mano de un individuo que no utilizaba sus extremidades para trepar.