¿Qué significa, bajo su punto de vista, la victoria de Donald Trump sobre Hillary Clinton?
Supone el triunfo del machismo, uno de los aspectos que apenas se ha analizado. Las críticas a Hillary Clinton se las podrían haber hecho a Bill Clinton o Barack Obama, pero son para ella porque es mujer. Solo hay 17 presidentas en el mundo y la mayoría porque les apoya un partido conservador.
Se acusó a Hillary Clinton de representar el establishment, ¿se refiere a esas críticas?
¿Y Bill Clinton no lo era? Eso son excusas. El análisis feminista no se hace porque no importa, porque las mujeres no tenemos relevancia y somos como un accidente social. Hillary Clinton tuvo menos votos en sitios en donde Obama sí obtuvo el apoyo de mujeres y negros.
Precisamente la mujer dio la espalda a Clinton pese a los comentarios sexistas de Trump.
No aprovecharon la oportunidad porque la cultura feminista no ha penetrado. Ella encarnaba lo mismo que Obama, Bill Clinton y Bush, pero con el añadido de que era la primera mujer que podía llegar a ser presidenta de EE UU. Tuvo algún tinte feminista, pero muy desleído. Apoyó el aborto y el matrimonio homosexual y aún así no la apoyaron. Les explican el cuento de la igualdad y se lo creen. Luego, podemos ser secretarias o esposas, ¿pero la presidenta de EE UU? No.
¿Cree que Clinton también cometió errores?
Sí, los habrá habido. Pero decir que no conectó con las minorías y que aprobó la guerra de Irak es no querer observar el machismo que se encubre.
¿Se ha dado un paso hacia atrás en la elección del nuevo inquilino de la Casa Blanca?
Trump representa la derecha fascista que está triunfando en la mayor parte del mundo porque las políticas capitalistas de los llamados partidos demócratas han hundido en la miseria a muchas personas. Además, la mujer se siente protegida por el hombre aunque le pegue: ese es el drama.
¿Alguna vez una mujer llegará a romper el techo de cristal y hacerse con la Presidencia de EE UU, o se ha alejado más esa posibilidad?
Estamos igual. El movimiento feminista de EE UU se despertó tarde y mal. El patriarcado y el machismo está metido hasta la médula en la población, incluso en las mujeres. Las mujeres no confían en otra mujer, no la votan. Prefieren antes a un monstruo, al machista de Trump, que a una mujer. De lo que se trata es de que el movimiento feminista tenga la fuerza que no tiene y se meta en política de verdad. En España tenemos el ejemplo de que el movimiento se dedica a poner tiritas a las mujeres maltratadas. Falta ambición política de querer gobernar. Ahora parece que la única que tiene un poco de poder es Susana Díaz y ya veremos a dónde irá a parar.
