La Provincia - Diario de Las Palmas

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Entrevista a Frederick de Armas

"Ana Galdós era una mujer con unas ideas muy progresistas para su época"

"El Yurumí es un lugar de gran choque entre la cultura indígena y española y que regresa al momento actual", asegura el escritor

Frederick de Armas, ayer, en Las Palmas de Gran Canaria, durante la entrevista. JOSÉ CARLOS GUERRA

¿Esta novela tiene relación con los familiares de Galdós?

Está conectada con la historia de mi madre concretamente, que pertenece a la rama materna del escritor. Yo de pequeño la veía a ella escribiendo y me quedaba maravillado. Pero cuando fuimos a Estados Unidos dejó eso porque había que aprender inglés y todo aquello desapareció. Luego, cuando ella se jubiló a los 75 años, solo le quedaban fragmentos y yo me los llevé conmigo. Le hice preguntas y ya no se acordaba, pero ella tenía en la novela el retrato de lugares y personajes en La Habana, Matanzas, etc. Yo quería recordar todo aquello y así comenzó la novela. Traté de utilizar estos fragmentos, pero unos estaban escritos a mano, otros a máquina de escribir. Ella quería escribir sobre unas familias cubanas a través de unas generaciones.

¿Cómo pudo reconducir esos escritos en una novela?

Lo que hice fue concretar toda la acción en los últimos tres meses antes de la revolución, que serían octubre, noviembre y diciembre de 1958. Yo imaginaba cómo vivía la alta burguesía, qué es lo que pensaba, cómo sufría, pero olvidaba esa violencia que se creaba alrededor de ellos, esas bombas que estallaban en las manifestaciones. No podían llevar una vida tranquila y para aumentar este nivel de violencia incluí un asesino que mataba a señoras de la alta sociedad en Cuba.

¿Quiénes son los principales protagonistas de la historia?

La obra se enfoca alrededor de cinco mujeres. Una de ellas es Carolina, que en realidad es el alter ego de mi madre, Ana Galdós. Ella había escrito largos discursos que yo dividí e incluí en conversaciones para que no se vieran demasiado retóricos. Sin embargo, dejé sus ideas, que eran muy progresistas para el momento: ella quería la libertad de la mujer, cuestionaba el matrimonio. Después fue evolucionando y se convirtió en otra cosa distinta. Cuando sale un personaje en una novela, este se independiza y tiene su propia vida.

El título puede sonar algo críptico para un lector español.

Era el título que le habría dado mi madre. El Yumurí es un río muy famoso en Cuba, en la provincia de Matanzas, en un valle bellísimo, pero para llegar al mar tiene que ir entre dos montañas. El abra es, por tanto, ese estrecho que, de repente, se abre al mar. Es importante porque entre esas montañas había toda una serie de leyendas.

¿Hay también algunos elementos fantásticos en la novela?

Está el realismo mágico. Hay mucho de Carpentier en la novela porque comienza con Carolina que despierta y ha soñado con un cuadro y ese cuadro existe para ella en la realidad y empieza a buscarlo por toda la isla. Mientras más intenta encontrar este cuadro, más peligra su vida, porque ese cuadro se basa en el Yumurí, y el Yumurí es un sitio muy peligroso. Allí hay varias leyendas que tienen que ver con el mito del origen cubano. En ese lugar hubo un gran choque entre la población indígena y los españoles. Esa violencia de siglos pasados regresa al mundo presente. Y al ver esa pintura es como si la leyenda volviera a vivir.

¿Y todo eso ocurre alternándose con hechos históricos?

Hay muchos acontecimientos reales. Hay una bomba que estalla en cierto lugar. Hay una rebelión, hay censura de prensa. Todo esto fue real y está en la novela. Pero lo que más me interesa es cómo reaccionan una serie de mujeres ante estos acontecimientos históricos. Todo acaba con un momento de violencia, pero no con esa violencia, porque para mí, las violencias que ocurren en Cuba tienen que ver con unas leyendas antiguas del país y el abra del Yumurí.

¿En España y Europa se tiene un concepto diferente de cómo fue la revolución castrista?

Tiene que ser diferente, porque si nos has vivido esos años, cuando ya llega toda esa violencia, todas esas diferentes ideas, son como toda una serie de rumores, noticias, etc. Todo el mundo estaba sin saber lo que iba a ocurrir. Pero fue el fin de una era, porque toda esa alta burguesía se fue de Cuba.

¿Y usted toma partido a partir de alguno de los bandos?

No, porque la novela no es una novela de tesis. Los barbudos están por alrededor, entran y salen de la novela, pero en realidad no son los personajes principales. Lo importante es ver que, al igual que hay toda clase de personas en la burguesía, sucede lo mismo entre los barbudos. Yo creo que de eso trata la novela, que hay diferentes ideologías, pero todos somos seres humanos. Y a veces hay estas crisis políticas y cada uno tiene que actuar con su rol, sea cual fuera.

¿Cómo actúan esas mujeres antes estos acontecimientos?

Cada una de ellas de manera muy diferente porque pasamos de una condesa que vive en su gran palacete, la hermana del comandante de la policía secreta, hasta Carolina que escribe pequeños artículos satíricos para contar lo que está ocurriendo. También hay una chica revolucionaria de orígenes vietnamitas y una francesa que está para escribir un libro sobre lo exótico de Cuba y se sorprende con lo que ve en la isla.

Usted es nieto de un primo hermano de Galdós en Cuba. ¿Cómo recuerda a su abuelo?

Se llamaba Domingo Galdós, adoraba su obra, y teníamos un salón con una biblioteca dedicada a todas sus novelas. Primero fue periodista, director de La estrella de Panamá, luego regresó a Cuba y fue presidente de los ferrocarriles. Tenía las mejores ediciones que podía. Nunca me dejaban entrar. De vez en cuando leía algo, y lo primero fue Trafalgar. Yo quedé encantado. Poco después hubo un concurso en el mejor periódico de La Habana, y escribí un artículo sobre él que les encantó y seguí con todo esto de la literatura. Antes tuve un profesor increíble del Siglo del Oro que me inició en la riqueza de la literatura española.

Ha participado en las jornadas galdosianas de Las Palmas.

Hace unos diez años fui a Ámsterdam y un profesor me dijo que tenía que venir al congreso de Canarias. Fue hace diez años y vino todo un grupo de familiares que hay en las Islas. Fue la primera vez que nos conocimos. También fue fabuloso porque conversar con muchos tipos de galdosistas.

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