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Entrevista | Antonio Cabrera

"La mujer debería poder ser cura, obispo o papa, pero esto no llegará"

"Los 28 autores del libro abordamos las experiencias más renovadoras con un compromiso social", señala el periodista y licenciado en Teología

Antonio Quintana, periodista y escritor, con un ejemplar de su libro. SANTI BLANCO

Todo lo acontecido en la Iglesia y el mundo durante este medio siglo mueve a pensar que ha pasado mucho más tiempo...

Creo que los acontecimientos, tanto a nivel mundial como eclesial, han sido tan rápidos, que igual parece, comparado con otros tiempos, que ha pasado un siglo. En ese sentido, ha habido muchos cambios. Con el papa Francisco muchas ideas se han recuperado porque se produjo también una crisis o vuelta atrás en los últimos tiempos en el cristianismo y la Iglesia católica.

¿Cómo vivieron las Islas Canarias aquella poderosa puesta al día del pensamiento y la praxis del catolicismo?

Canarias, después del Concilio, como toda España, tardó en leer lo que este supuso y empezó a ponerlo en práctica años después. Entre 1969 y 1971 empezaron a reunirse para intentar aplicarlo. Primero hubo una asamblea de curas y obispos tanto en Canarias como a nivel de todo el Estado que intentaban traer el mensaje. El obispo Infantes Florido realizó un estudio sociopastoral de 1972 a 1975 donde aportaba respuesta a la problemática social y eclesial de Canarias. Fue un impulso, una renovación, que incluso provocó (estábamos al final del franquismo) que el Gobierno Civil suspendiera la asamblea final del estudio sociopastoral. Desde ese entonces, ha habido diversas entidades y acontecimientos que han intentado una renovación eclesial y social durante estos 40 últimos años.

Dos papas tan diferentes como Juan XXIII y Pablo VI polarizaron aquella revolución con mensajes intelectuales y humanos muy inclusivos, pero después de sus pontificados todo empezó a dar marcha atrás...

Con los dos papas siguientes hubo una especie de regresión, pienso que miedo. Hay que tener en cuenta que en Latinoamérica tuvo lugar la Teología de la Liberación, Comunidades Cristianas Populares, y algunos papas, entre ellos Pablo VI, tardaron en asimilar los cambios y a lo mejor eran avanzados en temas sociales, pero a nivel interno eran conservadores. Había miedo ante la apertura que se estaba produciendo.

¿Cuáles fueron las reacciones espirituales y sociales de Canarias en el regreso a la tradición de papas tan diferentes en las formas pero tan parecidos en el fondo como Wojtyla y Ratzinger?

En esta última etapa ha habido una especie de conservadurismo, de la Iglesia meterse hacia dentro, de tener mucho miedo a la sociedad y al mundo, de preocuparse más de temas internos como el de la familia que por el mundo social y de transformación que se estaba dando en el planeta.

El libro que ahora presentan, coordinado por usted, reúne miradas teológicas, políticas, sociales económicas, etc. Sin duda hay discrepancias entre unos y otros autores...

La verdad es que no hay una discrepancia porque no es una historia de estos 50 años de la Iglesia, no se abordan todos los aspectos y sectores de la misma, sino aquellas vivencias y entidades que han sido más solidarias con la sociedad, con los pobres, con la problemática de Canarias, con la formación y con los movimientos de acción católica. En este libro los 28 autores compartimos experiencias renovadoras. No existen polémicas entre unos y otros, sino más bien un compromiso con la sociedad, ya sea con los alcohólicos, con la formación de los seglares, con la relación cristiano-política o una catequesis más renovadora. Realmente hemos establecido un equipo para coordinar esta obra, pero sin contradicciones. Lo que sí hay es una actitud crítica hacia la regresión en el espíritu del Concilio Vaticano II.

En su percepción personal, ¿conserva la Iglesia católica en Canarias la inserción e influencia que ha tenido tradicionalmente?

Creo que la Iglesia entendida como grupos cristianos, parroquia y movimientos, tiene un eco y una presencia digna y respetable porque realmente en un ambiente en que muchas veces hay corrupción y mucho individualismo se sigue manteniendo una actitud de apertura a la sociedad y al compromiso de los cristianos. Aunque es verdad que la Iglesia, como la sociedad, ha envejecido. Ya no existe esa Iglesia masiva donde iba todo el mundo. Vivimos en una sociedad aconfesional y plural donde si se va a mirar los que van a misa sería poco significativa.

¿Y los gravísimos errores en su propio seno, como son los abusos sexuales a menores?

Ese es un escándalo que ha repetido el Papa, algo antievangélico y que hace daño a la imagen de la Iglesia porque los aspectos negativos destacan más que los compromisos con todos sus estamentos, tanto seglares, como religiosas o curas. Ese tema daña incluso a la renovación que está suponiendo Francisco.

Medio siglo después del Vaticano II, muchas democracias han abierto la legalización del divorcio, el aborto, hechos que el Concilio no pudo resolver. ¿Sigue la dogmática mandando más que la realidad?

Antes había actitud más condenatoria y ahora es más misericordiosa, como la de Francisco, de más comprensión ante las situaciones de crisis de pareja, de matrimonio y de familia que hay que atender. En ese sentido está habiendo un cambio.

¿Qué cabe esperar con realismo del pontificado de Francisco en el llamado empoderamiento de las mujeres, la drástica condena de la violencia de género, la universalización del me too y demás paralelismos?

Creo que bastante. Está siendo valiente. Ha hecho una comisión especial para el tratamiento y la incorporación de la mujer en la Iglesia y seguro que no va llegar, pero sí debería existir que las mujeres pudieran acceder a ser curas, obispos y papas.

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