“Hay una resistencia feroz hacia la igualdad que tiene que ver con la lucha por el poder y con la pérdida de los privilegios. En lugar de la eliminación física de la persona” que reclama sus derechos como se haría en países no democráticos, “se opta por anular a esa persona o ese grupo que molesta y una forma de resistirse es ridiculizarlo, hacerlo ver como carente de credibilidad, como algo que no es, identificando al feminismo como un movimiento en contra del hombre, algo que no es”.

La periodista Rosa María Calaf, que trabajó como corresponsal de Televisión Española en varios países de Europa, Asia y América, resaltó este martes el enorme poder que tiene el lenguaje tanto para apuntalar una sociedad discriminatoria como para conseguir que avance la igualdad. Destacó también la doble repercusión que tienen esas palabras, en una línea o en otra, cuando las utilizan los medios de comunicación.

Las palabras”, advirtió, “no son inocentes. El lenguaje refleja lo que una sociedad piensa; en este caso una sociedad que discrimina a las mujeres, pero que se puede modificar cambiando la forma de expresarnos, porque el lenguaje actúa como elemento transformador” y los medios de comunicación juegan un papel fundamental.

Calaf, que intervino en una charla-coloquio sobre el papel del lenguaje en la inclusión social organizado por la Fundación Disa, apeló a la responsabilidad social que tienen los informadores, que trabajan con “una materia muy sensible y muy atacada” y constató la época de retroceso en las libertades y los derechos humanos que padece el mundo. “Ni en mis más salvajes sueños me habría imaginado que tendríamos que estar ahora defendiendo la libertad de expresión. Se está retrocediendo y también en derechos, entre ellos el derecho a una vida digna y a la igualdad”.

A su juicio, el uso del lenguaje inclusivo es “vital, aplicado a las etnias, a las migraciones -de las que se está informando muy mal- y al género. Las palabras no son inocentes, tienen un significado y hay que ser conscientes de su importancia porque el lenguaje está al servicio de esas dos formas de enfoque: el positivo, al servicio del conocimiento; y el malo, al servicio del desconocimiento y la instalación del error y la divulgación de la mentira”.

Por esa razón, añadió, “hay que desterrar los eufemismos”, que enmascaran y manipulan la realidad, “y tener antenas de alerta”.

Especial cuidado hay que tener, afirmó, en el uso de las palabras y en el tratamiento mediático de los temas,en el caso de las informaciones sobre violencia machista, que “nunca deben ser incluidas en la sección de sucesos, porque trascienden del ámbito de lo privado y son consecuencia de una sociedad machista. “Tiene que ser un tema que debería estar en la agenda informativa, junto con la información nacional, la internacional, etc,, porque tiene que ver con la construcción social”, consideró.

Reconoció también que la precariedad que sufren los medios de comunicación “hace que se utilice el lenguaje con menos cuidado”, pese a que el “periodismo tiene que estar muy comprometido con reflejar la realidad, contar las cosas como son y tiene que contribuir a esa construcción de un mundo mejor. Servir al bien común es el objetivo fundamental del periodismo con informaciones rigurosamente independientes “. Lamentó la tendencia que se da ahora de ir a “una información de impacto, que simplemente entretiene”.

“El lenguaje”, constató, “discrimina la mujer porque la mujer está discriminada”. Citó como ejemplo el uso de señorita. “Es inadmisible que se use señorita -cada vez menos por ese poder transformador de la lengua- para referirse a una mujer joven y soltera y en tono peyorativo para una mujer mayor, la que se quedaba para vestir santos. Es como la expresión bailar con la más fea”, que sólo se aplica a la mujer, no al hombre. “El lenguaje”, sostuvo, “evoluciona de forma natural, pero hay que empujarlo” hacia formas no sexistas.

La periodista, que trabajó muchos años de corresponsal en Nueva York, indicó que “las mujeres son la única fuerza que se está organizando no sólo contra Trump sino contra lo que el presidente de Estados Unidos representa: ese ejercicio del poder xenófobo, discriminatorio y contra los derechos de las personas”.

Por su parte, la periodista y coordinadora del área de Accesibilidad Cognitiva de Plena Inclusión España, Olga Berrios, analizó como el lenguaje que utilizan los medios y la población excluyen a las personas con discapacidad, a la población migrante, a las mujeres y a otros colectivos. Como ejemplo, citó el uso de la palabra problema para referirse a los inmigrantes.

También intervino Eduardo Martínez, presidente de la asociación deportivo-social La vida sigue en positivo, que abogó por un conocimiento más real de las personas con discapacidad que acabe con los estereotipos y las falsas imágenes que las rodean.