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Entrevista | Fernando Aleu

Fernando Aleu: "A los 89 años lo paso bomba, el truco es creer que hay un mañana"

"La III Guerra Mundial sería un gran error; un holocausto nuclear, no un cañoncito" expresó el neurólogo

Fernando Aleu. LP / DLP

Para que se haga cargo del tipo de entrevista: ¿Es usted un James Bond a la catalana?

Jajaja. Madre mía, me encantaría. He viajado mucho, he vivido bastante, procuro adaptarme a donde el río me lleve. Y cuando me pongo a vender una cosa, soy el mercader de Venecia.

¿Por qué ha esperado tanto para iniciarse en la novela?

Era muy activo, no me retiré hasta los 77 años, pero después de darme un gran tortazo esquiando, me vi condenado a una vida más sedentaria y me fui animando a escribir.

O sea, que a los 89 hay vida inteligente.

A los 89 lo estoy pasando bomba, el truco es creer que hay un mañana. Para sentirse más ­joven hay que ir renovándose, no se necesita ser médico para conocer el valor del estado de ánimo.

A usted le duele la Barcelona de hoy.

Hasta hace dos años era una de las ciudades más brillantes de Europa, pero el atentado y el proceso independentista tienen una repercusión que se nota. Gracias a Dios, será sólo un bache, porque Barcelona tiene mucha vitalidad.

Digamos que no va a ponerse un lazo amarillo.

No, no, ni pensarlo. Es curioso que en Barcelona empiezas a hablar de cualquier cosa y acabas en el procés, por eso de la identidad, en que el independentismo hace un gran hincapié. Viniendo de San Francisco leía un librito de Amin Maalouf titulado Identidades asesinas. Y es que todos somos iguales, tenemos un hígado, hacemos pipí.

Usted cree que el castellano se habla "menos y peor".

Es verdad, sobre todo la gente más joven, sometida o disfrutando de una educación algo sesgada. Es menos evidente en Barcelona, pero en Girona o Lleida el castellano no funciona.

Llámeme inculto, pero lo ignoraba todo sobre El intercambio de presos en la Barcelona de 1943.

Fueron cuatro mil, dos mil de cada bando de la II Guerra Mundial. Ocurrió hace 75 años, y La Vanguardia de la época le dedicó cinco páginas. Se eligió Barcelona como puerto neutral y porque era uno de los pocos del Mediterráneo con un muelle que permitía amarrar a dos grandes barcos a cada costado, cuatro buques.

Mucho neurólogo en su novela.

Uno de los personajes es neurólogo y he incluido detalles como el poder evocador de la fragancia.

De hecho, dejó usted la medicina por la perfumería.

Es un cambio muy raro, yo también debo serlo, aunque a mí me pareció natural. Cuando corté definitivamente con la New York University, mi jefe me dijo: "Bueno, si lo necesita, tengo un gran amigo que es psiquiatra y se especializa en casos tan extraños como el suyo".

¿La amante de su protago-nista se parece a Carolina Herrera?

Es lo opuesto. Carolina ­Herrera es muy elegante, simpática, consciente de que la gente existe, liberal y creativa. La protagonista de El intercambio es una espía alemana que obedece las órdenes ciegamente, hipersexualizada, que dice "necesito a un hombre como una droga". Y mi Max no es un premio Nobel, pero en la cama mejora.

¿Es posible una III Guerra Mundial?

Todo es posible, pero en nuestro interior sabemos que sería un gran error, debido a la eficacia de las armas de destrucción masiva. Sería un holocausto nuclear, no un cañoncito y cuatro aviones. No nos salva la inteligencia de los políticos, sino el miedo, que aumenta la cordura.

En el conocimiento de la mente no hemos avanzado mucho.

La neurología me atrajo para ver si las emociones, los sentimientos y los cambios de orientación sexual se podían demostrar con un sustrato orgánico reconocido. En realidad, nadie ha encontrado el alma, ni sabemos qué es el placer o el dolor. Hay más preguntas que respuestas.

La gente lista atrae a la gente lista.

Una Universidad o un laboratorio son un caldo de cultivo, porque los pájaros atraen a otros con el mismo plumaje. Hace treinta años, en Silicon Valley sólo había manzanas y melocotones. Hoy acoge las seis empresas más cotizadas de Estados Unidos y el campus de Stanford.

¿Cuántas novelas piensa escribir?

Es muy curioso, si me lo hubieras preguntado hace cuatro meses, hubiera dicho que se acabó la historia. Ahora lo estoy reconsiderando. Tengo tiempo y me encuentro físicamente muy bien. Lo cual no quiere decir nada, porque el médico le dice al paciente que todo funciona perfectamente y se muere a los diez minutos. Me gustaría escribir otra novelita sobre Nueva York, la ciudad horrible y maravillosa que a nadie deja indiferente.

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