Otras formas de aprender es su nuevo libro, un ensayo sobre qué funciona en educación y por qué.

Qué virtud destacaría del profesor de El club de los poetas muertos ?

Me recuerda a los que yo tuve en mi colegio de secundaria, que era algo así como la escuela Hogwarts de Harry Potter. Profesores exigentes pero inspiradores. Yo quise ser como ellos.

Usted admite que fracasó. ¿Sabe por qué? Porque me di cuenta de que mis estudiantes eran muy diferentes a los de mi época. Sabían varios idiomas, usaban teléfonos móviles y otras tecnologías. Sin embargo, los métodos en clase eran los antiguos. Creo en la revolución del aprendizaje, pero yo no formaba parte de ella.

Ha visto desde las fábricas de exámenes de Seúl hasta profesores excelentes finlandeses. Afirma que estamos ante una revolución en el modo de aprender. ¿Peca de optimismo?

Puede que sí, pero tenemos que creer en esa revolución. He visto que era posible. Hoy sabemos mucho sobre el funcionamiento del cerebro, sabemos de psicología, tenemos internet y la inteligencia artificial. En mi recorrido por diferentes escuelas he visto que ya hay colegios que ponen en marcha esa revolución.

Es casi imposible tener un sistema educativo si cada vez que hay un Gobierno nuevo cambian las leyes, como en España.

Los políticos deberían alejarse de la educación. Es un terreno de padres, profesores y expertos.

La educación de los hijos es la empresa más importante de nuestra especie, afirma en el libro.

Vivimos en un mundo en que todo se acaba. Lo único que es ilimitado es el potencial humano para aprender. Los padres son una de las partes más importantes del aprendizaje, mucho más que la escuela y los profesores. Son los primeros que tienen que ayudar a que sus hijos encuentren el amor por el aprendizaje. Los niños nacen con la capacidad natural de aprender y son como pequeños científicos.

¿Hay que eliminar los exámenes?

Habría que cambiar de forma radical la forma de evaluar a los estudiantes. En Finlandia, el sistema de evaluación no implica tanta presión. Se les evalúa los conocimientos y las habilidades o la empatía. A ningún estudiante le ponen en un ranking. En un colegio de Londres se centran en la inteligencia emocional y estudian cada día las emociones.