La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El tránsito de Mercurio por delante del Sol

Mercurio, arriba a la derecha, durante su tránsito por delante del Sol. f. guasco / efe

El lunes 11 de noviembre pudo observarse desde Canarias cómo el planeta Mercurio pasaría por delante del Sol. Este fenómeno no volverá a repetirse hasta el 13 de noviembre de 2032. Unas consideraciones necesarias para aclararnos un poco, casi nada, de Astronomía. Los planetas no giran en órbitas que se sitúen en el mismo plano sino que forman entre ellos pequeños ángulos que en la inmensidad del espacio sideral impiden la mayoría de las veces que se alineen con el Sol en sus cruces.

Para que se pueda observar un tránsito (cuando un planeta interior pasa entre la Tierra y el Sol) el planeta debe encontrarse en uno de sus nodos orbitales, es decir, donde se cortan las trayectorias de los planos orbitales de la Tierra y del planeta en cuestión (la inclinación orbital para Venus es de unos 3,5º y para Mercurio es de 7º). En ese caso, Sol, planeta y Tierra estarán prácticamente en línea recta y se podrá ver pasar a Venus o a Mercurio por delante del disco del Sol.

En el caso de Mercurio, el tránsito puede producirse alrededor del 8 de mayo o del 11 de noviembre que es cuando alcanza esos nodos de los que hablamos lo que se repite unas trece veces cada siglo. Otras cuestiones intervienen pero son demasiado farragosas para tratarlas aquí.

Al ser Mercurio un planeta interior nosotros siempre lo vemos cerca del Sol. Es un compañero del astro rey que solo se deja ver un poco antes de que amanezca precediendo al Sol o cerca del crepúsculo siguiéndole (también se puede ver de día con un telescopio suficiente). Los griegos veían dos estrellas errantes una matutina y otra vespertina que nunca coincidían en las misma fechas. Fue Pitágoras el que se dio cuenta de que era el mismo planeta el que se presentaba en los dos momentos. Lo llamaron Hermes, el mensajero de los dioses, por lo rápido que se movía. Gira alrededor del Sol una vez cada 88 días. Los romanos lo asimilaron como Mercurio, el dios del comercio, el de los pies alados, y de ellos lo hemos heredado nosotros dedicándole también el día de la semana que sigue al martes. Ni griegos ni romanos pudieron observar nunca un tránsito de Mercurio ya que no disponían de los instrumentos necesarios para ello.

Kepler en sus Tablas rodolfinas había previsto para 1631 un tránsito de Mercurio lo que confirmaría que los planetas siguen una trayectoria elíptica en su viaje alrededor del Sol. Para entonces ya había fallecido, pero ese paso fue observado por Pierre Gassendi, un astrónomo afamado, y, como el Cid, Kepler se apuntó un éxito después de muerto. Podemos añadir que Copérnico al que debemos mucho de nuestro modelo actual de universo a pesar de su empeño como astrónomo que fue, entre otras muchas cosas, no consiguió en toda su vida ver, no ya el tránsito frente al Sol, ni siquiera al propio Mercurio dado que en latitudes altas del hemisferio norte, como lo son en la Polonia natal del canónigo, siempre anda este planeta cerca del horizonte y las neblinas que allí se forman le impedían distinguirlo.

Después de la primera observación de Gassendi los astrónomos no se han perdido ninguna otra tratando de mejorar sus datos de situación, velocidad y demás parámetros de interés. Ya en el siglo XIX, el astrónomo francés Urbain Le Verrier, al que debemos también la localización de Neptuno en 1836, comprobó algunas irregularidades en la trayectoria de este dios del comercio (el perihelio gira 43" de arco má?s por siglo de lo predicho por la mecánica clásica de Newton), y algunos creyeron que se deberían a la existencia de otro planeta más cercano al Sol al que llamaron Vulcano. En el XX la teoría de la relatividad de Einstein aclaró la situación y el nonnato Vulcano desapareció de los manuales de Astronomía.

En 1965 por medio de impulsos de radar se conoció que su tiempo de rotación es de unos 59 días y posteriormente la sonda Mariner 10 nos ha dado muchos más datos sobre este planeta. Ahora lo conocemos bien y sabemos del aspecto en superficie, muy parecido a la Luna, de su composición y peso, de sus temperaturas extremas, de su campo magnético que hacen sospechar de un núcleo ferroso fundido.

Una rareza mercuriana que les gustará saber a los grancanarios que en el solsticio de la primavera se acercan a la necrópolis de Arteara en San Bartolomé de Tirajana es el feno?meno que en Mercurio se observa del doble amanecer, ya que en este planeta, parecido a lo que ocurre en Arteara, en determinados sitios y momentos, el Sol sale, se para, vuelve a esconderse y sale otra vez. Esto se debe a que las velocidades angulares orbital y rotatoria de Mercurio se igualan.

Por último una cuestión astrológica, que no astronómica: el tránsito de Mercurio, del dios del comercio como dijimos, se puede interpretar como un momento propicio para el trato, el diálogo y el acuerdo. A fin de cuentas el comercio se basa en eso.

Compartir el artículo

stats