Benedicto XVI, que no dejó de sonreír ni un momento en su primer día de la XXVI Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), celebrada ayer proclamó Madrid como capital de los jóvenes del mundo, y afirmó, visiblemente emocionado, que la Iglesia necesita a los jóvenes y que los jóvenes tienen necesidad de ella.

Antes de la bienvenida en la plaza de Cibeles, el Papa, acompañado del cardenal y arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco, se dio un baño de multitudes en su recorrido en el papamovil desde la Nunciatura hasta la Puerta de Alcalá, en la que el alcalde Alberto Ruiz-Gallardón le entregó las llaves de oro de la ciudad.

Durante la aproximadamente media hora que duró el recorrido por las calles madrileñas, el Papa supo conectar con centenares de familias y decenas de miles de jóvenes que le aplaudieron y le jalearon constantemente. Los ya populares "Sí, sí, sí, el Papa ya está aquí"; "Ésta es la juventud del papa"; o "Somos adictos a Benedicto" han sido los cánticos más repetidos y recurrentes a lo largo de la jornada, marcada por las altas temperaturas, que rozaron los 37 grados y que motivaron que bomberos y voluntarios de la JMJ "regaran" a los peregrinos.

Víctima del sol

De hecho, el propio Papa fue "víctima directa" del sol, puesto que el escenario desde el que presidió la ceremonia de Cibeles estaba orientado de frente a su ocaso, aunque en previsión la organización había instalado un pulverizador de agua y el pontífice fue protegido por un gran paraguas.

El primer contacto del Pontífice con los peregrinos -tras la ceremonia en el aeropuerto donde hubo una representación de 2.000 jóvenes- fue durante el trayecto hasta la Nunciatura, residencia papal hasta el próximo domingo y donde descansó durante varias horas. No en vano es un hombre octogenario.

En la céntrica plaza de Cibeles, rodeado de banderas de países de los cinco continentes que portaban los peregrinos y durante la celebración de la liturgia de la palabra, Benedicto XVI hizo votos para que el mensaje de esperanza de Cristo "resuene" por todos los rincones de Madrid "y tenga eco también en el corazón de los que no creen o se han alejado de la Iglesia".

Se pronunció con firmeza en la defensa de la vida y arremetió contra "los que se creen dioses y deciden sobre quien es digno de vivir o puede ser sacrificado. Hay muchos", agregó, "que creyéndose dioses piensan no tener necesidad de más raíces ni cimientos que ellos mismos. Desearían decidir por sí solos lo que es verdad o no, lo que es bueno o malo, lo justo o lo injusto, decidir quién es digno de vivir o puede ser sacrificado en aras de otras preferencias".

Durante su segundo acto en Madrid, donde llegó para participar en esta JMJ, Benedicto XVI saludó en francés, inglés, italiano, alemán, portugués y polaco y exhortó a los jóvenes a buscar la Verdad, "que no es una idea, una ideología o un eslogan, sino una Persona, Cristo, Dios mismo que ha venido entre los hombres".

A su llegada al mediodía al aeropuerto de Madrid- Barajas en el que fue recibido por los reyes, el presidente del Gobierno y otras autoridades civiles y religiosas, el Papa coincidió con el Rey en expresar su preocupación por el desempleo juvenil y en la necesidad de apoyar a los jóvenes para que puedan cumplir sus sueños y profundicen en los valores éticos y de su fe.

"Con todas las fuerzas de mi corazón", añadió el Papa dirigiéndose a los jóvenes, deseó que "nada ni nadie os quite la paz; no os avergoncéis del Señor". Lamentó también las "tensiones y choques abiertos" en muchos lugares del mundo, donde la Justicia y el valor de la persona humana se "doblegan fácilmente" a intereses egoístas, materiales e ideológicos y no se respeta como es debido el medio ambiente y la naturaleza" y, en este contexto, pidió ayuda para que los jóvenes permanezcan firmes en la fe.