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Una mujer luchadora | CARSTEN W. LAURITSEN

Día de la Madre: Una mujer luchadora

Esta madre trabajadora ha dado una vida digna a su hijo gracias a su espíritu de superación

Si hablamos de madres luchadoras, hablamos de Cristina Cordero, tiene 31 años y hace nueve que es mamá. Se quedó embarazada muy joven, con veinte años, y, a pesar de que fue una sorpresa y no tenía estabilidad económica, nunca se le pasó por la cabeza la posibilidad de abortar, tenía «un instinto maternal muy grande». Desde entonces ha trabajado como camarera con contratos temporales y precarios para poder mantener a su hijo.

Hace dos años, Cordero tuvo que abandonar la casa en la que vivía de alquiler y se vio obligada a dejar a Aridane, su hijo, viviendo con su padre durante seis meses. Entonces, ella cayó en una depresión, además, en ese momento, acababa de sufrir un aborto y no sabía cómo seguir adelante.

Esos meses fueron los más duros de su vida, sin casa y con su hijo lejos, yendo de aquí para allá hasta que se instaló en la zona de Armeñime, en Tenerife, a vivir como «una hippie».

«Llegué a pensar que mi hijo estaría mejor sin mí y en ese momento me asusté, a mi hijo nunca le darán la noticia de que su madre lo abandonó, fue entonces cuando me di cuenta que tenía que salir adelante», explica sobre su delicada situación en aquellos momentos de su vida y de la de su retoño.

Actualmente, vive de manera temporal en el centro Atacaite (una casa de acogida destinada a familias monomarentales), lo que le permitió volver a estar con Aridane. Al principio fue difícil, porque los niños «se acostumbran rápido y sentía que ya no formaba parte de su vida». La relación se enfrió un poco, pero enseguida la recuperó, «él me vio en los mis peores momentos y lo entendió, que con nueve años tu hijo te diga: ‘Mami a pesar de todo siempre estás ahí’, es algo que te llega al alma» y Cordero reconoce que ahora están más unidos que nunca. «Lo importante es que estamos juntos, aunque haya problemas, sé lo importante que es tener una madre, porque yo nunca la tuve y él se la merece». Ha tenido tiempo para pararse y coger fuerzas, además, está haciendo un curso de operaria de limpieza en especialidad sanitaria que le permitirá cambiar de oficio. «Estoy muy contenta porque verte sola con un hijo en la hostelería es muy complicado, muchas veces tuve que llevar al niño chiquitito al trabajo, además, siempre me ha gustado el mundo sociosanitario». Cuando habla de su hijo, no puede evitar repetir lo inteligente y maduro que es, aunque lo más importante para esta madre «es que sea buena persona». Cristina reconoce que a veces se pregunta «quién le da la vida a quién». «Él hace que quiera quedarme en este mundo, si no fuera por él me hubiera rendido mucho antes».

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