Desde que el volcán, situado en Cumbre Vieja, en La Palma entró en erupción el pasado domingo 19 de septiembre, hace ya once días, los mayores temores de los expertos se centraban en que la gran colada de lava llegase al mar.

Debido a la naturaleza cambiante de la erupción, las primeras informaciones hablaban de que tardaría apenas unas horas en tocar el Atlántico. Sin embargo, la viscosidad del material magmático, primero, y lo obstáculos hallados a su paso, después, alargaron el momento de ese temido contacto. El tiempo fue aumentando hasta el punto de que al ralentizarse tanto el magma llegó a pensarse que nunca tocaría la costa. Sin embargo, tras reactivarse la erupción el lunes y entrar el volcán en la denominada fase efusiva, que se caracteriza por la fluidez de la lava, la colada magmática entró en contacto con el agua en la noche del martes después de arrasar el pueblo de Todoque y no encontrar apenas oposición en su camino de destrucción.

La gran pregunta es: ¿y ahora qué pasa? Para empezar, el riesgo de que se produzcan detonaciones y explosiones es elevado debido a que entran en contacto diversos componentes químicos que reaccionan entre sí. Tal y como explica el profesor de geología de Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, José Mangas, en un artículo de en la 'BBC', cuando el magma se enfría al contacto con el agua salada se solidifica y al instante pueden salir despedidos hacia arriba pequeños proyectiles.

Además, la lava avanza a una temperatura aproximada de mil grados y emana gases tóxicos. Por otro lado, en el océano se encuentran naturalmente presentes compuestos como cloruro sódico, azufre, carbono, plomo e incluso yodo. Cuando entran en contacto con la elevadísima temperatura del magma, estos se evaporan y pueden suponer un grave riesgo para la salud. Por eso, las autoridades instan a la población a no acercarse a la zona.

Los expertos no esperan que este fenómeno afecte a la población si se siguen las medidas de seguridad. Con estas precauciones se quieren evitar situaciones como ejemplo las que se vivieron en Hawái en una de las múltiples erupciones volcánicas que ha sufrido la isla. Debido a estos gases que provocó el contacto de la lava y el agua salada, los ciudadanos de las poblaciones cercanas experimentaron picor y escozor en las mucosas.

Tráfico aéreo y marítimo

Lo que aún queda por ver es cómo afectará esta situación al tráfico aéreo y marítimo. Una gran columna de vapor de agua ya es visible desde varios kilómetros a la redonda y puede dificultar el tránsito de aviones y embarcaciones en algunas zonas. De momento, no pueden circular barcos al sur de la isla por la Punta del Pozo (Puerto Naos, Los Llanos de Aridane) y al norte por la playa de las Viñas (Tazacorte).