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Volcán de La Palma | Soluciones de urgencia para la agricultura

El ‘Ángeles Alvariño’ evita un nuevo retraso en la puesta en marcha de las desaladoras

El oceanográfico localiza en un cañón submarino a 130 metros de profundidad

el dispositivo del ‘Tomassa’, clave para llevar el agua de riego a las desaladoras

El buque 'Ángeles Alvariño', del IEO, en La Palma.

El buque 'Ángeles Alvariño', del IEO, en La Palma. La Provincia

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El buque 'Ángeles Alvariño', del IEO, en La Palma. P. G.

El Ángeles Alvariño, buque adscrito al Instituto Español de Oceanografía (IEO), abandonó hace dos días sus trabajos de investigación en la zona de la fajana –en la isla baja que se ha originado en la costa de Tazacorte– para asistir al barco cisterna que participará en el operativo que aún se está construyendo para poder abastecer de agua de riego a las plataneras de Puerto Naos.

La maniobra evita tener que pedir un recambio a la Península y sumar un nuevo retraso

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El Tomassa perdió el ancla, en la segunda mitad de la pasada semana, durante una maniobra entre el Puerto de Tazacorte y Puerto Naos. La incidencia obligó a activar al Ángeles Alvariño para intentar localizar y, sobre todo, recuperar la pieza que acabó en el fondo del mar. La decisión se tomó con el objetivo de evitar que se tuviera que pedir un recambio a la Península, lo que hubiera retrasado mucho más la puesta en funcionamiento de las dos desaladoras portátiles adquiridas para garantizar la circulación del agua en las explotaciones agrícolas que han perdido sus canalizaciones sepultadas por las coladas del volcán.

La operación comenzó el pasado jueves, cuando la empresa encargada de la instalación del sistema de abastecimiento de agua solicitó la intervención urgente del buque oceanográfico para localizar el elemento extraviado. Para estas labores se empleó el vehículo submarino ROV Liropus, que se encargó de inspeccionar la zona en la que se produjo la incidencia. Después de seis horas de rastreo, el barco del IEO determinó que la pieza cayó al interior de un cañón submarino, por lo que se hizo necesario realizar un trabajo de cartografía: el equipo de geología marina acotó –con una cuadrícula– las zonas en las que podría estar el instrumental del Tomassa.

En uno de los tres posibles puntos en los que podía encontrarse el dispositivo, y tras iniciar la búsqueda, se localizó el anclaje y se procedió a su recuperación. Los responsables de los buques que participaron en esta operación destacan la complejidad del servicio puesto que el ancla cayó a una profundidad de más de 130 metros. De este modo, el Ángeles Alvariño no solo participó en la localización sino que, gracias a un vehículo submarino, colaboró junto al buque cisterna en la recuperación guiando la maniobra para pasar el enorme cabo alrededor del áncora y sacarla del agua.

Vuelta a la rutina

Después de dos días de trabajo, el equipo científico ha podido retomar sus labores frente al delta de lava para la caracterización físico-química y biológica de la columna de agua y el cartografiado diario del avance de la lava en profundidad. El buque Ángeles Alvariño llegó a La Palma el día 17 para continuar con el trabajo realizado en una campaña previa por el Ramón Margalef –una embarcación con las mismas características– en el marco de la erupción volcánica. Un equipo de oceanógrafos, geólogos y microbiólogos estudia desde entonces cómo puede resultar afectado el ecosistema marino ante la llegada de lava al océano, tanto en el hábitat ligado al fondo, como en el que se encuentra junto a la columna de agua. Para ello, en estos instantes se encuentran desarrollando nuevas cartografías del avance de la fajana en el océano.

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