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Volcán de La Palma | La ciencia detrás de la erupción

El volcán de La Palma se alimenta de la bolsa de magma más cercana a la superficie

Solo el 8% de los terremotos en los últimos tres días se han producido a más de 20 kilómetros | El volcán abandona, por el momento, el depósito más profundo

El volcán de La Palma desde Tacande

El volcán de La Palma desde Tacande @involcan

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El volcán de La Palma desde Tacande Verónica Pavés

El volcán de La Palma ha cesado estos días en su empeño de absorber el magma de la bolsa más profunda; la que los científicos piensan que se encuentra a más de 20 kilómetros de profundidad y cerca del magma. Así lo considera Vicente Soler, vulcanólogo del Instituto Productos Naturales y Agrobiología (IPNA-CSIC) quien indica que en los últimos días se ha producido un «descenso de la profundidad» en los terremotos así como una ligera rebaja de su magnitud, dado que en las últimas horas han sido menos seísmos los que han alcanzado una magnitud superior a 4. «Esto nos podría estar indicando que el volcán se está alimentando de la bolsa magmática más superficial», concluye Soler.

Se han producido menos seísmos con una magnitud mayor a 4 y sentidos por la población

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Los científicos han consensuado que la alimentación habitual del volcán tiene origen en dos reservorios magmáticos a diferentes profundidades. Uno de ellos se encuentra a entre 10 y 15 kilómetros de profundidad, coincidiendo con el lugar desde el que el magma ascendió y rompió la tierra hasta emerger hacia la superficie. El otro depósito magmático se encuentra conectado a este pero duerme a entre 20 y 30 kilómetros de profundidad. Esta bolsa también realimenta el conducto principal de salida del volcán. Este reservorio tiene miles de años de antigüedad y es el lugar donde la isla empezó a acumular magma a solo unos metros del manto terrestre. Esta hipótesis tiene su origen en la distribución de los terremotos, que se han estado encontrando, en general, bien en una u otra zona a lo largo de la erupción, lo que corrobora que son movimientos sísmicos asociados a la alimentación del volcán.

Durante este tiempo, han destacado los terremotos más fuertes en los emplazamientos más profundos –de una magnitud mayor a 4 – algo que, según los investigadores, está relacionado con el desabastecimiento de esas bolsas magmáticas. En otras palabras, al irse vaciando el depósito, los huecos que deja el magma caen por su propio peso causando los terremotos de gran magnitud. «Esto explicaría por qué es capaz de generar la suficiente energía como para provocar terremotos de gran magnitud a esas profundidades», reseña Itahiza Domínguez, sismólogo del Instituto Geográfico Nacional (IGN),

En las últimas 72 horas, tan solo el 8% de los terremotos se han producido en profundidades superiores a los 20 kilómetros, mientras que el resto han sido seísmos de diversas magnitudes a entre 17 y 7 kilómetros bajo la tierra. «Cabría esperar que esta sea la manifestación de una falta de aporte profundo», indica Soler. En las últimas 24 horas, han sido menos los movimientos que han tenido suficiente energía como para generar terremotos con una magnitud mayor a 4 así como los sentidos por la población. En este periodo de tiempo se han producido alrededor de 200 terremotos, de los que solo uno tuvo magnitud mayor a 4 –uno de 4,2 a 38 kilómetros de profundidad de Mazo en la noche del jueves–. La intensidad máxima fue de IV y solo ocurrió una vez, con un seísmo de magnitud 3,7 a 10 kilómetros de Mazo.

El IGN no descarta que se sigan produciendo terremotos de gran intensidad

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Pese a la evolución actual de estos indicadores, los científicos mantienen su principio de cautela. De ahí que el Instituto Geográfico Nacional (IGN), no descarte que se sigan produciendo sismos sentidos en la población. Al fin y al cabo, el «nivel de sismicidad actual» sigue siendo alto. De ahí que adviertan de que todavía se pueden producir terremotos fuertes y sentirse con gran intensidad (de hasta VI ), así como originar pequeños derrumbes en zonas de gran pendiente.

Sin deformación relevante

Tampoco hay deformaciones relevantes en ninguna zona de la isla, por eso los investigadores ven muy poco probable que surja una nueva fisura o boca eruptiva en una zona alejada del cono principal, al menos, con la información de la que se dispone en estos momentos. Por el momento, las veces que ha habido una deformación intensa del terreno, la estación afectada ha sido siempre la más cercana al volcán, la de Jedey.

Este cambio en el relieve del terreno puede, por ello, tener más relación con un incremento puntual del aporte de magma hacia el volcán, como si se tratara de una cañería que se deforma por la presión del agua. Los investigadores relacionan la deformación con una fase de la erupción porque, además, cada vez que esta parte de tierra se infla, coincide con una fase de mayor explosividad de las bocas del volcán, como ocurrió en este pasado fin de semana. De hecho, cuando el aporte cesa, también lo hace la deformación que, como mucho, ha llegado a abombar 10 centímetros esta parte de la isla. En el resto de las estaciones persiste una ligera deflación de origen profundo.

La cantidad de dióxido de azufre emitida al día se encuentra en unas 15.000 toneladas

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A esta circunstancia se une a que en los últimos cinco días se ha producido también un descenso continuado de los niveles de dióxido de azufre (SO2), aunque, como insiste el vulcanólogo del IPNA, «hace falta esperar un poco más» para concluir que tiene «algún significado». Según el último informe científico emitido, los niveles de SO2 se encuentran en unos 15.000 toneladas (un valor probablemente subestimado), según los últimos datos recabados por el Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan). En lo que se refiere a la emisión difusa de dióxido de carbono (CO2), ha sufrido varios cambios en la última semana. Mientras en los 10 días comprendidos entre el 12 y el 22 de octubre se observaba una tendencia descendente de este parámetro, el 22 de octubre se observa una tendencia ascendente del mismo llegándose a registrar una emisión difusa de dióxido de carbono (CO2) de 1.372 toneladas diarias el pasado jueves.

Las deformaciones se producen cerca del volcán y están asociadas a más aporte de magma

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Un atisbo de esperanza

La teoría del cambio de la alimentación del volcán genera un cierto atisbo de esperanza para los investigadores con respecto a la finalización de la erupción. No obstante, como insisten, por el momento, las previsiones siguen siendo las mismas, es decir: que estamos lejos del final. De hecho, pese al optimismo que deriva de la mejora de algunos indicadores, el científico remarca que «el volcán sigue tan activo como el primer día». Tras de él, al otro lado de la línea telefónica, se escuchan los rugidos continuos que demuestran sus palabras. De hecho, con el nivel de actividad que ha tenido en los últimos días el cono está sufriendo variaciones continuas que se encuadran dentro de la evolución habitual de la erupción estromboliana, pero que modifican la distribución de la lava ladera abajo. «El campo lávico ya tiene tres kilómetros de ancho y hay muchos frentes activos», insiste Soler. En estos momentos, la nueva colada avanza a 900 metros por hora, lo que recuerda que la erupción, pese a todo, sigue su curso de destrucción.

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