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Crisis volcánica | Los afectados por el proceso eruptivo

Puerto Naos sobrevive a trompicones al desastre del volcán de La Palma

Habitantes de la costa de Los Llanos ven con preocupación que el avance de la lava les impida seguir yendo a sus fincas y casas por el cierre de vías de acceso

Corte de tráfico en un acceso a Puerto Naos

Corte de tráfico en un acceso a Puerto Naos La Provincia

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Corte de tráfico en un acceso a Puerto Naos Christian Afonso

El avance de la colada de lava más al sur del volcán de Cumbre Vieja preocupa, y mucho, a quienes entran a los barrios costeros de Los Llanos de Aridane desde Fuencaliente, puesto que ayer el Cabildo de La Palma procedió a cortar una de las vías de acceso a estas zonas para garantizar la seguridad de la población. Esto supone una dificultad añadida más para los cientos de personas que tienen sus viviendas, negocios o fincas en Puerto Naos, El Remo, Las Manchas, Jedey, Las Norias, San Nicolás o El Charco Verde, entre otros diseminados, y que ven peligrar el poder seguir acudiendo a ellas para recoger enseres, regar o limpiar de ceniza sus parcelas. Si bien el acceso sigue abierto y funcionando con relativa normalidad, tal y como lleva haciendo desde el inicio de la emergencia, los vecinos están inquietos.

Un coordinador se encarga de permitir el acceso de los regantes. | | C. A. S.

La proximidad de la colada más al sur del volcán provocó que el Cabildo insular procediera ayer al cierre al tráfico de la LP-211 entre Todoque y Las Manchas. Esta vía , junto con la carretera de La Majada, se utilizaba para subir desde Puerto Naos a Las Manchas y seguir por la LP-2 hacia Fuencaliente. Sin embargo, ahora tienen que usar el estrecho camino de la Hoya del Verdugo hasta el club de tenis, tanto para bajar, según venían haciendo desde el principio, como para regresar de estos núcleos costeros. De hecho, muchos vehículos de gran tonelaje no pueden utilizar esta vía por problemas para maniobrar en algunas curvas, por lo que operarios se encuentran trabajando contrarreloj para ensanchar algunos tramos y facilitar la circulación.

Álvaro es uno de los trabajadores de las desaladoras que instaló el Gobierno de Canarias de emergencia para abastecer de riego algunas fincas de la costa llanense. Ayer, después de abandonar su puesto de trabajo para llevar a un compañero que no se encontraba bien al hospital, tuvo problemas para volver a incorporarse a sus labores. Cuando salió, la LP-211 todavía seguía abierta al tráfico, pero al regresar ya no lo estaba. «Por la zona de Las Mariposas la carretera está más o menos, pero por Jedey todavía se puede pasar sin problemas», explicó este hombre mientras esperaba a que le dieran el visto bueno para continuar su trayecto hacia Puerto Naos.

Punto de control en el mirador del Charco, en Fuencaliente, ayer. | | C. A. S.

En el puesto de control, situado en la LP-2 a la altura del mirador del Charco, los efectivos de emergencias preguntaban si la furgoneta que conducía Álvaro podía pasar o no, sin obtener respuesta. Lo único que le transmitían era que no podía pasar y que llamara a su jefe para que actualizara la lista de admitidos y se la enviara al Puesto de Mando Avanzado. Tras media hora de gestiones, finalmente dieron el visto bueno y entró a la zona de exclusión para encaminarse a su puesto de trabajo.

Más allá de la inquietud por poder pasar a las tierras en las que trabaja como medianero, a Jorge también le aflige el estado de salud de los suyos. «Yo realmente ya perdí mis tierras por el volcán, pero aun así son muchas las preocupaciones que tenemos encima», señaló. Ayer era la primera vez en muchos días que podía regar la finca de plátanos en la que trabaja, después de que se produjera la rotura de las tuberías de riego, pero la amenaza de la colada número 11 sobre la carretera LP-211 constituye un nuevo dolor de cabeza para este hombre, que le puede abocar a no poder regresar a estos menesteres en las próximas semanas.

Pese a que muchas de las grandes fincas del oeste palmero que no se han visto afectadas por el volcán todavía se encuentran en las inmediaciones de Puerto Naos, La Bombilla y El Remo, son bastantes las que, de menor tamaño, pueblan los barrios de las medianías del valle. Las que discurren por Jedey y Las Manchas tienen sus accesos sin inconvenientes por el momento, y los propietarios pueden acceder a ellas con relativa normalidad, dentro de las circunstancias que existen. Sin embargo, siguen sin disponer de agua para el riego, por lo que han de traer grandes garrafas o cubas para poder irrigar los cultivos y mantener las plantas vivas, aunque sea, ya que la producción se ha visto seriamente afectada y no se podrá recuperar esta temporada, y ya se verá si en las próximas es viable. Es lo que les ha pasado a dos vecinos que ayer se acercaron a atender sus terrenos a este barrio llanense.

En la zona del Charco Verde tiene sus fincas Petra, que ayer se armaba de paciencia en el interior de su vehículo a la espera de que la dejaran entrar en la zona de exclusión para regarlas por primera vez desde que se vieran afectadas las tuberías que llegaban hasta su zona, hace ya más de cuatro semanas. «Una viene con horas de antelación para poder regar dentro de los turnos que tenemos asignados por las comunidades de regantes, y en previsión de lo lento que es todo este proceso en el punto de control», explicó. Uno de los coordinadores que se encuentran en este punto de la carretera LP-2 se encarga de identificar, con sus apellidos, a cada uno de los propietarios que tienen derecho a acceder al cuidado de sus cultivos y los identifica con un cartel que deben llevar visible en el parabrisas del automóvil.

Según comentó Petra, hasta ayer tenían que bajar por una de las carreteras de acceso a sus fincas y luego ascendían por otra, «que es la que ahora está más fastidiada», y que lo que tuvieron que hacer en esta ocasión fue esperar en un tramo regulado por operarios que dejaban subir o bajar intermitentemente por la misma vía, que en muchos puntos es demasiado angosta para dejar pasar dos vehículos en direcciones opuestas al mismo tiempo. «Tenemos unos 15 o 20 minutos, solamente, para regar con el agua de las desaladoras que nos acaban de instalar... Veremos cómo se da», concluyó antes de reanudar su camino.

Al mismo barrio que Petra acudió, algo más de una hora después, Rodríguez, propietario también de una finca que no había podido regar hasta la fecha por falta de agua. Sentado en su todoterreno tipo pick-up mientras esperaba que le dieran el visto bueno, se mostró muy intranquilo con la situación de las carreteras, ya que en ese momento «la única vía de acceso que hay es por la cancha de tenis, y es complicada». En su opinión, lo máximo que se puede hacer por las plantas es «mantenerlas vivas», porque el agua que van a recibir es escasa y las afecciones por la ceniza serán demasiado severas como para poder hablar de una producción óptima.

Rodríguez reconoció que, para esta temporada de invierno, muchos agricultores preferirán que no llueva demasiado, «porque la lluvia va a dañar más de lo que nos va a alegrar». No solo porque afecte a las plantas, sino también porque incrementará el peso de la ceniza acumulada en los tejados de la casa, con el peligro que ello supone de que puedan derrumbarse. «Tengo unos apartamentos en El Remo, y benditas las ganas que tengo de que llueva y me los eche abajo el polvillo que está expulsando el volcán», añadió. La preocupación de muchas de estas personas es, precisamente, ver cómo las coladas han dejado intactas sus viviendas, para que ahora la excesiva cantidad de material volcánico pueda tumbarlas si no la quitan de las zonas más sensibles.

Para agilizar estos trabajos, Julio, un vecino que tiene su domicilio en Las Manchas de Abajo, ha puesto un plástico de grandes dimensiones sobre la cubierta de su casa, de tal manera que le ayuda a «facilitar el trabajo de limpieza, porque barres con el cepillo sobre él y resbala rápidamente». El ingenio no tiene barreras, y se multiplica exponencialmente en situaciones que sacan a la población de su zona de confort. Aunque el cierre de la LP-211 no le ha afectado personalmente, sí que lo ha hecho para acudir a las tierras que tiene su suegra un poco más cerca de la costa, a las cuales hace varios días que no pueden acceder por la proximidad de la lava.

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Proteger el patrimonio familiar

Un poco más al norte de Las Manchas, en el barrio de San Nicolás, tiene una vivienda heredada de sus padres Milagros, que se siente «responsable» de protegerla. El inmueble, una auténtica reliquia de corte colonial que tiene más de un siglo de vida, se encuentra cercada por la ceniza que cubre su cubierta a dos aguas. Ya en su momento, aguantó estoicamente las embestidas del volcán de San Juan, en 1949, que obligó a cambiar las tejas del tejado por otras nuevas para evitar que se abriera un agujero. Igual que en ese momento tan dramático, sus abuelos y padres hicieron lo posible por salvaguardar el legado familiar, ahora Milagros quiere responder de la misma manera para preservar ese patrimonio de sus ancestros por encima de cualquier mal que pudiera surgir.

Ayer, entraron una primera vez a la zona de exclusión acompañados de una cuadrilla de limpieza que contrataron para la ocasión, así como de efectivos de las BRIF que se encuentran apoyando en la emergencia este tipo de situaciones. No obstante, en ese primer viaje, que duró el máximo del tiempo permitido para estos menesteres, Milagros y su marido no pudieron terminar de sacar la ceniza y adecentar los alrededores de la casa, por lo que salieron y volvieron a solicitar permiso para entrar de nuevo y concluir con la limpieza. «Hay mucho que barrer y nos da pena que la casa pueda caer, porque es un legado familiar de mis abuelos muy importante para mí», expresó la mujer. Ella tiene claro que, mientras pueda seguir pasando, seguirá yendo a velar por eso que le genera tanto orgullo, tal y como muestra las fotos que ha sacado a los periódicos antiguos que en su momento leyeron sus ancestros y que permanecen guardados en los baúles del que fuera su hogar.

Otros dos vecinos de origen checo también quisieron entrar ayer al mediodía a su vivienda en Las Manchas para poder continuar con tareas de limpieza en su interior y para quitar la ceniza de la entrada, el patio trasero y las cubiertas. «Nos preocupa la proximidad de las coladas de lava, aunque nuestra casa está por debajo del cementerio y, por el momento, parece que está a salvo», comentó uno de ellos. Durante la jornada, muchas personas residentes en estos barrios fueron llamados a acudir ordenadamente para recoger enseres y estar el menor tiempo posible en el interior de la zona de exclusión por el peligro que entrañaba. Sin embargo, conforme avanzaba el día, se ralentizaba el transcurrir del material magmático, haciendo apaciguar las alarmas un ápice. Por ello, estos oriundos de República Checa pudieron ir a su casa acompañados por un vehículo de emergencia.

Por su parte, otra pareja de origen extranjero se acercó hasta esta zona, acompañada de su perro, en busca de un gato que perdieron hace algunas semanas, entre tanto desalojo por los avances de la colada de lava, y que algunas informaciones de protectoras de animales situaban en las inmediaciones de la popularmente conocida como Plaza Bonita de Las Manchas. Sin embargo, tres cuartos de hora más tarde salieron por donde mismo habían entrado sin la compañía de su mascota y visiblemente decepcionados. Y es que, cada día son muchas las historias que se unen en torno a este punto de control, en el que se animan y conversan vecinos y desconocidos con un mismo sentir: sobrevivir a este morrudo volcán.

Confusión en El Charco


Durante la jornada de ayer, la confusión en el punto de control del Charco, en Fuencaliente, se hizo muy visible entre las muchas personas que acudieron hasta allí para que les permitieran regar, limpiar de ceniza sus casas o recoger enseres y maquinaria agrícola. A media mañana, el Cabildo informó del cierre de la carretera LP-211 y arrancaron las dudas de mucha gente que se encontraba allí o que llegaría más tarde. Todo ello aderezado por la presencia de los medios de comunicación en la zona y de muchos turistas despistados que no sabían dónde se cortaba la carretera y les impedía continuar sus visitas. Cada día, este punto de la carretera LP-2 es un hervidero, un ir y venir constante, pero ayer fue más caótico si cabe. Poco a poco, eso sí, se fue recuperando la normalidad habitual y se siguió dando acceso como de costumbre. | C. A. S.

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