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Salud | Día Internacional del Síndrome de Asperger

El poder de la visibilidad

La madre de un joven grancanario con síndrome de Asperger relata las dificultades a las que se ha enfrentado su hijo en el instituto

Juan Manuel Marrero junto con sus padres, en el domicilio en el que reside la familia. Juan Carlos Castro

Juan Manuel Marrero es un joven grancanario de 16 años afectado por el síndrome de Asperger, que ha sufrido el rechazo de sus compañeros en el instituto. La situación le ha provocado mucho estrés, por lo que sus padres han solicitado al centro que el menor pueda concluir Secundaria de forma no presencial. 

Cuando Juan Manuel Marrero era muy pequeño, sus padres se percataron de que su comportamiento era completamente diferente al que había tenido su otro hijo en los primeros años de la infancia. No hablaba, caminaba de puntillas y no sonreía. La explicación quedó plasmada en el diagnóstico que conocieron cuando el niño tenía poco más de dos años: síndrome de Asperger. Ahora, con 16, puede presumir de ser un auténtico luchador. Y es que desde el inicio de la adolescencia, este joven grancanario, natural del municipio de Moya, ha tenido que lidiar con las barreras que dificultan la integración del colectivo en la sociedad. De hecho, ha sido víctima de acoso escolar. «Es evidente que el problema no lo tiene él, por lo que creo que es necesario visibilizar el conflicto y sensibilizar a la gente», reivindica su madre, Nieves Quintana, en el Día Internacional de este trastorno del desarrollo que se enmarca dentro de los del espectro autista.

Según relata la mujer, Juanma, como lo llaman en casa, se integró muy bien con sus compañeros durante su estancia en el CEIP Santa Catalina, donde llegó con 3 años. «Empezó en un aula enclave, pero el curso siguiente fue a una clase convencional. En ese centro había más de 36 nacionalidades y, cuando pasó a Primaria, no había ningún niño que hablara español», apunta Nieves. Una condición que ayudó a que todos comenzaran a aprender el idioma, incluido él, que empezó a hablar a los 7 años. 

El pequeño estaba muy unido a sus compañeros, pero al concluir el sexto curso del citado nivel educativo, llegó la hora de cambiar de centro para iniciar sus estudios de Secundaria. En ese momento, acontecieron los problemas. «Lo inscribimos en el IES Doramas, en nuestro pueblo, y fue precisamente aquí donde conoció el rechazo. Los alumnos le hacían muchas burlas y lo marginaban, algo que nos sorprendió muchísimo y que lo llevó a repetir curso», lamenta su progenitora

Esta experiencia le provocó a Juanma un profundo malestar que persiste a día de hoy. Ante esto, sus padres han solicitado al profesorado que el menor pueda terminar el curso de forma no presencial, una petición que, de momento, ha sido concedida. No obstante, para poder ratificarla, deberán presentar un escrito a la dirección. «Ya estamos trabajando en esto. Ni un solo compañero o compañera se ha preocupado por conocer a mi hijo durante estos años y él tampoco está ya por la labor», detalla.

El menor ha sufrido el rechazo de sus compañeros y quiere concluir Secundaria de forma no presencial

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A lo largo de todo este tiempo, el estrés ha formado parte del día a día del menor. Recientemente, los facultativos le han diagnosticado la enfermedad de Crohn, una patología crónica que provoca la inflamación del tracto digestivo. «Los médicos nos han dicho que la ansiedad y el estrés pueden estar implicados en el desarrollo de la enfermedad. Sabemos que Juanma lo ha pasado muy mal y que ya tiene fobia al instituto, lo que me lleva a pensar que las dificultades a las que se ha tenido que enfrentar han influido mucho». 

La mujer asegura que los docentes del IES Doramas siempre se han portado muy bien con su hijo y que están «encantados» con él. Quieren que continúe en la modalidad presencial, pero la situación ya ha llegado al límite. «Le ha generado un trastorno en la salud y a veces no tiene ni apetito. Me ha llamado en muchas ocasiones para que lo vaya a buscar y no quiero que se vea obligado a ir a un sitio que le está causando tantos problemas», asevera Nieves. «Aunque lo peor lo vivió el primer año», prosigue, «el resto del tiempo ha estado condenado a la soledad porque no se ha acercado a él ningún adolescente».

«Espero que cuando acceda al mundo laboral tenga las mismas oportunidades que el resto», apunta Nieves

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A esta vigilante de seguridad le cuesta asimilar lo sucedido y no puede salir del asombro. «No entiendo cómo en pleno siglo XXI se siguen produciendo estos episodios», resalta. Lo cierto es que su hijo menor es su «fortaleza» y su ejemplo a seguir. De él destaca su carácter noble, su responsabilidad y su capacidad para perdonar. Además, no puede ocultar el orgullo que siente al admitir que «se le dan muy bien los idiomas» y que es un apasionado del piano. «Tiene muchísimos valores. Ha recibido una educación muy buena desde pequeño y solo espero que cuando acceda al mundo laboral tenga las mismas oportunidades que el resto de personas. No queremos que se encuentre con más obstáculos», recalca. 

Uno de los espacios en los que más cómodo se siente Juanma es en la asociación Aspercan, una entidad que lleva más de 16 años esforzándose por mejorar la vida de las personas aquejadas de este Trastorno del Espectro Autista (TEA). Ahí participa cada semana en diferentes actividades destinadas a potenciar la autonomía y las habilidades sociales. Su padre y tocayo, Juan Manuel Marrero, también interviene en las reuniones que se celebran entre las familias de los afectados siempre que puede. «La asociación nos recuerda que no estamos solos. Sin duda es un gran apoyo», valora Nieves, quien espera que la sociedad sea capaz, alguna vez, de brindar ese mismo respaldo a las personas con síndrome de Asperger.

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