La Provincia - Diario de Las Palmas

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Alicia Martín Jefa del Servicio de Obstetricia y Ginecología del Hospital Universitario Materno Infantil de Canarias

«Hay un estigma en que el estado hormonal es una debilidad para la mujer»

La doctora Alicia Martín, en las jornadas 'Salud, mujer y comunicación' de la Asociación Vivas. ANDRES CRUZ

La doctora Alicia Martín, jefa del Servicio de Obstetricia y Ginecología del Hospital Universitario Materno Infantil de Canarias, impartió este miércoles una charla titulada ‘El baile de las hormonas’, en el marco de la celebración de las jornadas ‘Salud, Mujer y Comunicación’. Durante su intervención, la especialista explicó los cambios hormonales que se producen en las mujeres y puso el énfasis en diferenciar lo normal de lo patológico.

¿Cuáles son los aspectos más destacados de la charla que ha impartido en el marco de las jornadas Salud, Mujer y Comunicación?

La charla ha estado centrada en identificar los síntomas y los signos que tienen que ver con los cambios hormonales que se producen en cualquier mujer, desde que es un embrión hasta el final de su vida. Estos van de la mano de una serie de alteraciones a nivel físico y psicológico que, muchas veces por desconocimiento, se identifican como algo que está fuera de la normalidad. Por eso, a través de mi intervención, he querido separar lo normal de lo patológico y derribar mitos. Las mujeres, al igual que otros grupos sociales, seguimos siendo utilizadas como un nicho de mercado. Esto lo vemos en muchos ámbitos de la Medicina. De hecho, la medicalización de la vida hace que la salud se convierta en un bien de consumo.

Teniendo en cuenta lo que ha expuesto, ¿qué signos o síntomas deben ser objeto de preocupación?

En realidad, hay varios. Desde el punto de vista de los cambios en el estado hormonal, hay que saber que a lo largo de la vida de la mujer hay momentos claves como la pubertad, el embarazo, el puerperio o el período perimenopáusico –los años previos a la menopausia–. En este sentido, deben preocuparnos los cambios de humor que se prolongan mucho en el tiempo. Todos sabemos que la adolescencia es un período de la vida difícil, en el que es frecuente que se produzcan alteraciones en el estado de ánimo. Sin embargo, cuando estos estados emocionales se acentúan mucho, probablemente se saldrán del rango de la normalidad. No obstante, cuando esto ocurre en los años previos a la menopausia, también es posible que se esté perpetuando un estado que debe ser examinado por los especialistas. En el caso del puerperio, hay que tener en cuenta que es un momento en el que la mujer se encuentra especialmente mal. En estas situaciones, según la literatura médica, hay que consultar cuando esta sensación de malestar se mantiene por encima de las seis semanas después del parto. Otro de los asuntos que no debemos omitir es la menstruación. Y es que las mujeres tienen que saber que la regla se sale de la normalidad en tres situaciones: cuando dura más de siete días, cuando el sangrado obliga a cambiar de compresa o tampón por debajo de la hora, o cuando el dolor impide realizar las actividades cotidianas.

¿Cree que los cambios hormonales que se producen a lo largo de la vida de la mujer continúan estigmatizados?

Sí. Desgraciadamente, continúa siendo habitual escuchar comentarios que asocian nuestro mal humor a la regla o a la menopausia. En nuestra sociedad hay un estigma en que el estado hormonal puede ser una debilidad para la mujer. Esto se basa, fundamentalmente, en el desconocimiento que se tiene acerca de los cambios que experimentamos. 

¿Cómo valora la propuesta del permiso menstrual?

Mi valoración es absolutamente positiva, siempre y cuando haya regulación. Me preocupa que lo que puede ser una oportunidad para todas nosotras se transforme en un elemento de segregación. 

Ha hablado de que en muchas ocasiones las mujeres son un nicho de mercado. ¿Cómo se puede interpretar esto?

Lamentablemente, en algunos ámbitos de la Medicina se busca un perfil de pacientes sanas y se crea una necesidad que no existe. Esto nos transforma a las mujeres en un claro objetivo de mercado. Un ejemplo lo pone la suplementación vitamínica durante el embarazo, ya que las sociedades científicas han demostrado que en mujeres sanas esto no sirve para nada. Últimamente, también se ha puesto de moda una práctica que ni me gusta, ni responde a ninguna terminología médica: el rejuvenecimiento vaginal. Como ginecóloga y especialista en Suelo Pélvico, no entiendo qué significa este concepto. La realidad es que se está reclamando que muchas mujeres accedan a un tratamiento que consiste en aplicar un láser u otro tipo de tecnología que, supuestamente, mejora el tono, la elasticidad y el trofismo. Lo cierto es que nadie ha demostrado a día de hoy que esto sea verdad y mucho menos que mejore la funcionalidad sexual. Pero el conflicto es más profundo, pues desde hace tres años la FDA alertó de que la tecnología láser para tratar otros problemas como la incontinencia o la hiperlaxitud vaginal, además de no haber demostrado eficacia, puede producir quemaduras severas. Estos son solo algunos ejemplos que evidencian que las mujeres estamos siendo utilizadas como un nicho de mercado. 

¿Es habitual preguntar por este tipo de tratamientos en las consultas?

Nosotros, como servicio público y como unidad de Suelo Pélvico de referencia de toda la provincia de Las Palmas, no ofrecemos en nuestra cartera de servicios tratamientos que no tienen solidez científica. Lo que sí observamos es que acuden mujeres que se han sometido a estas técnicas y que, en el mejor de los escenarios, no les han hecho efecto. Otras, en cambio, han sufrido lesiones térmicas o, de forma secundaria, y como consecuencia de pequeñas quemaduras, estenosis.

«Por desgracia, hay modelos de asistencia en los que la mujer es un elemento pasivo»

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La violencia obstétrica ha sido uno de los ejes principales de estas jornadas. ¿Considera que es necesario crear conciencia social sobre este problema?

Por supuesto. La mujer tiene todo el derecho del mundo a llevar el control de su parto y su posparto. Negar la existencia de la violencia obstétrica es como decir que hacemos todo bien tanto en la sanidad pública como en la privada. Por desgracia, hay modelos de asistencia en los que la mujer es un elemento pasivo. El hecho de no contar con ella a la hora de ofertar los cuidados es, precisamente, la base de la violencia obstétrica. Es imprescindible evitar estas acciones y no perder de vista que nuestra obligación como profesionales es ofrecer siempre el mejor nivel de cuidados. 

¿Cómo trabajan en el Materno para evitar esta clase de episodios?

Tenemos un servicio que lleva 30 años esforzándose en intentar realizar el menor nivel de intervención posible en los partos. Nuestra tasa de cesáreas es la más baja de España, junto con la del País Vasco, porque creemos que la maternidad es un elemento fisiológico en el que debemos intervenir lo menos posible. Además, contamos con paritorios unipersonales desde hace más de dos décadas, por lo que las mujeres dilatan y paren en un paritorio exclusivo para ellas, acompañadas de una matrona. En definitiva, considero que somos un servicio muy solidario en la lucha contra la violencia obstétrica y nos preocupamos mucho por respetar los deseos de la mujer y su intimidad en el momento del parto. 

¿Ha afectado la pandemia de coronavirus a la calidad asistencial?

Hemos intentando minimizar el impacto sumando esfuerzos. De hecho, nuestras mujeres han podido estar acompañadas de una persona en el momento del parto, incluso en el período de confinamiento. Nuestro nivel técnico continúa posicionado en grados de excelencia y este año hemos vuelto a ser, por quinto año consecutivo, el mejor servicio del país. Sin embargo, desde el 5 de agosto de 2021, una de las plantas de hospitalización –en concreto, la séptima– fue destinada a abordar los casos Covid. Esto nos ha hecho restar el porcentaje de hospitalización individualizada que reuníamos, pues antes de esa fecha se situaba por encima del 80%. Pero lo más importante es que los niños que necesitan cuidados especiales por parte del Servicio de Neonatología, ahora tienen que ser separados de sus madres unos días porque ya no contamos con el espacio destinado al alojamiento conjunto. Nuestro objetivo es recuperar esta planta y la Dirección Médica y la Gerencia ya se han comprometido a eso. 

 ¿Qué retos se marca como responsable del Servicio de Obstetricia y Ginecología?

Por un lado, contar con un área de hospitalización de baja intervención destinada a mujeres de bajo riesgo, lo que permitiría que esos partos tuvieran menos medicalización. Por otro, desarrollar una unidad de Salud Mental Perinatal, integrada por psiquiatras, psicólogos, ginecólogos y matronas, que atiendan a todas aquellas mujeres que han tenido un parto con resultados adversos. 

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