La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Aniano Hernández Guerra | doctor en sociología y profesor de la ulpgc

«Las necesidades de población se han compensado con la inmigración»

El doctor Aniano Hernández Guerra. | | LP/DLP

Según el Instituto Nacional de Estadística –INE–, en el primer semestre del año la natalidad cayó un 25% en las Islas con respecto a 2016. ¿Cree que los datos actuales se pueden traducir en un problema en el futuro?

La caída de la natalidad es un comportamiento demográfico recurrente en España y también en Canarias. Llevamos más de 30 años con esta tendencia, por lo que no es un problema actual, ni creo que lo será en el futuro. En todo este tiempo las necesidades de población se han compensado con la inmigración, que ha sido y seguirá siendo intensa. El debate más bien sería si el crecimiento de la población tan fuerte que hemos tenido nos proporciona un bienestar social adecuado. En los últimos 40 años la población canaria ha crecido en 800.000 personas, lo que significa que casi se ha duplicado en ese tiempo, y ese ritmo es característico de los países poco desarrollados. Entonces el problema puede que no sea la caída de la natalidad, sino el exceso de población. En realidad, no sé cuánto más puede seguir creciendo la población residente en Canarias, pero en el fondo creo que es el modelo de desarrollo económico que hemos elegido –turismo-construcción– el que nos impone la necesidad de fuerza de trabajo intensiva, porque hemos primado el crecimiento de la cantidad sobre la satisfacción y la calidad. Además, es un modelo basado en la precariedad laboral y, en general, en bajas condiciones sociales de vida: salarios, educación, salud pública, vivienda y transportes. Lo cierto es que aún no hemos acabado de mejorar estos factores. Por tanto, el debate debe centrarse en si es posible que nuestra estructura económica soporte y sea capaz de responder a las necesidades elementales propias de una sociedad desarrollada, tales como la alimentación, la vivienda, el empleo, la salud y la educación, y en si es posible satisfacerlas para el alto volumen de la población canaria actual y futura. Yo diría que planteado así somos una región muy vulnerable.

¿En qué medida ha afectado la pandemia a este descenso?

En la medida que las condiciones de vida y las expectativas socioeconómicas se rebajen es obvio que la natalidad seguirá bajando. Por tanto, la pandemia, al igual que provocó la desaparición de miles de empresas y trabajadores, también redujo los nacimientos, los matrimonios y, posiblemente, la convivencia de parejas de hecho y el ritmo de la independencia de los jóvenes del hogar familiar. En general, muchos aspectos de la vida social se han visto truncados y muchas personas se han visto obligadas a modificar sus proyectos y a buscar oportunidades que en muchos casos no aparecen.

¿Qué balance realiza sobre la situación de España si la compara con la de otros países de Europa?

Europa en general tiene un índice de fecundidad bajo, de 1,5 hijos por mujer de promedio, pero España es el país de la Unión Europea con menor índice (1,1 hijos por mujer). Hay países por encima de la media, normalmente naciones del centro y el norte como Dinamarca, Suecia, Islandia, Países Bajos y Alemania, que, por sus mejores condiciones económicas y su tradicional baja natalidad, vienen desarrollando políticas directas de apoyo a la reproducción y a las familias. Además, para compensar el envejecimiento de la población, garantizar una población activa suficiente y sostener el sistema de bienestar social, estos países tienen políticas migratorias flexibles, de forma que logran atraer población extranjera, principalmente de países poco desarrollados o con conflictos sociopolíticos. Piense que en Países Bajos, por ejemplo, no existe el paro, más bien tienen una fuerte necesidad de trabajadores, por lo que sus políticas sociales buscan atraer e integrar. De hecho, en las últimas décadas se han marchado muchísimos jóvenes españoles, en su mayoría cualificados, a trabajar a esa zona de Europa, y hay un reflujo de vuelta que yo creo positivo para nuestra evolución socioeconómica porque trae experiencia, calidad, emprendimiento e inversiones. Quizá habría que posibilitar, con mayor impulso político-institucional, que jóvenes menos cualificados y desempleados mayores de 45 años pudieran acceder a oportunidades de empleo en estos países ricos pero necesitados de población activa, al menos de una forma provisional.

¿Considera que urge establecer políticas destinadas a potenciar la natalidad, que apuesten por conciliar la vida laboral con la familiar?

Por supuesto que esa conciliación es importante y hay que seguir ampliándola en el conjunto de las relaciones laborales, pero en España no será suficiente para aumentar el índice de fecundidad. Se necesita una seguridad salarial y unas facilidades de acceso a las viviendas más contundentes, así como otras políticas enfocadas a la mejora socioeconómica de los jóvenes y las mujeres, que son los colectivos más discriminados. Pero también le diré una cosa, en los tiempos que corren, la reducción del número de hijos es una cuestión de estilo de vida, una decisión privada de la pareja o la persona que tiene que ver con las ideologías o con los estilos de consumo, las expectativas profesionales, así como otras razones no puramente económicas. De alguna forma se rechaza la responsabilidad de tener hijos porque va en contra del estilo de vida hedonista, placentero, que nos hemos marcado. Mientras la crianza de hijos suponga un fuerte sacrificio personal y vital, y la relación coste-beneficio sea negativa, no será fácil cambiar las ideas de los jóvenes para que se animen en esa tarea que requiere mucho compromiso, responsabilidad y renuncia de satisfacciones inmediatas.

La tasa de desempleo y el incremento del nivel de vida son algunas de las razones que explican la reducción. ¿Cómo deberían actuar las autoridades?

El mercado de trabajo español y canario vienen pidiendo a gritos, desde hace mucho tiempo, una reforma estructural que mejore las condiciones de seguridad, salariales y formativas del empleo. Con ello se lograría ganar en productividad y las empresas españolas serían más competitivas frente al exterior. Quizá la reforma laboral aprobada por el Gobierno actual se quede corta, aunque ya está dando señales de mejora, al menos en la mayor estabilidad de los trabajadores. Ahora viene el reto de la inflación, que está afectando directamente a los bolsillos de los menos favorecidos, porque no pueden soportar la subida de costes de la vida. Sin embargo, esto afectará también a las pequeñas y medianas empresas y a los autónomos, ya que se reducirá la rentabilidad de sus actividades y muchas de ellas cerrarán. Las políticas económicas tienen que volcarse sobre estos segmentos y hacerles llegar las ayudas y las orientaciones de forma ágil y fácil. Esto es posible, se ha logrado con la crisis del Covid-19 o con el volcán de La Palma, donde miles de empresas y trabajadores se han salvado gracias a un sistema ágil y efectivo de ayudas económicas públicas.

¿Qué conflictos puede suponer para una sociedad el exceso de población envejecida?

Es una de las contradicciones más importantes de los tiempos que vivimos. Por un lado, el envejecimiento se acelera para cientos de miles de personas y necesitaremos nuevos servicios y actividades para satisfacer las demandas de este segmento. Por otro, los nacimientos no son suficientes para garantizar el reemplazo de la población necesaria para sostener el sistema de bienestar social y la propia población activa, que ha de ser amplia y diversa. Creo que esta contradicción se irá resolviendo en los próximos años: las salidas a la jubilación tienden a ser mayores que las nuevas contrataciones en el mercado de trabajo, con lo que la oferta de empleo puede llegar a ser mayor que la demanda. Entonces las condiciones laborales mejorarán a favor de los trabajadores y quizá se compensaría el envejecimiento con una generación de nacimientos abultada en los próximos años. Es una perspectiva que se vislumbra y que mejoraría el futuro de los jóvenes, por fin.

¿Cree que es necesario potenciar la educación en las escuelas sobre los nuevos modelos de familia?

Creo que los modelos de familia no se deben imponer por decreto, ni se deben potenciar en las escuelas. En ellas hay que potenciar la ética personal, el civismo público, el conocimiento y la autocrítica, la educación de valores sociales, etcétera. La familia que alguien quiera construir debe ser una opción libre y siempre en el marco de la ley y del respeto a los derechos fundamentales.

Los recursos privados no están al alcance de todos. En este sentido, ¿cree que se deben ofrecer más oportunidades en la sanidad pública en materia de tratamientos de fertilidad, por ejemplo, a estos nuevos modelos de familia?

No creo que deban tener prioridad ahora mismo. El sistema sanitario público está tan mal desde el punto de vista de la prevención –Atención Primaria–, el tratamiento –especializaciones y consultas externas– y las intervenciones quirúrgicas, que lo importante ahora es salvar vidas, ya que muchas se quedan en la cuneta por el atasco del sistema sanitario. Ahora bien, esta consecuencia también puede ir de la mano del posible exceso de población de Canarias.

Compartir el artículo

stats