El décimo aniversario de la muerte de José Alonso Morales reunió en la Casa de la Iglesia a un «grupo de amigos» para homenajerar al sacerdote, filósofo y profesor que creó y alentó el Aula de Cultura Manuel Alemán, obra que celebra sus tres décadas de existencia en el seno de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Pepe Alonso, nacido en Arico y enraizado en Artenara, fallecido a los 73 años, se entregó a la creación de un instrumento de colaboración entre la Diócesis y la Universidad para dinfundir el pensamiento crítico y el diálogo fe cultura, que ha dejado profunda huella.

Presentaron el homenaje el catedrático Jesús Pérez Peña, director del Aula Manuel Alemán; el obispo auxiliar Cristóbal Déniz y el vicerrector de Cultura de la ULPGC José Miguel Álamo. Ante ellos el rector de La ULPGC Lluís Serra ; los exrectores Francisco Rubio Royo y José Regidor; José Miguel Pérez; Guillermo García Alcalde; Marino Alduán, Isabel García Bolta; Carlos Cabrera, Daniel Barreto, Daniel Pérez, Isabel Luján, María Dolores Díaz Palarea, Santiago Candela, Alberto Pérez Ayala, Bonifacio Cabrera, Antonio Espadas, Isabel Pérez, Ana Díaz y José Antonio Luján, entre otros, asi como muchos más que, sin estar presentes en la Casa de la Iglesia, se unieron y compartieron sentimientos. Abrió el acto Dulce María Rodríguez Suárez, violonchelista, y cerró el timplista Germán López. La música es «otro de los ingredientes que mantienen vivo el recuerdo de Pepe», según Jesús Pérez Peña. Ni filosofía ni teología se entrometieron entrenotas y recuerdos, entre el timple y el Bentaiga. Todo uso de la palabra fue para recordar su vida, su humor, su sensibilidad y su fe.

Cristóbal Déniz confesó que sus dudas en el camino al Seminario se despejaron con el consejo de un sacerdote experto en pastoral vocacional. «Pienso que Pepe Alonso fue el instrumento de Dios para decirme la palabra que me diera confianza y seguridad. Estoy agradecido por haber podido darle las gracias en vida», rememoró el hoy obispo auxiliar diocesano.

José Miguel Pérez se apoyó en dos textos de Pepe Alonso como «guía» para estos tiempos convulsos, uno sobre el ejemplo de Abraham y otro sobre «la Verdad» de Jesús de Nazaret, para concluir que aún «dan luz clara». «Lo demuestra que hace diez años se fue a otro sitio, no se dónde, pero nos sigue dejando el rastro de por donde tenemos que ir los demás», concluyó Pérez.

Marino Alduán, con recuerdos adolescentes del viejo Seminario compartido sobre el mismo suelo, acudió al «que diría hoy» su maestro y amigo. Del in memoriam pasó al «in futuro» después de dejar un retrato de un «filósofo risueño» con «la socarronería de un cumbrero estructuralista y con un vitalismo que coqueteó con el hedonismo». «Nos decía, hay que reírse más y reírse juntos, no podemos ser tan dramáticos, tan trascendentalistas. Y cuando veníamos con nuestras penas nos soltaba: ‘de otras peores hemos salido a lo largo de la historia’. Eso le valía todo lo que él sabía», remató Alduán.

«Pepe decía: queremos interrelacionar la fe, la cultura, las creencias, los valores y las utopías, y no solo de la religión católica»,

Francisco Rubio Royo - Exrector

Siembra

Francisco Rubio Royo repasó los orígenes de la ULPGC desde la colaboración con el obispo Ramón Echarren, «fantástico del equipo de Tarancón»; el apoyo que recibió como candidato a rector del propio Manuel Alemán, y el propósito compartido de incluir el Instituto Teológico en el campus de Tafira. Rubio Royo no solo trabó íntima amistad con Echarren también lo hizo con Pepe Alonso y Pedro Fuertes. «Pepe decía: queremos interrelacionar la fe, la cultura, las creencias, los valores y las utopías, y no solo de la religión católica», y así impulsó el Aula, según Rubio Royo que le ayudó con intensidad.

Desde que el Instituto Pérez Galdós con el filósofo, Isabel García Bolta recibió la semilla intelectual «de la duda» que ha marcado su vida. «Pepe Alonso no se ha ido. Su memoria y su inmortalidad están, si duda, en la continuidad del fruto de la semilla que plantó en todos nosotros», dijo agradecida García Bolta.

Guillermo García Alcalde, desde su óptica de agnóstico apasionado, subrayó la huella que le ha dejado Pepe Alonso con quien descubrió «que realmente puede haber un pensamiento cristiano absolutamente defendible, en términos de debate filosófico, pero sobre todo consolador, un apoyo moral impresionante». Un amigo.