Laboral

Las demandas de incapacidad por dolencias de salud mental repuntan frente a las físicas

Abogados destacan un aumento de casos relacionados con tendencias autolíticas, ansiedad o depresión en los últimos años

“En muchos casos el trabajador tenía reconocido un grado total y reclama el absoluto”, aprecian

Trabajadores en sus puestos de trabajo.

Trabajadores en sus puestos de trabajo. / MARTA G. BREA

Elena Villanueva

Junto a los despidos o reclamaciones de salarios, las demandas contra el Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) se han convertido en uno de los procedimientos estrella en los Juzgados de lo Social. Esta materia abarca desde la concesión de la prestación del complemento de maternidad en las pensiones de jubilación hasta la reclamación del Ingreso Mínimo Vital, si bien la casuística que centra estos pleitos son las incapacidades o la determinación del grado del las mismas –parcial, total o absoluta–. Agotada la vía administrativa, son muchos los trabajadores que no dudan en acudir a la judicial. Y la prueba está en que estos juzgados especializados en materia laboral registran anualmente medio millar de demandas para acceder a estas prestaciones.

Dolencias físicas o psíquicas

El abanico de dolencias o patologías que motivan estas declaraciones de incapacidad laboral son múltiples y habitualmente físicas atendiendo a la particularidad de cada profesión: cardiopatías, enfermedades cardiovasculares, fibromialgia, lumbalgias, hernias... Sin embargo, varios abogados han notado un aumento de casos de reclamaciones de incapacidad relacionadas con dolencias psíquicas o relativas a la salud mental como depresiones, trastorno bipolar, ansiedad o incluso estrés postraumático.

“Estamos teniendo muchos casos al respecto, y no todos tiene su origen en el propio trabajo, pero sí afectan a la hora de su desarrollo. Por ejemplo, nos han llegado casos de empleados con ideaciones autolíticas o con depresión, incluso casos que requerían de ingresos hospitalarios. Sí vemos un repunte en los últimos años”, explica la abogada laboralista Rosana Álvarez.

Estrés o ansiedad

La letrada explica también que cada vez son más frecuentes las situaciones en las que una incapacidad o baja médica por dolencias físicas deriva en una psíquica. “Por ejemplo, un trabajador que está a punto de reincorporarse sí puede sufrir de estrés o ansiedad por pensar que no está preparado, por no rendir, sentir otra vez la presión... Muchas veces una causa te lleva a la otra”, precisa Álvarez.

Ejemplo de ello son dos recientes sentencias del Juzgado de lo Social n.º 2 de Vigo en el que se conceden incapacidades permanentes, en diferencias grados, por una psicosis y un trastorno obsesivo compulsivo por adicción al trabajo.

Psicosis

En el primero de los casos, de fecha 4 de septiembre, el empleado presentó demanda frente al INSS por considerar que se encontraba en situación de incapacidad permanente absoluta frente a la resolución negativa de la Seguridad Social que le concedió la prestación, pero en un grado inferior, la incapacidad total (que considera que no está capacitado para desarrollar su profesión habitual –en este caso limpiacristales– pero sí otras).

Las patologías que sufre este trabajador son episodios psicóticos, ideación delirante, sufrimiento personal intenso y marcado aislamiento social. El magistrado de Vigo estimó la demanda del empleado al no entender que este trastono “incapacite para unos trabajos y para otros no”, llegando a calificar de “ilógica” la graduación del INSS. “El trastorno psicótico que padece el trabajador debe ser acreedor de la incapacidad permanente absoluta interesada; esta dolencia proyecta una situación invalidante para todo tipo de trabajo, ya que el mismo exige una actitud y aptitud intelectual fuera de todo constreñimiento interior que esta enfermedad no concede”, argumenta el juez.

Sin doctrina unificada

Este magistrado, también juez decano de Vigo, Germán Serrano, precisa la importancia de analizar bien cada“caso concreto”. “Una dolencia puede incapacitar para un trabajo mientras que para otro no al no existir una doctrina unificada en sede de incapacidad permanente”, incide.

Por ello, en el segundo de los casos, al trabajador diagnosticado “desde 1998 de un trastorno obsesivo compulsivo (TOC) con rasgos de personalidad anancástica y obsesiva tendente al perfeccionamiento” se le declaró en situación de incapacidad permanente total.

En este caso, el operario requería la pretensión de contingencia de accidente laboral la cual fue desestimada por no considerarse causa exclusiva de la enfermedad la ejecución de su trabajo, al padecer ya una patología de base.

Incremento en el grado

A este respecto también incide la letrada Rosana Álvarez, apuntando que en estos procedimientos de incapacidad permanente por dolencias de salud mental es habitual que los demandantes reclamen un incremento en el grado de la misma. “Por ejemplo si el INSS le reconoce la incapacidad total piden subirla hasta la absoluta”, concluye la abogada.

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