Investigación

Canarias, entre las regiones que mejor vigilan el aumento de superbacterias

El Archipiélago es una de las pocas comunidades que cumple los requisitos para controlar, evaluar y hacer seguimiento de las resistencias a los antibióticos

Prueba de cómo una bacteria actúa frente a un fármaco concreto.

Prueba de cómo una bacteria actúa frente a un fármaco concreto. / La Provincia

Verónica Pavés

Verónica Pavés

Canarias se encuentra entre las regiones que mejor vigila la proliferación de superbacterias, es decir, aquellas que han ideado mecanismos para sobrevivir a una amplia gama antibióticos muy utilizados en la práctica clínica. Este trabajo, que realizan en red varios centros de investigación y hospitales alrededor de España, es fundamental para el país, ya que permite conocer qué fármacos están perdiendo efectividad y poner en marcha acciones para tratar de paliar lo que muchos ya consideran la próxima pandemia mundial: la resistencia antibiótica.

El Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria es el centro encargado de realizar el control, evaluación y seguimiento de estas bacterias en Canarias dentro de la Red de Laboratorios para la Vigilancia de Microorganismos Resistentes del Gobierno de España. Una iniciativa incluida en el Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN), para dotar a España de los recursos necesarios para enfrentarse al que se está convirtiendo en un problema sanitario en todo el planeta.

Sin embargo, no todos los laboratorios que han sido acreditados para realizar esta vigilancia de microorganismos resistentes cuentan con los recursos necesarios para llevarla a cabo de forma correcta. Una circunstancia que está condicionando la implementación de la propia red y que provoca que se produzcan diferencias notables entre comunidades autónomas.

Canarias ha podido abordar el problema con análisis pormenorizados, lo que le permite conocer al milímetro qué bacterias han desarrollado mecanismos para sobrevivir a los antibióticos, llegando incluso a detectar cuál es el mecanismo evolutivo específico que les ha llevado hasta ahí. Sin embargo, por falta de capacidad de secuenciación o la escasa coordinación entre laboratorios provoca que otras tantas comunidades (como Madrid, Asturias, Navarra, Galicia o País Vasco) lastren la posiblidad de realizar una vigilancia común para todo el país.

La resistencia a antibióticos ya causa más de un millón de muertes cada año en el mundo

De este control exhaustivo el Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria ha podido evaluar cómo la resistencia antibiótica está llegando a Canarias. En concreto, ha comprobado que existe un alto número de bacterias que han desarrollado un mecanismo de resistencia antibiótica a los fármacos de amplio espectro. Los que se utilizan «para todo». En este sentido, fármacos como el imipenem, meropenem o el ertapenem son algunos de los medicamentos que podrían perder eficacia a largo plazo.

Pero Canarias solo es una pieza del gran puzle global al que afecta esta crisis sanitaria. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la resistencia a los antibióticos podría causar hasta 10 millones de muertes en 2050 –es decir, más aún que el cáncer– y sumir en la pobreza extrema a hasta 24 millones para 2030. Pero es que a día de hoy, como constata el microbiólogo del Hospital de La Candelaria, Diego García, «ya se producen 1,27 millones de muertes al año en el mundo atribuibles a la resistencia antibiótica».

El problema se está acrecentando especialmente en los países más pobres. Un reciente estudio de un grupo de investigación australiano y publicado en la revista Stroke, muestra evidencias de que la resistencia antibiótica está generando que muchos niños del planeta carezcan de fármacos efectivos para hacer frente a algunas bacterias comunes, incluidas las que causan sepsis y meningitis. En concreto, según este estudio publicado recientemente, los afectados son menores que residen en el sudeste asiático y en el Pacífico.

«Hay muchos problemas de base en esos países que incentivan que estas cosas ocurran», explica García. Lo primero es que existe un descontrol en el uso de antibióticos. «Cualquier persona los puede adquirir en cualquier lugar», insiste. En España la venta de antibióticos está regulada y no se pueden adquirir sin receta médica en ninguna farmacia.

Por otro lado, las gestión de aguas en esos países carece de control y de ningún tratamiento. «Esto facilita que los microorganismos hablen los unos con los otros y aprendan nuevos mecanismos de resistencia antibiótica», recalca el investigador.

En España existe un mayor control de las aguas, pero no es tan sencillo. Al fin y al cabo, las bacterias se encuentran en todo lo que nos rodea. La naturaleza, los animales y los seres humanos compartimos las mismas bacterias, por lo tanto, las infecciones entre uno y otro se comparten, así como las resistencias. Por esta razón, para poder ponerle coto, los esfuerzos de países y comunidades deben tener una perspectiva global, en lo que se conoce como One Health.

Este concepto, introducido a principios de siglo, puso nombre por primera vez a algo que ya se sabía: la salud humana y la sanidad animal son interdependientes y están vinculados a los ecosistemas en los que habitan. De ahí que se haga tanto hincapié en establecer controles de uso de antibióticos en las granjas así como vigilar cómo llegan al medio para evitar que sean consumidos por los humanos.

Algunos países del sudeste asiático están encontrando problemas para tratar a los niños

España es uno de los países que más ha avanzado en este sentido, tomando medidas en el mundo agrícola y en sanitario, en el marco del PRAN y logrando buenos resultados iniciales. «En la práctica se notan diferencias entre los países que han puesto en marcha un plan estratégico y aquellos que carecen de él», insiste. En paralelo, por el lado de la investigación se están dando pasos también para crear alternativas a los antibióticos. Una de ellas es la fagoterapia, que utiliza virus bacteriófagos para acabar con las bacterias. «Apunta a que puede tener muy buenos resultados», explica Diego García.

Nuevos tratamientos

Según un análisis publicado en 2018 por científicos españoles en Pubmed, «es muy probable que la fagoterapia encuentre aplicación y utilidad en aquellas infecciones que cumplan condiciones favorables como las causadas por bacterias multirresistentes sin alternativas, cargas bacterianas elevadas y fácil accesibilidad anatómica al foco de la infección».

No obstante, aunque se están dando los pasos correctos para acabar con la resistencia antibiótica en España y en muchos países del mundo, a la comunidad científica se les antojan demasiado lentos. «Avanzamos en un Ford Fiesta mientras las bacterias se alejan en un Ferrari», destaca García.

Con este símil, el microbiólogo refleja la crisis a la que se está enfrentando la humanidad pues, mientras se necesita, de media, un lustro para poder revertir una resistencia antibiótica, las bacterias son capaces de mutar varias veces al año para conseguir resistencia no solo a uno, sino incluso a varios fármacos antibacterianos. Además, el problema se complica puesto que cuando un paciente llega al hospital «hay que tratarlo con todo lo que tengas» y es importante «acertar con el tratamiento desde el principio de infección porque si no es peor».

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