In Memoriam

Antonio Larena Avellaneda Mesa

Wolfredo Wildpret de la Torre

Hace unas semanas conocí la triste noticia del fallecimiento de mi amigo fraterno Antonio Larena Avellaneda. Acababa de recibir un mensaje telemático de Magdalena, su esposa, en que nos comunicaba el fallecimiento repentino de su marido el 28 de noviembre pasado en medio del océano Atlántico a bordo de un crucero que finalizaría su travesía en la isla caribeña de Martinica. 

Estoy acostumbrado a lamentar con cierta frecuencia los fallecimientos de amigos, compañeros e incluso familiares. Casi siempre el pensamiento te lleva a recordar momentos gratos convividos. En ocasiones recordar a mi hermano Leo o por citar solo a uno de mis mejores amigos, Manuel Bello Alonso, el cerebro te despierta momentos felices y entrañables de nuestra convivencia. En esta ocasión, el shock fue brutal. 

Antonio nació en Las Palmas de Gran Canaria el 22 de abril de 1936, el mismo año que su compañero y amigo del Colegio de los Jesuitas, Jerónimo Saavedra Acevedo, nacido el 3 de julio de 1936 y fallecido el 21 de noviembre de 2023, y de mi hermano, también amigo fraterno, nacido el 1 de octubre de 1936 y fallecido el 12 de febrero de 2003. Inició su carrera de Medicina cursando el primer año de la licenciatura en la Universidad de La Laguna y el resto lo finalizó brillantemente en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid con Premio Extraordinario. 

Conocí a Antonio en marzo de 1955, cuando ingresé en el Colegio Mayor Antonio de Nebrija de la Universidad de Madrid. Nada más conocernos nació una amistad y un compañerismo que, con el tiempo y a pesar de la distancia, fue sólido y fraterno. Persona de carácter amable y alegre. A pesar de ser considerado un “empollón”, tenía tiempo para compartir con el resto de colegiales que le respetaban y le querían. Su capacidad de estudio era impresionante, pero le quedaba tiempo para participar en las actividades culturales del colegio y en el equipo de rugby del Nebrija, donde ocupaba el puesto de pilier en la primera fila de las melés a mi lado. Quiero recordar en este momento al arquitecto palmero Juan Julio Fernández colegial nebrijano y también componente del equipo de rugby fallecido recientemente. 

Finalizada la licenciatura, se desplazó a Inglaterra y, poco tiempo después, llegó a la Universidad de Colonia en la Westfalia de la Alemania Federal, donde realizó su tesis doctoral e inició una carrera científica y profesional con la que llegó a ser catedrático de dicha Universidad y director del Hospital Universitario St. Katharinen-Hospital en Frechen hasta su jubilación. Basta leer la esquela publicada en Internet por el actual grupo de gobierno del mencionado hospital para confirmar mis reflexiones. Tuve la ocasión de visitarlo en numerosas ocasiones en Frechen, localidad próxima a Colonia donde vivía, por diversos motivos. A pesar de vivir lejos de su patria chica, Gran Canaria, no dejó de visitarla con frecuencia. Ya jubilado y en compañía de su esposa Magdalena Ramírez-Arellano Ramming, de origen mexicano, venía estos años pasados en invierno para bañarse en la Playa de las Canteras y en verano para disfrutar de la isla. 

Tuvo de su primera esposa un hijo, Axel catedrático en la Facultad de Medicina de la Universidad de Hamburgo, el cual tiene tres hijos. Su hija Susana tiene un hijo y reside en Hannover. Después de enviudar, tuvo la suerte de encontrar a Magdalena, con la cual disfrutó hasta el final de una vida llena de entendimiento y felicidad. Tuvimos con ella hace unos días una larga y emocionante charla telefónica. Gracias, Magdalena. Canarias ha perdido un paisano, profesional de alto prestigio, en Alemania y en Europa quizás poco conocido en el territorio insular. Con mi condolencia y la de mi esposa, Victoria Eugenia, a su familia, tanto alemana como insular, creemos haber cumplido muy modestamente a dar a conocer al pueblo canario un breve homenaje a un ilustre paisano de esta tierra. Descansa en paz, Antonio. Tu amigo fraterno Wolfredo Wildpret de la Torre. 

Pd. El próximo viernes 12 de enero 2024, a las 10.00 horas, tendrán lugar las exequias en la iglesia de San Andomar en Frechen.