Iba al supermercado y se encontró con la muerte. Francisco Javier S. M., uno de los dos fallecidos por el accidente ocurrido la noche del pasado jueves en la autovía GC-2 a su paso por el municipio de Gáldar, se disponía a ir a comprar a la zona industrial de San Isidro cuando se produjo la brutal colisión que le sesgó la vida. Ayer numerosos amigos y familiares velaban el cadáver de este vecino del barrio capitalino de Las Mesas que deja huérfanas a dos niñas de 9 y 10 años.

"Era un luchador, trabajaba de lo que fuera por sus hijas", indicaba ayer en el Tanatorio de San Miguel uno de los familiares de la víctima. Éste señalaba que Francisco Javier, de 38 años de edad, estaba la tarde de antes de ayer ayudando a su madre en unos tomateros que ella posee en el municipio de Agaete. Por la tarde, él y su padrastro, Antonio T. G., de 43 años, decidieron ir a un supermercado de San Isidro el viejo a hacer una compra.

Cuando subían la cuesta tras pasar el puente del barranco de El Juncal, en una curva de derecha, tuvo lugar el fatal accidente. Según indicaron fuentes de la Guardia Civil, las primeras pesquisas apuntan a que fue el conductor del otro vehículo implicado en la colisión, Jesús Carmelo D. G., de 56 años y natural de Telde, el que perdió el control de su Toyota Land Cruiser cuando circulaba en dirección a Agaete e invadía el carril del sentido contrario.

La mala fortuna hizo que en ese momento y por ese tramo circularan Francisco Javier y Antonio en un Opel Corsa. Estos, a pocos metros de coger el desvío hacia San Isidro, no pudieron evitar la colisión. El impacto fue directo. Ninguno de los dos conductores hizo amago de frenar. En el suelo los agentes de la Guardia Civil de Tráfico no hallaron huella alguna que indicara que los dos conductores accionaran el pedal del freno, según las mismas fuentes.

Jesús Carmelo, que iba en el todoterreno, falleció en el acto. Junto a él viajaba un perro de raza Pitbull que sobrevivió al impacto. También llevaba artilugios de pesca, por lo que los agentes que actuaron en el lugar de los hechos creen que se dirigía a la costa del noroeste de la Isla para pasar una noche al relente del mar.

En el otro automóvil Antonio T. G. sufría numerosas heridas y era trasladado en estado grave al Hospital Doctor Negrín, donde durante el día de ayer iba a ser intervenido de su cadera. A su izquierda conducía Francisco Javier, quien tras la colisión quedaba atrapado en el habitáculo del utilitario. Las heridas sufridas eran muy graves. Los bomberos del Consorcio y los médicos del Servicio de Urgencias Canario (SUC) lo intentaron hasta la extenuación. Lograron reanimarlo en varias ocasiones. Sin embargo, poco después de que la ambulancia medicalizada que lo trasladó llegara al Hospital Doctor Negrín los médicos confirmaban su defunción.

Ayer la segunda planta del tanatorio estaba repleta. Sus amigos querían darle el último adiós. "Era una persona honesta, trabajadora", indicaban. Un luchador por sus dos pequeñas. Hoy será enterrado en el cementerio de San Lázaro. Por su parte, el otro fallecido fue incinerado anoche en el mismo centro fúnebre.