El 29 de marzo del año pasado, Fran Almeida, vecino de La Feria de 31 años, fallecía tras caer desde una altura superior a los cuatro metros mientras bailaba sobre un tejado de fibra en una despedida de soltero que se celebraba en la finca Casa Teo. Desde entonces, el inmueble se hallaba en el punto de mira de las investigaciones de la Guardia Civil, que el último fin de semana detuvo en un registro a seis personas -cinco hombres y una mujer- de entre 21 y 56 años.

Durante la investigación, la Guardia Civil reunió pruebas para demostrar que en Casa Teo se organizaban fiestas privadas en las que se vendía droga y se ejercía la prostitución. La noche en que Fran murió se celebraban en la finca seis fiestas, la despedida de soltero a la que él asistía, y otros cinco cumpleaños.

Las pesquisas partían de una buena base, ya que los expedientes de supuestas irregularidades cometidas en la finca se acumulaban en el Ayuntamiento de Arucas. Echando la vista atrás, la benemérita descubrió que la organización de fiestas sin licencia municipal en Casa Teo se remontaba al año 2011.

El Ayuntamiento llegó a imponerle multas de 20.000 y 30.000 euros por las actividades irregulares, entendiendo como tales la celebración de fiestas sin licencias. Incluso llevó al Ministerio Fiscal los actos de desobediencia civil contra sus órdenes de cesar las activiades. Sin embargo, Casa Teo continuó adelante con un negocio que para su propietario, Teodoro Guerra, entre los detenidos el fin de semana, era "totalmente lícito".

Pocos días después del fallecimiento de Fran Almeida, Guerra aseguró que se limitaba a alquilar la finca para celebraciones privadas, suscribiendo incluso contratos con los promotores de las fiestas. Según declaró a este periódico entonces, tenía contrato con el promotor de la despedida de soltero donde murió el joven del barrio capitalino de La Feria.

El propietario de Casa Teo abundaba en la justificación de las fiestas desarrolladas en su finca, destacando que en ellas no se despachaba ni comida ni bebida, por lo que consideraba que no hacía falta para ejercerla ningún tipo de licencia.

Sin embargo, tras los elevados muros del inmueble, protegido cual búnker de las miradas de curiosos y de accesos indeseados, las fiestas sin licencia no eran la única presunta irregularidad que se cometía. La Guardia Civil interceptó 64 gramos de hachís, 55 de cocaína, otros 51 de anfetamina, 52 pastillas de éxtasis, 11 botes de popper, y que se administra por inhalación, 320 dosis de metanfetamina, una dosis de heroína y un gramo de marihuana.