José Enrique Abuín Gey, el Chicle, permanece mudo y solo en una celda de cristal blindado y barrotes en el módulo de ingresos del centro penitenciario coruñés de Teixeiro. Tan sólo tiene contacto visual con su preso "sombra", que se encuentra en la celda de al lado, a la espera de que se le aplique el protocolo antisuicidios que ha solicitado la médica de la cárcel para él. La prisión incomunicada y sin fianza dictada por el juez de guardia de Ribeira le impide tener acceso a prensa, radio y televisión, así como al resto de los presos con quienes no puede coincidir ni siquiera en el patio.

Su comportamiento, según ha transcendido, es "normal", pero" no abre la boca". Aunque tanto las mujeres internas como los varones le gritan cuando pasan cerca de la celda de cristal: "Asesino", "hijo de puta", "te vamos a matar", "violador".