Agentes de la unidad de la Policía Científica de la Policía Nacional de la Comisaría de Maspalomas inspeccionaron este lunes por la mañana la zona afectada por el incendio que se propagó sobre las 15.30 horas del sábado y que ha arrasado, según Medio Ambiente, entre 30 y 35 hectáreas de zona palmeral y maleza, muy cercana al hotel rural Molino de Agua, en Fataga. Bomberos del equipo Presa del Cabildo de Gran Canaria extinguieron durante la jornada matutina los últimos resquicios de llamas en la zona quemada, con agua y espuma, además de la quema de rastrojos y hojas de palmera y los trabajos con un tractor para eliminar cualquier riesgo en el barranco.

El área de Medio Ambiente del Cabildo descarta que el fuego se haya propagado por causas naturales y en esta y otras hipótesis trabaja la Policía Nacional, cuyos agentes inspeccionaban las dependencias destrozadas por las llamas, además de los vehículos calcinados en un episodio calificado de horrible y aterrador por algunos de los presentes. Como únicas víctimas mortales, seis guacamayos, sin alas, que perecieron carbonizados por la violencia del fuego. Sus restos seguían por la mañana como testimonio de la vorágine, mientras el paisaje a su alrededor era desolador, solo la presencia de caballos, un burro, un pony, un perro y cuatro cabras, tranquilos y ajenos a la actividad de los bomberos, creaban un oasis de paz dentro de tanta desolación.

Eduardo y Antonio, jefe de mantenimiento del hotel rural y un operario, respectivamente, no podían disimular su desasosiego por los daños causados por las llamas en las instalaciones, pero sobre todo, el susto y terror que se produjo en lo que era hasta ese momento, sobre las 15.30 horas, un sábado donde entre 15 y 20 comensales disfrutaban de la comida, mientras algunos turistas también estaban en las viviendas que conforman este establecimiento. "Las llamas fueron terribles, algunas de 50 metros de altura, y hubo mucho miedo, por lo que ayudamos a salir a los clientes por otro lado para alejarse del fuego y luego lo hicimos con los animales, ya que el fuego, ayudado por el fuerte calor y el viento, se dirigía hacia la gente, pero afortunadamente salvo atender a varias personas por crisis de ansiedad, no hubo daños personales", recuerda Eduardo, quien admite que "todavía estoy en estado de shock".

Tres automóviles, dos camiones y una moto, además de dos viviendas, una cabaña y el restaurante grill junto a la piscina, las tuberías de abasto y mobiliario, carbonizados, son las evidencias de un día aterrador, el peor que recuerdan ambos trabajadores, que junto a otros compañeros daban comida y agua a los animales, ya retornados a las instalaciones. Ahora, afirman, será cuestión de las aseguradoras y la investigación policial la que deberán esclarecer las causas y el coste de los daños sufridos.