Peritos expertos en evaluación de incendios han determinado durante el juicio a Juan Carlos A.B., acusado de asesinar a su expareja tras rociarla con gasolina mientras conducía el 16 de enero de 2019, que el fuego se produjo entre los dos asientos delanteros y a unos 40 centímetros del suelo, y que no pudo iniciarse en el depósito de gasolina, en el motor o en el exterior del vehículo.

La Fiscalía ha destacado este miércoles durante la tercera jornada del juicio oral el hecho de que las zonas más dañadas por el fuego de los cuerpos de Marisol (derecho) y de Juan Carlos A.B. (izquierdo), según peritos, coincida con que el fuego se haya producido donde otros expertos han declarado que se produjo: en medio de ambos y a media altura, a unos 40 centímetros del suelo del vehículo.

Tanto el depósito, situado en la parte trasera del coche, el motor (ubicado en la parte delantera) y los conductos que unen a ambos, estaban intactos, según los expertos.

Además, en caso de que estos elementos hubieran albergado el comienzo del incendio, el sistema del coche está diseñado para que, en cualquier caso, no llegue (o al menos tarde entre 5 o 10 minutos) al habitáculo de los pasajeros.

Las evidencias físicas demuestran asimismo que el incendio no llegó al habitáculo del exterior o del maletero, por ejemplo, y que el limpiaparabrisas se había fundido hacia el interior, un “signo evidente” de que el calor provenía del propio interior del coche.

Los peritos, además, encontraron dentro del coche una mochila parcialmente quemada, en cuyo interior había un vapeador, un cargador de móvil y una botella de plástico de un refresco de un litro y medio de capacidad, entre otros objetos.

Tanto la mochila como la botella desprendían un “fuerte olor” a gasolina, un olor que no aparecía en ninguna otra parte del vehículo y que puede durar días. La botella contenía unos 400 centilitros de gasolina.

Dicho incendio, de haberse producido en el motor, tampoco podría haberse desarrollado en cuestión de segundos, sino que emplea normalmente entre 5 o 10 minutos: un testigo declaró ayer que menos de 10 segundos después del impacto contra el poste, el copiloto (Juan Carlos A.B.) salió ya con llamas en las piernas.

Y, en cualquier caso, los científicos también han destacado que la gasolina es un combustible “altamente evaporable” a temperatura ambiente y hasta a 40 grados bajo cero, en gases “altamente inflamables”, y que solo los gases de los combustibles son los que finalmente producen una combustión.

Los peritos no pudieron, eso sí, determinar el instrumento de ignición, como una cerilla o un mechero, porque no encontraron restos de ese tipo, aunque han observado que pudo destruirse completamente por la acción del fuego o el encausado pudo llevárselo.

Aun así, también han añadido que Juan Carlos A.B. presentaba poco después de los hechos una herida “típica” de cuando alguien intenta prender fuego, entre los dedos pulgar e índice de su mano derecha, y sufre una deflagración.

Por lo demás, los expertos han declarado que en los 50 metros anteriores de la calzada al punto de impacto no presentaban baches o desperfectos de pavimento, y en el lugar tampoco hay marcas de carbonización ni erosión del asfalto por la acción del fuego, un signo típico de cuando el incendio proviene del motor.

El sistema eléctrico del vehículo tampoco originó el incendio, ni la batería, según su testimonio.

Sin embargo, un perito pedido por la defensa ha defendido otra posible explicación al origen del incendio, en el que el cable del alternador, que se sitúa en la zona delantera del coche, junto a los tubos de retorno de la gasolina del motor, y cuya protección ya estuviera erosionada, o incluso derretida, por una alta intensidad de corriente o un sobrecalentamiento provocó una chispa.

Esa chispa inflamó entonces, en su opinión, esa zona peligrosa, por lo que la alta temperatura, el viento y el propio combustible, sí pudieron generar un incendio fuera del habitáculo.

Además, ese perito ha hecho hincapié en que hay ciertas zonas del vehículo que no acabaron calcinadas, como parte del radiador o ciertas zonas bajas del salpicadero, entre otras.

Y ha explicado el derretimiento interior del limpiaparabrisas por la propia composición del parabrisas y porque se derrite, en cualquier caso, hacia la zona de mayor peso.

Otros peritos han determinado que distintas muestras de ropa de los implicados en los hechos y de los dos asientos delanteros del coche estaban impregnados directamente en gasolina, y que la botella de refresco de un litro y medio también contenía gasolina, aunque no se puede discernir si ambas eran del mismo tipo.

Informes periciales han determinado que Juan Carlos A.B. había consumido cocaína al menos doce horas antes de los hechos, así como cannabis, una sustancia más difícil determinar temporalmente.

La presencia de humo negro en la zona interior de la laringe, la epiglotis, los primeros anillos de la tráquea, y en los bronquios, bronquiolos y alveolos demuestran que la víctima respiró durante el incendio, es decir, que aún estaba viva y que la inhalación de humo alteró el interior de su sistema respiratorio.

Los cambios en la coloración de los epitelios interiores también determinan que Marisol estaba entonces viva, dado que los tejidos de un cadáver no pueden cambiar de color.

Los peritos encontraron la lengua carbonizada, y las muestras de pelo que le recogieron de la parte occipital de la cabeza, el cuello y el ano no presentaban asimismo restos de hidrocarburos.

Además de inspirar el humo, Marisol padeció una carbonización general mientras estaba “viva y consciente”, especialmente en su lado derecho, según los peritos, hasta el punto de que el fuego penetró en su cuerpo y carbonizó igualmente el pulmón derecho y extremidades como las manos.

El fuego consumió también al cinturón, y solo pudieron determinar que quedó abrochado porque la hebilla estaba atada al sistema de sujeción.

Juan Carlos A.B. se quemó la cara, el cuello, las cejas y pestañas, la barba y la cabeza, todo en su parte izquierda y a media altura, y ha presentado quemaduras de segundo grado en las manos y la cara anterior de los muslos.