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Sucesos históricos

Perro fiel en Firgas

‘Ligero’, un pastor alemán, recorrió cinco kilómetros para avisar de que su dueño se moría ahogado en el barranco de Azuaje

El pastor firguense Francisco Cardona fotografiado en 1930 en Azuaje.

La historia ocurrió en la localidad grancanaria de Firgas en un día de otoño de 1931, pero con el tiempo va tomando dimensión de leyenda. El asunto es que 'Ligero', el perro fiel que cuidaba del ganado, estaba aquel día en el barranco de Azuaje, donde el pastor cayó accidentalmente aquejado de una crisis epiléptica. El perro le quitó su ceñidor y, con él en su boca, recorrió muchos kilómetros para pedir auxilio.

Nicolasa Arencibia Báez, panadera de la localidad de Firgas, preparaba el almuerzo aquel jueves otoñal y frío del 16 de octubre de 1931 cuando oyó afuera unos ladridos incesantes. Era su perro Ligero, así llamado porque aquel pastor alemán cariñoso y valiente parecía siempre estar corriendo. Pero ahora Ligero regresaba solo a casa, con la pena chorreándole de los ojos y la mirada encendida de recados.

Nicolasa se asomó a la puerta sin saber qué es lo que ocurría, pero con el instinto certero de que algo grave pasaba. Ligero llevaba en su boca un fajín negro. Lo dejó caer al suelo y siguió ladrando. Sólo entonces Nicolasa se percató de que algo malo le pasaba a su esposo, Francisco Cardona Hernández, de 40 años, conocido por Pancho el pastor.

El bueno de Pancho, padre de ocho hijos, padecía de ataques de epilepsia, pero aquella enfermedad crónica no le impedía cuidar de su ganado, al que sacaba a pastar por los valles y barrancos de Azuaje mientras hacía sonar su flauta de caña. Ligero le acompañaba siempre, ladrando con voz tan magnífica que su amo esperaba que, si entrase un día un ladrón en casa, se sobrecogería.

Barranco de Azuaje, en una foto antigua FEDAC

A pastar

Aquella mañana se levantó muy temprano ,como de costumbre, para llevar su ganado a la parte más baja del municipio. Estaba a cargo de medio centenar de ovejas, a las que se vio descender por el camino real de Buen Lugar.

Al llegar allí, el ganado siguió por el nuevo camino de Azuaje hasta alcanzar el puente, monumento histórico del municipio. Pancho desvió su ganado por la margen izquierda para seguir hasta el fondo del barranco, siguiendo la dirección norte, siempre hacia la costa. El ganado iba despacio. La pauta la marcaba el pastor, que delante hacía de guía. Ligero, en cambio, iba detrás por si alguna de las ovejas quedaba despistada y se perdía del grupo o se descarriaba. Los animales mordisquedaban aquí y allá la hierba fresca, mientras los corderillos, juguetones y saltarines, seguían a sus madres. El agua bajaba abundante por el barranco para perderse en el mar, al tiempo que centenares de pájaros se deleitaban entre las frondas de abundante vegetación. No parecía el preludio de una tragedia.

Tras el almuerzo

Al llegar al mediodía, una hora en la que el sol arremetía con más fuerza, pastor y ganado ya estaban a la altura del conocido charco de los ingleses. Así que Pancho decidió poner a su rebaño a la sombra. Él se sentó junto al charco y sacó de la talega la comida que le había preparado su mujer: leche con gofio, un trozo de buen queso y algo de fruta. Ligero también comió pella de gofio amasado con agua limpia del barranco y las mondas del queso que había ingerido su inseparable amo.

Fue a esa hora, mientras casi comenzaba a dormitar, cuando Pancho el pastor se sintió morir, sacudido por un fuerte crisis epiléptica. Trató de incorporarse, pero terminó por perder el equilibrio y cayó irremediablemente al cauce del barranco. El charco era profundo y el agua continua entraba con fuerza en ese punto. Ante la fatal caída de su amo, Ligero se lanzó al agua con la velocidad del rayo para favorecer a su dueño, a quien profesaba un amor tan exigente y excluyente como un amor humano.

Un animal fuera de serie

'Ligero' era de la misma raza que el famoso 'RinTinTin', cuya historia fue llevada al cine y que arranca el 15 de septiembre de 1918 en Francia cuando el soldado Duncan, que participaba en la I Guerra Mundial, se encontró con unos cachorros y se dedicó a adiestrarlos impresionado por las habilidades que mostraban. Cuenta la tradición oral que aquel infausto día en que el pastor Pancho cayó accidentalmente en el barranco de Firgas, su perro 'Ligero' recorrió unos 20 kilómetros, dos viajes de ida y vuelta desde el risco hasta Azuaje, en busca del auxilio de su amo. Aquel año en Firgas no se hablaba de otra cosa.

El pastor firguense Francisco Cardona Hernández, en 1930.

El pastor firguense Francisco Cardona Hernández, en 1930. M. PERDOMO

El cuerpo sin vida del pastor yacía en el barranco

Ligero intentó tirar del cuerpo de su amo por los pies, luego por los brazos. Dura tarea para aquel perro fiel que al presionar con la punta de su frágil hocico más bien empujaba el cuerpo inerte de Pancho hacia una cueva interior. Finalmente, después de una ardua lucha, el perro se fijó en el ceñidor del pastor y tiró del fajín hasta quedarse con la totalidad. Y así, mientras Pancho quedó a flote, el perro inició su regreso a casa a toda velocidad, en busca de ayuda, y portando entre sus fauces el fajín de su amo. “Era la señal inequívoca de que algo malo le ocurría al cabeza de familia”, señala el cronista de Firgas, Manuel Perdomo Cerpa, que ha investigado sobre este suceso.

Desafiando la pendiente, y tras realizar un recorrido de ida de unos cinco kilómetros, Ligero llegó a casa, cansado y sudoroso, con la noticia sobre su compañero de trabajo. Cuando Nicolasa vio al perro con el fajín negro de su esposo cayó desvanecida diciendo: “Algo grave le pasó a mi Pancho”. Con el consiguiente revuelo entre los familiares, todos corrieron hacia el barranco. Cuentan que Ligero iba delante de la comitiva. Poco después hallaron el cuerpo de Pancho, ya sin vida a causa de asfixia por inmersión ,según hizo constar el médico forense en su autopsia. Cuenta la tradición oral que Ligero ,triste y arrumbado, esperó por siempre el regreso de su amo. Había sido el ser más próximo al pastor, para su bien y para su mal.

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