La Policía Nacional investiga el robo que se produjo en el interior de la vivienda de La Feria del Atlántico donde el pasado mes de octubre fue hallado un matrimonio muerto. Los ladrones aprovecharon que el domicilio aún no tenía puerta por la actuación de los recursos para retirar los cadáveres.

La denuncia se produjo un día después del hallazgo. El pasado 27 de octubre, los vecinos del bloque número 29 de la calle Guillermo Santana Rivero avisaron a la Policía porque hacía varios días que no sabían nada de sus vecinos Teodora y Pedro, que la luz de la cocina estaba encendida y que pese a que llamaban a la puerta, nadie contestaba al otro lado.

A todos esos hechos se unía el fuerte hedor que salía del domicilio, por lo que sospechaban que podrían estar los dos octogenarios fallecidos. Los bomberos de Las Palmas de Gran Canaria tuvieron que forzar la puerta para así poder acceder y confirmar la muerte de ambos. La Policía Nacional abrió entonces una investigación para esclarecer los hechos.

Como el piso se quedó sin puerta y a la espera de que el seguro de la vivienda la sustituyera, los agentes pusieron un precinto para evitar que nadie accediera al interior. Sin embargo, una o varias personas se lo saltaron y, presuntamente, robaron diferentes objetos por cómo dejaron el interior de la vivienda.

La Policía Nacional ya ha abierto una investigación sobre lo sucedido, según informaron las fuentes policiales. Asimismo, se encuentra a la espera de los análisis toxicológicos que se realizaron a los cadáveres, que se encontraban en un avanzado estado de descomposición, para determinar las causas del fallecimiento de los dos. Los primeros indicios apuntan a muerte natural de ambos, aunque se prevé que con los resultados de la necropsia se pueda conocer si alguno de los dos se quitó la vida.

Ambos vivían solos y apenas tenían familia cercana. Esto hizo que el hallazgo de sus cadáveres se demorara varios días hasta que el olor, la presencia de moscas en el edificio y la ausencia de ambos durante días alertara a los residentes del bloque, que hacía días que no sabían nada de ellos. Uno de los residentes comentó que, aunque ambos solían salir juntos a pasear por el barrio, desde hacía un tiempo ella había quedado enferma y sólo se le veía a Pedro salir a por el pan o a comprar el periódico. Este hecho hacía que Teodora tuviera que depender en parte de su marido. Sus cuerpos fueron enterrados en el cementerio de La Atalaya de Santa María de Guía.