La Noria de Jinámar, una construcción histórica situada en la margen derecha del cauce bajo del barranco de Jinámar, ha sido declarada por el Gobierno de Canarias como Bien de Interés Cultural con categoría de sitio etnológico.

Tras muchos años en los que las instituciones prometían una mayor consideración para esta pieza fundamental del patrimonio del municipio (la promesa sin cumplir sobre la rehabilitación de esta construcción en un museo del agua en el mandato de Maricarmen Castellano comenzaba a desesperar a los teldenses, que veían año tras año como la Noria era abandonada), por fin se ha manifestado públicamente la importancia de este elemento en la historia del ciclo de agua en Telde que además es el reflejo de uno de los últimos testimonios históricos de la ingeniería hidráulica de esta zona de la Isla.

En su conjunto supone un total de 3.104 metros cuadrados y su entorno de protección ocupa 58.483 metros cuadros. Se distinguen cinco elementos; el pozo, las obras de fábrica (torre de mampostería y cantería recubierta por un armazón de madera y dependencias anexas), el mecanismo de elevación de agua situado dentro de las torres y el pozo, el estanque regulador anexo a la obra de fábrica y, por último, las canalizaciones de irrigación. La delimitación de la zona protegida atiende a la localización del monumento, su principal inmueble es el edificio de la Noria y su rampa de acceso que sirvió para trasladar los animales hasta la zona de giro.

Todos estos componentes se encuentran dentro de la definición de Bien de Interés Cultural, por lo que se llevará a cabo una protección continua para garantizar su conservación preventiva y evitar alteraciones en los inmuebles y en el perímetro inmediato a los mismos. Entre los elementos incluidos en la delimitación se encuentra del mismo modo la acequia matriz, que sirvió de canalización principal para las aguas elevadas por la Noria y los inmuebles que sirvieron para albergar los motores de gas pobre y diesel que explican la secuencia tecnológica de esta ingeniería técnica.

La noticia puede suponer un respiro, ya que hace años que la Noria sufre de actuaciones vandálicas y ha sido destrozada continuamente. De hecho, en agosto de 2017 se aprobó en la Junta Local de Gobierno la implantación por un presupuesto de 11.000 euros de vigilancia constante en el espacio para evitar que siguiesen produciéndose más destrozos en la zona. Ahora el Gobierno admite que "se trata de uno de los ejemplos más ilustrativos de las estrategias desplegadas por la población de Gran Canaria para proceder a la extracción, conducción y almacenamiento de un bien tan sumamente preciado como el agua", aseguraron desde un comunicado.