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Los jóvenes de Telde sienten más apoyo en la familia que en los amigos al contar que forman parte del colectivo LGTBI

Un estudio efectuado en cuatro institutos del municipio desvela que los adolescentes entre 12 y 15 años sienten dudas sobre cómo reaccionarían sus compañeros al conocer su identidad

El concejal de Igualdad, Jonay López, charla con los estudiantes de secundaria

Los jóvenes sienten ahora más seguridad y apoyo en la familia que en sus amigos y compañeros de clase a la hora de manifestar que forman parte del colectivo LGTBIQ. Así lo esclarece un estudio impulsado por el área de Igualdad del Ayuntamiento de Telde, basado en las respuestas de un cuestionario que fue repartido entre cuatro institutos del municipio para conocer la percepción del alumnado sobre la diversidad sexual y de género. 

En concreto participaron los centros educativos Guillermina Brito (La Pardilla), El Valle de los Nueve, El Calero y José Arencibia Gil (San Juan), en los que se llevó a cabo un amplio proyecto de actividades de prevención y sensibilización que se desarrolló a lo largo de tres meses y que implicó a estudiantes entre 12 y 15 años, así como a sus profesores y familiares. 

Para tener claro la opinión y los conocimientos del alumnado con respecto al colectivo, los trabajadores sociales que desarrollaban el programa realizaron primero una evaluación inicial y otra final para comprobar si sus ideas y sensaciones habían cambiado o se habían mantenido impasibles durante el desarrollo del programa. 

Solo el 41% de los estudiantes creían que en clase no se sentirían excluidos de ninguna manera

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En esta última, en la que participaron una mayor cantidad de alumnos, se desveló que un 76% de los adolescentes creían que no serían rechazados de ninguna manera por sus familiares a la hora de transmitirles su identidad de género o su orientación sexual. Sin embargo, cuando se les preguntaba si se sentirían igual de aceptados entre sus compañeros o sus propios amigos las dudas les envolvían en mayor medida. 

Solo el 41% del alumnado afirmó con rotundidad que creían que no serían rechazados dentro del aula, pero el resto no estaban tan seguros al respecto e incluso un 10% llegaron a afirmar que creían que acabarían siendo excluidos. Al registrarse opiniones tan diversas, el informe vislumbraba que era necesario seguir indagando, ya que la incertidumbre podría suponer que los jóvenes no ven su centro educativo como un entorno seguro donde poder expresarse libremente sin miedo al rechazo o la discriminación.

Asimismo, en la pregunta de si creían que podrían sentir rechazo por sus amigos fueran del aula escolar, el porcentaje tampoco igualó o superó al de la familia. El 56% del alumnado estaba convencido de que no se daría el caso, pero el resto no pondría la mano del fuego. «Podría interpretarse como el miedo que presentan los menores de mostrarse tal y como son ante su grupo de iguales», estipula al respecto el documento. 

El proyecto sirvió para elaborar una radiografía completa del pensamiento de los menores sobre el colectivo, pero sobre todo ayudó a que los jóvenes se informasen sobre las diversas realidades que existen alrededor de la heteronormatividad y a que identificasen y actuasen ante situaciones de LGTBIfobia. En este sentido, destaca que al principio de la intervención, solo el 33% del alumnado tenía completamente normalizado las muestras de cariño en espacios públicos entre dos personas del mismo sexo, mientras que el 47% mantenía una actitud más neutral y un 20% admitía que no lo consideraba correcto. En cambio, pasados los tres meses del proyecto, un 66% ya lo veía completamente normal y un 9% continuaba reticente. 

Destaca la baja participación del profesorado y la nula en el caso de las familias

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La valoración final que efectuaron los trabajadores sociales concluye que no existen altos índices de LGTBIfobia en las aulas del municipio, pero sí se aprecian algunos picos. En concreto, los interventores apreciaron actitudes de rechazo hacia el colectivo principalmente entre los chicos y también falta de comprensión hacia la transexualidad o el género no binario en el resto de estudiantes. 

«Aún siguen predominando la creencia en la heterosexualidad como normativa social, donde al hombre le tiene que gustar la mujer y viceversa», especificaron en el informe, así como que «el predominio de la masculinidad en los varones y la feminidad en las mujeres está generando en los institutos rechazo hacia todas aquellas formas de ser que se alejan de esta realidad». Por este motivo, concluyen que es «necesario y urgente» seguir trabajando para fomentar entre los jóvenes.

Cabe destacar que los alumnos estuvieron formándose durante tres meses completos en cuestiones de igualdad. Los jóvenes asistieron a talleres sobre diversidad, relaciones interpersonales, acoso, entre otros temas, y también visibilizaron lo aprendido mediante expresiones artísticas como el graffiti o las piezas audiovisuales. 

También se identificaron alumnos que pudieran cumplir con el rol de agentes mediadores en situaciones de acoso escolar LGTBIQ-fóbico. Sin embargo, el programa preparado para ellos solo se cumplió en un 50% pues, aunque se encontraron estudiantes que cumplían este perfil, no se pudo trabajar con ellos de manera individual para que aprendiesen a desempeñar bien esta función. En cambio, se les facilitó toda la información para saber cómo actuar.

Baja participación

Así el alumnado fue el foco principal del proyecto, pero este también estaba pensado para concienciar a la comunidad educativa: el profesorado y las familias. Sin embargo, destaca la baja participación de ambos grupos. Las sesiones con el profesorado únicamente pudieron realizarse en dos de los cuatro institutos en los que se trabajó, el Valle de los Nueve y en el José Arencibia Gil, ya que en el resto alegaron falta de disponibilidad. 

Por otro lado, tuvieron que cancelarse todas las reuniones preparadas con las familias de los alumnos «debido a la escasa o nula participación en las actividades extraescolares de los centros». Según el informe, en el único centro que llegó a concertarse un encuentro online, con una fecha y hora específica. Sin embargo, cuando llegó el día ninguna familia se conectó a la plataforma.

«Desde el centro nos trasladaron que podría deberse a la disponibilidad o la falta de recursos tecnológicos», se expresa en la memoria justificativa, aunque detalla que en ningún caso los centros plantearon tampoco la posibilidad de realizar esta sesión de manera presencial. 

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