Entrevista | Alicia Alted Vigil Catedrática de Historia Contemporánea

"Ucrania es un peón dentro del tablero en el que se deciden las hegemonías"

Alicia Alted Vigil ofrece una ponencia sobre los desplazamientos forzados de la población en la Casa-Museo León y Castillo

Alicia Alted es la última de las ponentes del Curso de Historia de las Relaciones Internacionales de la Casa-Museo León y Castillo.

Alicia Alted es la última de las ponentes del Curso de Historia de las Relaciones Internacionales de la Casa-Museo León y Castillo. / Juan Castro

Benyara Machinea

Benyara Machinea

La Casa-Museo León y Castillo cerró ayer la quinta edición de su Curso de Historia de las Relaciones Internacionales con la participación de Alicia Alted Vigil, catedrática de Historia Contemporánea de la Universidad Nacional de Educación a Distancia. La ponente centró su participación en las crisis, guerras y desplazamientos forzados de la población que ha provocado en un año el conflicto bélico en Ucrania.

Ha pasado un año desde el estallido de la guerra en Ucrania. ¿Qué balance hace de este enfrentamiento?

La guerra en Ucrania era la crónica de un conflicto anunciado. El enfrentamiento, aunque estalló en febrero del pasado año, realmente venía arrastrándose mucho más atrás, podemos retraernos incluso a la caída del muro de Berlín o a los acuerdos de 1990. Sin embargo, cuando se empezó a gestar en realidad fue a partir del no cumplimiento de los acuerdos de Minsk de 2014.

¿Por qué estalla en ese momento?

Occidente llevaba muchos años atrás rearmando y formando a Ucrania para que estuviera en condiciones de enfrentarse a Rusia. Realmente Ucrania es un peón dentro del tablero mundial en el que se están decidiendo las hegemonías y los poderes a nivel global entre las superpotencias. Por una parte está Estados Unidos y por otra Rusia y China. Podemos decir que la primera confrontación entre ambas potencias está teniendo lugar este año. Si en un momento determinado interesa que la guerra se acabe, se llegará a un acuerdo, a un armisticio y a una paz que pueda interesar a las grandes potencias. Es realmente triste por el coste que supone en cuanto a desplazamientos humanos, en cuanto a muertes, en cuanto a heridos y a destrucción del propio país. Son daños muy profundos porque aquí se están enfrentando las grandes potencias a través de un país interpuesto, que es Ucrania. 

¿Se podría decir que hay potencias que se están viendo beneficiadas por esta situación?

Por supuesto. Estados Unidos había perdido cierto peso en Europa y lo que quiere ahora frente a Rusia y sobre todo frente a China es reafirmarse como una potencia mundial. Lo más triste es que como europeos estamos dando una imagen bastante deplorable. Ya no se habla de un ejército europeo sino que en Europa ahora está la OTAN, que es Estados Unidos y está en la frontera con Rusia. Esto es algo que Rusia no va a aceptar porque se había llegado a un acuerdo tras la caída del muro de Berlín en los años noventa y lo que ha hecho la OTAN desde entonces es tratar de reafirmar su presencia en Europa. En Ucrania hay una parte que mira hacia Occidente mientras que hay otra zona en el Este que mira hacia Rusia, por lo que tenía que haber mantenido su neutralidad, su respeto en los gobiernos hacia la pluralidad étnica, social y religiosa que hay en el país. Eso es lo que no se ha respetado. 

"A Estados Unidos le gustaría que Rusia sufriera una derrota como la que ellos sufrieron en Vietnam"

¿En la sociedad europea surge una mayor solidaridad con este conflicto?

Sí, hay más solidaridad. Los gobiernos responden a unos intereses muy pragmáticos, mientras que las sociedades están más liberadas de esas imposiciones y responden de una forma más directa. Lo vimos cuando estalló la guerra en Ucrania o en cualquier catástrofe o crisis humanitaria en las que las sociedades siempre están dispuestas a ofrecer ayuda de alguna manera. En ese sentido podemos decir que hay una corriente de solidaridad, pero también hay una cierta desinformación y no pensamos a dónde nos puede llevar lo que está pasando. La salida es difícil de vislumbrar. 

¿Hay referentes históricos que se asemejen a este conflicto bélico?

Precisamente las guerras sirven para reajustar los sistemas de poder y de control de los recursos de los vencedores, que así reafirman su hegemonía. En Europa sí que es cierto que hemos vivido un periodo extraordinario de paz desde la Guerra de los Balcanes. En la parte de Europa occidental hemos vivido una sensación de cierta despreocupación de que vivimos en una paz que tiene ya muchas décadas, pero eso puede cambiar en un instante. Las potencias tienden a demostrar su poder constantemente. 

¿En qué dirección apunta un posible alto al fuego? 

El sentido común lo que dictaría, y de hecho China ya está tratando de lograr una mediación, es que cesaran las hostilidades y se pudiera llegar a un acuerdo en el cual Rusia respetara la soberanía de Ucrania y Ucrania por su parte respetara la pluralidad étnica y religiosa que existe en ese país. En el respeto a esa pluralidad debería haber bastante autonomía para que las zonas más cercanas a Rusia y las más occidentalizadas pudieran convivir. Sin embargo, eso no va a ser así.

¿Una solución a medias puede dejar aristas abiertas que desemboquen en un futuro el enfrentamiento?

Por supuesto. Al principio se decía que Rusia quedaría derrotada en unos pocos meses de conflicto bélico, pero esa victoria no es tan sencilla como parecía en un primer momento. A Estados Unidos le gustaría que Rusia sufriera una derrota como la que ellos sufrieron en Vietnam y en 2021 en Afganistán, pero no estoy muy segura de que Rusia esté dispuesta. El problema es lo que está en juego entre las grandes potencias y ahí Ucrania tiene poco que decir, está siguiendo el dictado de lo que marca Estados Unidos.

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