Entrevista | Rafael Luchoro Monitor de deportes tradicionales y Premio Canarias ‘Pedro Molina’

Rafael Luchoro: "Canarias es rica en juegos, aunque no tengamos la cultura social de Cataluña"

El monitor de deportes de Telde se alzó este año con el Premio Canarias 'Pedro Molina'

Rafael Luchoro, monitor de deportes tradicionales de Telde, junto a su premio en el parque de Lulú.

Rafael Luchoro, monitor de deportes tradicionales de Telde, junto a su premio en el parque de Lulú. / José Carlos Guerra

Benyara Machinea

Benyara Machinea

Su labor para promover los deportes y los juegos tradicionales entre las nuevas generaciones ha permitido a Rafael Luchoro, monitor de la concejalía de Deportes de Telde, alzarse con el Premio Canarias Pedro Molina de este año. El también vicesecretario de la Asociación Europea de Juegos y Deportes Tradicionales ha dedicado 25 años a difundir estas disciplinas a través de clases y talleres para personas de todas las edades.

¿Qué despertó su interés por los juegos tradicionales?

Me nació ese interés por la información intergeneracional que existe cuando el mayor explica cómo jugaba en su infancia y te das cuenta de que no se utilizaban materiales comprados, sino que eran todos materiales reciclados bajo la creatividad de esa persona, como tiraderas, camiones de latas o muñecas de trapo. Ahí me surgió el gusanillo de los juegos infantiles y después empecé a leer a gente como Vicente Navarro Adelantado, Pere Lavega o Ulises Castro, que ve esa riqueza de los juegos infantiles y en especial para los centros educativos porque no necesitas un material específico y los niños y niñas lo pueden coger sobre la marcha. 

Antes se utilizaba cualquier material a mano para jugar. ¿Cómo se traslada esto a la actualidad?

Yo hago un taller de juguetes, una especie de exposición con 60 objetos de juego que se les van mostrando a los niños: boliches, trompos, muñecas de trapos, camiones de latas, tiraderas, escopetas de caña, pistolas de traba… Ellos ven cómo sus abuelos y sus padres cuando no tenían poder adquisitivo buscaban esos materiales en la basura y los llevaban a casa. Sabían que si un abrigo se rompía podían usar los botones para jugar al yoyó, hacer una zumbadera si solo tenían uno, veían que las cajas de lata redondas eran maravillosas para hacer barquitos de latas, podían hacer unos teléfonos o unos zancos. Se suma el intentar cuidar el medio ambiente con una educación de calidad en la que ellos saben y conocen que con esos materiales se pueden hacer objetos.

¿Cuáles son los juegos que han caído en desuso con el paso de los años?

Hay juegos que surgieron en su momento con fines lúdicos y poco a poco han ido desapareciendo. La Pina es un juego que se practicaba en todas las Islas y que desapareció después de la guerra civil, aunque tenemos una recreación del mismo. Levantadores de piedra hay poquitos, de arado igual. Tenemos manifestaciones lúdicas, como las carreras de caballos, de sortija o las cucañas que poco a poco han dejado de practicarse. Una práctica que es maravillosa y que en pocos sitios se practica es el riego del calabazo, que aguanta en los Llanos de Aridane, igual que la pelota a mano. Son prácticas que hay que cuidar mucho. 

"Cada vez que fallece una persona mayor se va un mundo de información lúdica en las Islas"

Los que mejor conocen estos deportes son las personas mayores. ¿Cómo está siendo el relevo generacional?

Se podría hacer muchísimo. Cada vez que fallece una persona mayor se va un mundo de información lúdica en las Islas Canarias. Es una pena porque nuestros mayores son los verdaderos libros abiertos de juegos, de retahílas, de canciones, versos, cuestiones gastronómicas, culturales y de rezado. Mucha información se está yendo por no incidir en la recogida de datos, que es lo importante y nos pueden servir para darlos a conocer a las futuras generaciones. Nuestro patrimonio va ligado con la cultura y el juego. 

¿Qué distingue a los deportes canarios?

Canarias es una de las comunidades más ricas en cuestiones lúdicas. Sí es verdad que no tenemos esa cultura social que pueden tener los castells en Cataluña, donde se suman padres, hijos, nietos y primos y hacen piña. O los pelotaris y los aizkolaris en el País Vasco, donde en cualquier evento hay una masa social apoyándolos muy grande. Aquí en algunas competiciones de lucha o vela canaria puedes encontrar a 3.000 o 4.000 personas, pero no tenemos nada que envidiar en nuestros juegos y deportes tradicionales ni a Galicia, ni al País Vasco ni a Cataluña, que serían las tres comunidades más punteras. La gente de fuera se asombra al ver a un saltador, cuando ven la velocidad con la que juegan al palo, así como con los luchadores. 

¿Cómo fue su primer contacto con los deportes tradicionales, viene de familia?

Sobre todo fueron mis abuelos y los amigos en la calle. Arturo Medina dice que la información de los juegos era transmitida muchas veces de los niños mayores a los menores en la calle. También tuve la suerte de acompañar a mi padre en los años ochenta a una de las grandes luchas en el López Socas y me impactó mucho ver a más de 5.000 personas. Nunca más he visto ese terrero tan lleno y ver a los colosos de la lucha canaria con 12 años me impactó. Como practicante, tuve la suerte de tener a gente como Alejandro Barrera o Víctor Fernández y aprendí ese valor que tienen que tener los juegos tradicionales. Luego practiqué el salto y el juego del palo. La bola canaria y la pelota a mano las tengo identificadas como propias porque mi madre era de una de las cunas como es Tiagua en Lanzarote y cuando iba para allá lo veía como una cosa normal. 

Después de 25 años dedicándose a los deportes y juegos tradicionales. ¿Qué le supuso el premio Pedro Molinas del Gobierno de Canarias?

Fue inesperado porque tengo 50 años y normalmente un premio Canarias no se concede a alguien de mi edad, menos con los candidatos que había. Cuando sonó mi nombre fue una alegría inmensa y que estuviesen al lado mi familia, amigos y conocidos. No soy consciente de la valía de este premio, pero lo más bonito es ser humilde y trabajar a pico y pala.

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