Entrevista | Jordi Nomen Filósofo, profesor y escritor

Jordi Nomen, filósofo: "Si los adolescentes de ahora no resuelven los graves problemas del mundo, la generación adulta habrá fracasado"

El filósofo, que participará el viernes en la Feria del Libro de Telde, afirma que una de las claves en la relación con los adolescentes es "intentar entender su mundo e interesarse y hablar de las cosas que a ellos les gusta"

El escritor, filósofo y profesor Jordi Nomen

El escritor, filósofo y profesor Jordi Nomen / LP / DLP

El filósofo y escritor Jordi Nomen es uno de los autores que participará, a partir del miércoles, en la Feria del Libro de Telde para hablar de las claves para establecer una adecuada comunicación con los adolescentes y la importancia de la filosofía desde los tres años. El viernes ofrecerá un taller a las 17.30 horas y presentará su libro Cómo hablar a un adolescente y que te escuche a las 18.30 horas. 

¿Cree que la sociedad estigmatiza la adolescencia?

Sí. De hecho, cuando digo que doy clases a adolescentes hay personas que prácticamente dan el pésame y te dicen que lo sienten mucho porque es muy duro. En cambio, yo he pasado unos momentos muy felices rodeado de adolescentes, haciéndoles pensar y aprendiendo con ellos. Pero sí, decimos que solo buscan el conflicto, que han perdido el vínculo con sus familias, que son completamente irresponsables, que no hay quien les eduque, que no necesitan a su familia, que se enganchan a la tecnología, que son perretosos, desinteresados... Hay mitos para todo, pero claro, con esa visión de la adolescencia nunca vamos a poder acercarnos de una forma positiva a ella.

Primeras veces

En esta etapa en la que descubren el mundo, ¿ve en su entusiasmo y vitalidad un potencial?

Efectivamente. La adolescencia es un viaje de la madurez, un viaje de las primeras cosas: el primer amor, el primer desengaño, el primer sexo y tantas y tantas cosas que abordan con una fuerza brutal. Y quienes están a su alrededor tienen la posibilidad de contagiarse de esa energía y, en cierta manera, rejuvenecer.

¿Qué es lo que está fallando para que, generación tras generación, haya una ruptura con los padres en esa etapa?

Creo que, en primer lugar, hay que intentar entender su mundo, entenderlos y aprender de ellos también, y no pensar que no tienen nada que decir. Debemos escucharles con atención, dejarles hablar y negociar con ellos; esto es importante. Por supuesto, establecer límites es necesario porque todo el mundo necesita una brújula para funcionar, pero negociar es muy importante, no solo imponer. Esa forma de educar que tenemos de ayudarles en todo y por todo, y no darle oportunidades , es algo que hay que cambiar y establecer un canal con ellos.

Desde los tres años

En un escenario en el que se recortan horas lectivas de Filosofía, usted aboga por impartir esta asignatura también a los niños.

Sí, yo pienso que la filosofía es un medio fundamental que, además, contribuye precisamente a esa voluntad de darles voz. La filosofía es una herramienta de primer nivel si se practica tal como lo hacemos nosotros, haciendo un diálogo filosófico en la clase que permite que ellos elijan los temas, profundicen, vean la fuerza de los argumentos, sean creativos y respeten la diversidad. Es imprescindible desde los tres años en adelante, hasta los 99, diría yo.

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En Telde se hizo un proyecto piloto en el campus de navidad de filosofía para niños y ya se ha incorporado este taller en el programa de actividades de las bibliotecas municipales.

Es que yo creo que es muy interesante si se utilizan los medios adecuados. Yo abogo por los cuentos, los juegos y el arte, que son medios que a ellos, de alguna manera les suenan y los llevan incorporados. ¿A qué niño no le gusta jugar, dibujar o que le expliquen historias? Reflexionar sobre todo ello me parece una fórmula vital para que luego, de adolescentes, tengan este pensamiento crítico propio, algo fundamental para resolver muchas de las situaciones que se encuentran.

"Ahora ya no se avergüenza la mentira, se muestra y además se intenta que se convierta en verdad por repetición"

Jordi Nomen

— Filósofo, profesor y escritor

Canal de comunicación

En la feria hablará sobre su libro Cómo hablar con un adolescente y que te escuche. ¿Cómo hay que hacerlo?

Lo primero es que hay que ponernos a hablar de los temas que les interesan, de deporte, de la música que les gusta, de sus estilos de vestir o de sus cotilleos, mostrar interés y darles voz. Tenemos que escuchar atentamente, sobre todo cuando vienen con un problema, que es cuando más tendemos a cortarlos e interrogarlos. En vez de eso debemos escuchar primero con atención y hacerles preguntas que refuercen ese canal abierto de comunicación para que no se pongan a la defensiva y se corte el canal. Escuchar con atención y reforzar el mensaje es algo que puede hacer que ese canal esté abierto. Y entonces, ser telegráficos también es nuestra respuesta, que los adultos tendemos a hacer discursos y ellos desconectan a los dos segundos.

Habla también de la importancia del papel de la paciencia en esta relación

Es muy importante, igual que el autocontrol del adulto, porque es justamente de lo que ellos carecen. Deben ver muestras y ejemplos de ello, y no a un adulto que les humille. Si hacen algo mal, hay que decírselo, pero sin rabia, sin humillación, sino con cariño y proximidad. Y, evidentemente, si hay que poner límites y castigar, se ponen límites y se castiga, pero sin humillarlos. El castigo debe ser la reparación de lo que ha hecho mal, no de lo que es. No debemos ponerles etiquetas que van a ser muy difícil de sacar. Y siempre decirles que lo pueden hacer mucho mejor, que esperamos mucho más de ellos y ver juntos qué se puede hacer.

Inmediatez y falsas verdades

¿Cómo se llevan las redes sociales y la filosofía?

Se llevan mal porque las redes sociales lo que suelen hacer es la respuesta inmediata. Lo que vemos en ellas es la opinión por la opinión, sin argumentación detrás, validando que como es mi opinión ya es válida, y eso no es así. Las opiniones no se validan según que sean mías o no, sino por la fuerza de los argumentos. Esto da pie a la mentira, algo que está absolutamente al orden del día. Ahora ya no se avergüenza la mentira, se muestra y además se intenta que se convierta en verdad por repetición. Frente a esto, la única defensa que tenemos es el pensamiento crítico, pero claro, eso requiere reflexión y la reflexión, autocontrol y paciencia, y no querer resolver las cosas inmediatamente, algo que hay que ir enseñándoles con el ejemplo.

¿Cuál cree que es o debe ser el papel de los adolescentes en la sociedad?

Es muy importante. Creo que los adolescentes deberían participar de los actos sociales. Evidentemente, no van a poder votar porque no son mayores de edad, pero deberían comprender que la política está en todo, que si mis derechos son pisoteados, tengo derecho a quequejarme, a asociarme a otras personas. Deberíamos enseñarles que son ciudadanos y ciudadanas de pleno derecho y que, por lo tanto, tienen que ejercer como tal con pensamiento crítico, sensatez y responsabilidad. Tenemos que explicarles cuáles son los problemas que hay, porque es la generación que debe colaborar a resolverlos. Si no, llegamos tarde; si no son estos adolescentes que tenemos ahora los que resuelvan los graves problemas del mundo, la generación adulta ha fracasado claramente.

¿Puede adelantar algunos de los consejos que dará estos días en sus intervenciones en Telde?

Daré algunos consejos, entre comillas, a los padres en función de mi experiencia; son pautas que a mí me han funcionado y que de alguna manera me gustaría compartir con las personas que estén interesadas. Una de ellas es que la adolescencia de los padres no sea presentada de forma mítica, que esto es lo que solemos hacer. Solemos decir que la nuestra fue estupenda y que lo hicimos todo bien, y eso hace que sientan que no van a llegar a ese nivel, además de no ser cierto; nadie lo hace todo bien. En cambio, es mucho más útil que esa adolescencia se presente con sus luces y sus sombras, reconociendo los problemas o las cosas en las que fallamos para que vean que no pasa nada, que hay que levantarse y continuar, y apender.