Entrevista | Loreto Socorro Santana Narradora oral

Loreto Socorro, narradora oral: "Espero ser, dentro de poco, una de esas personas que viven del cuento"

En este momento está trabajando en un proyecto contando cuentos a los niños ingresados en el Materno

Loreto Socorro Santana

Loreto Socorro Santana / LP / DLP

Siempre cardando lana para dar vida a pequeños ratoncitos detrás de la mesa de la editorial Malas Compañías, la narradora oral Loreto Socorro es una de las fieles participantes de la Feria del Libro de Telde. Ahora se encuentra inmersa en un proyecto emocionante contando cuentos a niños ingresados.

¿Qué es lo que le ha cautivado de la narración oral?

Darle voz a la gente que ya no tiene voz y rescatar historias de vida. Eso es lo que más me gusta, pero una vez que entras a este mundo te apasionas con otras cosas, como contar cuentos a escolares.

En primer plano, Loreto Socorro

En primer plano, Loreto Socorro / LP / DLP

Cuentos como terapia

Ahora está contando cuentos en el Materno, ¿qué tal está siendo la experiencia?

Fabulosa. Allí puedes ver el antes y después, cómo la familia cambia su cara y cómo los niños que lloran empiezan a reírse porque les gusta lo que les cuento. Es muy gratificante ver las reacciones de los pequeños. Me acompaña normalmente la jefa de Enfermería y ella lo nota más porque observa mientras yo estoy contando, pero yo también noto esas reacciones y cómo ellos se van metiendo en ese mundo del cuento, y durante ese rato se desconectan de la realidad que están viviendo.

¿Cree que contribuye a su mejoría y a que aborden el tratamiento de otra manera?

Sin duda. El proyecto se llama Cuentos que sanan. Yo no sé si sanan o no; eso está por investigar. Sé que se va a hacer una estudio para ver si el nivel de las hormonas varía y si baja el cortisol. Eso es algo físico, pero mentalmente sí que ayudan porque desconectan y eso es importante cuando alguien está en una situación de dolor y las mismas familias están sufriendo viendo a los niños ahí, o los jóvenes de Oncología.

Curso con Pep Bruno

¿Cómo se introdujo en el mundo de la narración oral? ¿Cuál fue el primer paso?

Tuve la suerte de quedarme sin trabajo, lo que me dio la oportunidad de preguntarme qué iba a hacer a partir de ahí. Siempre me gustó escribir y me apunté a un taller de narración oral impartido por Pep Bruno en la Biblioteca Insular pensando que era una actividad que me ayudaría a escribir. Reconozco que no tenía muy claro entonces qué era exactamente la narración oral. Cuando explicó qué era, me di cuenta de que era algo que yo llevaba toda la vida haciendo. Y de escuchar a mi abuelo contar historias y que siempre me gustó hablar, me resultó bastante fácil el inicio. Después he seguido formándome dentro y fuera de Canarias.

¿Se puede vivir del cuento?

Creo que sí, se puede vivir del cuento y hay profesionales que lo hacen. De momento, yo no porque hay que dedicarse a ello al 100% y desplazarse por las islas, y en ahora no puedo darle todo mi tiempo. No obstante, me gustaría pedir a las administraciones que se hagan más actividades y apoyen más la cultura. Espero ser, dentro de poco, una de esas personas que viven del cuento.

"Lo que realmente me gusta es rescatar las historias de la gente"

Loreto Socorro

— narradora oral

Fuentes de inspiración

¿De dónde salen las historias que cuenta?

He leído y leo muchos cuentos de narración oral y también bebo de la gente que me quiere regalar sus historias o sus recuerdos, y me dan permiso para transformarlos en historias. Eso es lo que realmente me gusta, rescatar las historias de la gente.

¿Hay algún cuento que tenga un significado especial para usted?

Dos. Por un lado, uno que me contaba mi abuelo. Él contaba muchas historias de brujas por los barrancos o de la guerra, pero siempre me contaba uno que era de tres hermanos, un canto a la unidad con un final muy reconfortante, y ese es uno de mis preferidos. El otro es una historia de vida que empecé a contar y que ha ido creciendo. Lo narro en sesiones con adolescentes y para adultos, y es sobre la vida de mi bisabuela, Mañita, que nació en La Sorrueda y luego se fue a vivir a Melenara.