Alrededor del 70 por ciento de las estrellas que hay en el universo son enanas rojas, tienen menos de la mitad de la masa del Sol y son las más frías que existen, pero difícilmente pueden acoger vida en sus sistemas planetarios.

La temperatura media superficial de las enanas rojas oscila entre los 2027ºC y 3527ºC, cuando en nuestro Sol la temperatura media en superficie es de 5.500ºC.

Las enanas rojas son también las estrellas más pequeñas que se encuentran en el universo: sus masas representan entre 0,08 y 0,6 veces la masa del Sol. Su luminosidad no llega al 10% de la de nuestro Sol, pero duran mucho más que las estrellas más masivas y brillantes.

Por debajo de las enanas rojas están los objetos conocidos como enanas marrones, y son todavía más pequeñas y frías que las enanas rojas. Se consideran estrellas fallidas porque sus hornos nucleares nunca llegaron a arder.

Las estrellas son un componente fundamental del cosmos: producen calor, luz, rayos ultravioleta, rayos X y otras formas de radiación. Están por todas partes y son la clave para el futuro del universo.

Aunque no sabemos cuántas existen realmente, Carl Sagan calculaba que habría más estrellas en el universo que granos de arena en todas las playas de nuestro planeta. Según la BBC, Sagan tenía razón.

Calculamos que en nuestro universo (desconocemos si hay más universos) habría 100.000 millones de galaxias y que en cada una de ellas hay unos 100.000 millones de estrellas.

De todas ellas, las enanas rojas son las más numerosas de nuestra galaxia. Hay unas treinta cercanas a nuestro Sol, especialmente Próxima Centauri, una enana roja situada a 4,22 años luz de la Tierra.

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¿Fuente de vida?

¿Fuente de vida? Otra enana roja que ha llamado la atención de los astrónomos es la estrella de Barnard, que está a 6 años luz de nosotros.

Tiene unos 10.000 millones de años (el doble de la edad del Sol) y puede darnos una pista sobre la habitabilidad de los planetas rocosos que orbitan a estas estrellas frías, según una investigación publicada en The Astronomical Journal.

Aunque no lo parezca, porque la mayoría de los exoplanetas conocidos orbitan alrededor de estrellas similares al Sol (amarillas), las enanas rojas también pueden tener sistemas planetarios menos masivos: se ha descubierto una supertierra orbitando una enana roja a 300 años luz de nosotros e incluso otra supertierra orbitando a la estrella de Barnard.

Los astrónomos utilizaron la estrella de Barnard como un estudio de caso para averiguar cómo las llamaradas de una vieja enana roja podrían afectar a los planetas que la orbitan.

Han concluido que es difícil que estos mundos alberguen vida, lo que, si el resultado puede extrapolarse, significaría que los planetas que orbitan a las estrellas más comunes y frías del universo no son propicios para la vida.

La razón es bastante simple: las enanas rojas son mucho más activas que el Sol, especialmente al principio de sus vidas, por lo que sus eyecciones de masa coronal serían dañinas para cualquier atmósfera en su sistema planetario. Las llamaradas estelares descartan también esta posibilidad.

Vecindario solar prometedor

Vecindario solar prometedor Los astrónomos han aportado otro dato significativo sobre nuestro paisaje estelar: a 33 años luz de nuestro Sol se encuentran un total de 540 cuerpos celestes, sin contar el Sol y los ocho planetas del sistema solar: 375 estrellas (de las que 249 son enanas rojas), 88 enanas marrones y 77 exoplanetas.

No es un catálogo definitivo, pero ayudará a profundizar en las posibilidades de vida en nuestro vecindario solar: aunque la cantidad de estrellas reseñadas es bastante precisa, podría haber docenas más de enanas marrones.

Al igual que Júpiter, las enanas marrones están formadas por gas, en gran parte en forma de metano, sulfuro de hidrógeno y amoníaco. Estos gases son complicados para la vida en las concentraciones que se encuentran alrededor de las enanas marrones.

Sin embargo, para los científicos, las enanas marrones representan los laboratorios perfectos para estudiar atmósferas similares a planetas y descubrir posibilidades de vida bacteriana, bien en el presente o en el pasado, en otros mundos de nuestro sistema solar.

Referencia

The High-energy Radiation Environment around a 10 Gyr M Dwarf: Habitable at Last? Kevin France et al. The Astronomical Journal, Volume 160, Number 5. DOI:https://doi.org/10.3847/1538-3881/abb465

Imagen superior: Ilustración de los tamaños relativos de las enanas rojas, las hipotéticas enanas azules y la estrella de 300 masas solares recién descubierta, llamada R136a1: con un radio de 21 millones de kilómetros, está a 163.000 años luz de la Tierra. Crédito: ESO/M. Kornmesser