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El análisis del final de una era

Los últimos momentos de una destitución calculada

El presidente Ramírez comunica su decisión a Jiménez en el vestuario del técnico tras la rueda de prensa del sevillano

Manolo Jiménez, cabizbajo durante un momento del partido. J. PÉREZ CURBELO

Son algo menos de las diez de la noche cuando Areces Franco pita el final del choque. La UD Las Palmas acaba de empatar a dos en casa frente al Granada tras haber desperdiciado dos ventajas en el marcador. Es el cuarto partido sin ganar y el balance es de una victoria en ocho partidos. Se dan, por tanto, todas las condiciones para que el presidente Miguel Ángel Ramírez ejecute la decisión que ya tenía tomada: de no sumar los tres puntos ante el líder, Manolo Jiménez sería destituido.

Así fue. Algo más de una hora después del término del encuentro, alrededor de las once, el máximo mandatario amarillo comparecía en la zona mixta del Estadio de Gran Canaria para anunciar dos cosas: que el sevillano no seguía al frente de la UD y que Paco Herrera, el hombre que devolvió al cuadro insular a Primera División en la temporada 2014-15, sería sus sustituto.

Entretanto, los minutos que precedieron al anuncio final de Ramírez fueron de una tensa calma. Nada más acabar el encuentro, todo parecía normal. El público abandonaba las gradas con el desánimo de los últimos tiempos, los representantes de los medios de comunicación se dirigían a la sala de prensa para presenciar la rueda de prensa de ambos entrenadores y los futbolistas se retiraban cabizbajos, impotentes ante la realidad de otro partido más sin ganar.

Pero en el palco sí se produjeron movimientos. En los pasillos de la zona noble alguno ya se había enterado de que la UD Las Palmas iba a cambiar de capitán general y el rumor se extendió por todos lados. Todavía no había comparecido Jiménez. Con sus rictus serio habitual, casi sin mirar a nadie, entró en la sala y se puse de frente para responder a todas las cuestiones. Sus palabras no eran de un técnico que se sabía destituido, sino todo lo contrario, miraba al futuro y se mostraba confiado en poder revertir la situación.

En ese momento no sabía la noticia, aunque sus reivindicaciones, tanto ayer como el viernes en la previa, inducen a pensar que quizá lo intuía. En cualquier caso, el presidente le esperaba en la zona de vestuarios, una planta más abajo de donde se encuentra la sala de prensa, para comunicarle su cese.

Los jugadores, mientras, sospechan que es iba a ser el desenlace. Raúl Fernández es el único que comparece en la zona mixta y defiende al que hasta entonces era su jefe. No da ninguna pista sobre la posible destitución. Pero a medida que el resto de miembros de la plantilla iba desfilando para abandonar el Estadio la noticia se confirmaba cada vez más.

Ruiz de Galarreta, dolorido por su pinchazo muscular en la pierna izquierda que le obligó a retirarse, asegura no saber nada. Rubén Castro arrastra una maleta y sube a la planta de arriba -a la altura del césped-, donde le esperan sus familiares. Timor, De la Bella y Cala salen juntos, serios. Estos dos últimos levantan la cabeza para saluda a la prensa. Sus caras hablan por sí solas.

Con el mismo semblante aparecen luego los hermanos Castellano. Hasta que sale Fidel, al que se le pregunta mientras se dirige al ascensor y, sin responder, lo dice todo. Sucede minutos antes de que Ramírez comunicara su anuncio: Manolo Jiménez, que permanecía en su vestuario, había sido cesado.

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