Cuando el partido se iba directo al final, como en el resto de la semana, el foco salió del campo. El hartazgo se hizo con el control del Estadio de Gran Canaria. Algunos increpaban al presidente Miguel Ángel Ramírez y la seguridad controlaba el coto del palco, donde Rocco Maiorino, el próximo director deportivo de la UD Las Palmas miraba atónito. La grada empezó a entonar el 'Ramírez vete ya'. La pena se adueñó del recinto de Siete Palmas y del corazón del escudo de la UD Las Palmas. Perdía el equipo amarillo ante el Elche y el ultimísimo tren por el ascenso se marchaba. Los 10 puntos que le distancian del sexto clasificado, con este andar sin rumbo que lleva la UD, parecen algo más que un desierto por salvar -12 reales si se cuentan los tres puntos del Reus que le adeudan al Mallorca -.

En el campo, la UD había caído por el desorden que le había dado alas. Justo aquello que le había dado un vuelco al partido, dominado por el Elche en la primera mitad y sujeto por Las Palmas en el segundo acto, condenó al equipo insular. Lo que encontró con la movilidad de Momo, que rompió el partido desde su entrada al césped, le mandó a la horca. Un desbarajuste defensivo en el tramo donde los hombres de Pepe Mel apuraban el cronómetro para llevarse los tres puntos acabó con las opciones de ascenso de Las Palmas.

El punto final lo puso Carlos Castro. El ex del Sporting recogió un mal despeje de Juan Cala en el área. Tumbó a Raúl y Aythami con un par de recortes -pisada incluida- y vio el hueco preciso para colar el balón salvando las medias de azul que aparecían en la línea de gol. El 0-1 sentenció a una UD a la que no le da para más este curso. Un golpe que compungió al Gran Canaria, que vive aún en el lodo que empezó hace ya un par de temporadas, desde que Quique Setién abandonó el banquillo de la UD Las Palmas y, como si echara una maldición sobre este césped, mandó al equipo a un túnel oscuro que no parece tener una salida clara.

Porque ni siquiera le ha servido a la UD Las Palmas tener uno de los mayores presupuestos de la categoría para estar en la pelea por el ascenso en el tramo decisivo de la temporada. Roto, con su tercer entrenador en lo que va de campaña, la UD sigue errante. Se topó una y otra vez con Edgar Badía en la segunda mitad después de lanzar la primera por la borda. Espoleado por el fútbol de Momo, la UD encontró una vía de escape. Movió el de Las Torres a la UD, incapaz de marcar un gol, justo el don que encontró Carlos Castro en la única ocasión de la que gozó.

La segunda mitad de Las Palmas tornó con ese cambio. No era muy difícil mejorar lo que había ofrecido el cuadro de Pepe Mel en una de las primeras partes más pobres que ha firmado en toda la temporada -que ya es decir-. Y es que los 45 primeros minutos llevaron el sello franjiverde del Elche, al que tampoco le hizo falta demasiado para tener a la UD perdida sobre el césped.

El partido era duro. En ese espacio para el bostezo en el que se estaba convirtiendo el partido entre UD Las Palmas y Elche, el equipo ilicitano empezó a crecer. Los de Mel perdieron -o entregaron- el control del balón a los de Pacheta. Y ahí el Elche se creció. Dominaba y tiraba de las bandas para atemorizar a la UD. Josan se lo pasaba bien picando una y otra vez el escudo de Álvaro Lemos. Pero fue Javi Flores, con una acción individual, el que cruzó el área restringida del rectánculo pequeño de la portería de la UD. Golpeó el mediapunta, que se topó con Raúl Fernández en el palo corto. O la UD espabilaba o se iba a ver en apuros.

Sin ideas en la creación

A la UD le costaba un mundo mover el balón, pero más aún sortear las líneas que había planteado Pacheta. Con Ruiz de Galarreta sin la lucidez de otros días y con Peñalba instalado en el pase fácil, el horizontal, la UD andaba falta de ritmo. Tampoco daba muchas más opciones el dibujo que había planteado Pepe Mel, con Rafa Mir caído en banda, Srnic desaparecido en combate, Maikel Mesa corriendo mucho, pero jugando poco y Rubén Castro perdido entre los centrales -solo asomaba cuando saltaba entre ellos para pelear algún balonazo en largo-.

Con ese panorama, la UD encontró algo el balón, en una posesión más estéril que efectiva. Porque el pavor que provocaba Josan cada vez que conducía el balón por banda era importante. Él encarnaba el peligro del Elche. En cada ocasión que encaraba a Álvaro Lemos, caía el baile. Las limitaciones del cuadro ilicitano eran su mejor virtud. Explotaban las bandas y la velocidad, sin florituras ni excesos, con presión e intensidad para incomodar la salida amarilla.

Las Palmas no había probado aún a Edgar Badia. Y tardó algo más en hacerlo. Tuvo que cruzar el minuto 42 de partido cuando Rafa Mir encontró un balón rebotado de un centro de Álvaro Lemos. El despeje de Juan Cruz cayó en sus pies. El control no fue le mejor y el balón se esquinó. Sacó la pierna Mir y respondió Badía. Era el primer tiro a portería en todo el encuentro.

Si la UD quería hacer algo debía empezar por mover sus piezas. Pepe Mel se había dado cuenta de ello. La obviedad la resolvió con valentía. Cuando Las Palmas salió por el túnel de vestuarios del Estadio de Gran Canaria, Gaby Peñalba ya no estaba. En su lugar, salió Momo. Sí, Momo. Y ocupó la posición del pivote argentino. Sí, Momo de pivote.

El invento de Mel funcionó. En cuanto el de Las Torres carburó, lo hizo Las Palmas. El '11' empezó a mover al equipo. A sus 36 años, una última vuelta de tuerca con Mel. La UD volvió a enseñar el diente con la cabeza de Juan Cala. Una falta en el costado izquierdo acabó en el lado derecho. Ahí Lemos recibió un buen servicio de Ruiz de Galarreta y el centro se topó con la cabeza del central sevillano, que algo desestabilizado mandó el balón por encima del larguero.

Tampoco acertó Rafa Mir después de un robo de Maikel Mesa que conectó una buena triangulación con Rubén Castro. El murciano se topó con Badia, otra vez. El '7', en el jardín de Momo en el que se había convertido el partido, pilló un buen servicio de Ruiz de Galarreta. Un recorte certero desestabilizó al Elche. Se cantaba el gol y Badia volvió a sacar sus palmas.

El derroche de Las Palmas se vino abajo. Perdió ese momento de fe. El Elche ganó algún espacio a la carrera, como más cómodo se había sentido hasta el momento. Carlos Castro, a siete minutos para el final, mató al partido y mató a la UD. La decepción inundó Siete Palmas, con una grada cada día más lascada. Y la UD 2018-2019 se acabó. La enésima reconstrucción empieza.