La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La contracrónica

Una prueba fallida

Mel cambia el sistema y utiliza un rombo con Peñalba y Robaina en los vértices, pero Las Palmas mejora cuando entran Cedrés y Blum para volver a jugar con extremos

Toni Robaina realiza un quiebro a Ernesto Galán, exfutbolista de la UD Las Palmas, durante la primera parte del partido de ayer en el Gran Canaria. j. pérez curbelo

Pepe Mel cambió de dibujo y de cromos y sonó a probatura de cara al futuro, porque los que había utilizado en las tres últimas jornadas habían ayudado al equipo para sumar dos victorias y, sobre todo, parecer un equipo más temible. Luego, tras ganar al Rayo Majadahonda (3-2), aclaró que había tomado esa decisión porque así era como mejor podía desactivar al cuadro madrileño. En cualquier caso, el devenir del encuentro dejó una conclusión: la UD Las Palmas jugó mejor con los extremos que con el rombo.

La explicación del técnico tuvo sentido. El hecho de proteger a Timor, siempre con la mirada puesta en el próximo curso.

Ayer, el turno fue para Toni Robaina, el primero de los cuatro jugadores del filial que debutaron con Mel, y Gaby Peñalba, que llevaba dos partidos sin jugar y siete sin ser titular. El grancanario estuvo correcto. El técnico diseñó el equipo para que se sintiera lo más cómodo posible, para colocarle en la posición que más le gusta y donde más rendimiento ofrece, la de mediapunta, y no estuvo mal: se movió por todo el frente de ataque, combinó, fue vertical y se atrevió a disparar, y también le cosieron a faltas.

Una renovación en el aire

El argentino, por contra, perdió muchas de las pocas opciones que tenía de renovar un contrato que se le acaba el próximo 30 de junio. Su buena colocación, su cualidad principal, la tira por la borda con su lentitud a la hora de sacar el balón jugado desde atrás, su imprecisión en los pases y su pérdida de papeles, la misma que frente al Zaragoza le costó la expulsión por un doble protesta en un minuto, o que ante el Elche significó su sustitución en el descanso, por el mismo motivo.

Ayer, lo que hizo fue provocar un penalti de libro que pudo significar su expulsión, porque la merecía. Sólo la incapacidad de Vicandi Garrido, que le perdonó la segunda amarilla, le salvó.

La UD, en presencia de ambos, dominó el partido, pero no dio la misma sensación de peligro que ante el Lugo, el Tenerife y el Córdoba. El panorama cambió cuando entre el 67 y el 72 Mel dio entrada a Cedrés por Segura, primero, y a Blum por Peñalba, después, lo que significaba el regreso a la fórmula con la que Las Palmas ha jugado mejor.

Y la apuesta salió bien. La sola presencia de extremos desarboló al Rayo. Después de varias percusiones, llegó la que originó el gol del empate. El canterano se fue de su par por la derecha y puso el balón en el área. Sergio Araujo lo domó con maestría, con el pecho, y luego lo introdujo en la portería, para alivio suyo, pues todavía no había marcado un sólo tanto en 2019.

Era la confirmación de que la segunda prueba salió mejor que la primera. Más allá de resultadismos, del rival o de las circunstancias de un partido concreto, la sensación que dio el equipo fue de más poderío con los extremos. Ayer, frente sal Rayo, fue sólo la primera de cuatro pruebas.

Compartir el artículo

stats