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UD-Tenerife / La visión del árbitro

El derbi desde el negro

José María García-Aranda, exárbitro internacional afincado en Gran Canaria, dirigió dos partidos entre la UD y el Tenerife -"Los partidos así motivan", confiesa

José María García-Aranda, sentado en su local 8 Canes, situado en la plaza de Santa Ana en la capital grancanaria. laprovincia.es

"Sin duda, un árbitro se motiva en partidos así. Arbitrar un Las Palmas-Tenerife, un Tenerife-Las Palmas, o cualquier otro derbi de los varios que se celebran a nivel nacional o internacional, motivan mucho. Al árbitro también le gusta que haya ambiente, que haya un lleno en las gradas, que estén vivas, que haya ambiente, que en los banquillos se sienta que es un partido especial... Los jugadores también lo están, cómo no, y eso es una motivación increíble".

Quien está detrás de esta frase sabe lo que dice. Lo cuenta desde una esquina en la plaza más emblemática de Las Palmas de Gran Canaria: la de Santa Ana, con la Catedral como testigo. Ahí, el exárbitro internacional José María García-Aranda, ha emprendido una nueva vida como gerente, junto a su mujer, de una coctelería que rinde tributo a los custodios de Santa Ana: Ocho canes.

García-Aranda se mantuvo en Primera División desde 1989 a 2001, cuando puso fin a su carrera deportiva. En esa dilatada trayectoria le dio tiempo a arbitrar algunos de los derbis más notables del panorama español: desde el catalán, entre FC Barcelona y RCD Espanyol, al sevillano, con Betis y Sevilla cara a cara. Y también, hasta en dos ocasiones, el derbi canario entre la UD Las Palmas y el CD Tenerife, los dos de Copa del Rey y los dos en el Estadio Insular.

"Son partidos especiales que a cualquier árbitro les gusta hacer sea en la categoría que sea. En cualquier nivel. Además, son especiales porque son únicos: no importa la clasificación, las tendencias. Siempre son partidos extraordinarios", apunta el excolegiado madrileño, afincado en el sur de la Isla desde hace dos años cuando dejó Suiza, donde trabajaba para la FIFA.

La rutina, casi idéntica

Desde su experiencia, García-Aranda cuenta que este tipo de partido se trabajan igual con el silbato en la boca. "La rutina semanal es más o menos similar: conocer las circunstancias, saber cómo estará el terreno de juego, climatología, si ha habido algún incidente previo a tener en cuenta en partidos anteriores... Eso no cambia. Lo preparas con más ilusión porque sabes el ambiente que vas a vivir. Eso lo tienes en cuenta y le das un especial cariño, un especial cuidado", argumenta.

En los dos derbis que dirigó García-Aranda, la UD tiene un común denominador: no perder. El primero fue en la ida de la tercera ronda de la Copa del Rey del curso 1994-95, donde los amarillos, en Segunda B, empataron sin goles ante un Tenerife de Primera División; el segundo, con los grancanarios en la categoría de plata en 1997-98, concluyó con un 3-2 -uno del 'Turu' y dos de Merino-. Era la ida de la segunda ronda.

"Sí que los recuerdo, pero no con todos los detalles ni mucho menos porque ya hace muchísimos años de aquello. Son partidos que no se olvidan para un árbitro. Ahora echándole un vistazo a los artículos [las crónicas de aquellos días de LA PROVINCIA] recuerdas nombres, circunstancias y demás. Y cuando lees que hubo un gran ambiente se vuelve más vivo y recuerdas qué bonito fue poder estar ahí", puntualiza García-Aranda.

Unas crónicas que, entre otras cosas, recuerdan las quejas de Mariano García Remón, entrenador amarillo en el 97, ante las presiones García-Aranda recibió del banquillo del CD Tenerife, comandado por Víctor Fernández. "Si el árbitro hubiera hecho caso a todas las indicaciones hechas del banquillo del Tenerife, entonces hubiéramos vivido otro partido. No saben ustedes las presiones que ha debido de soportar el colegiado, no sólo en el campo, sino también en el vestuario al descanso por parte del entrenador del Tenerife", comentaba entonces el técnico amarillo.

"Ahora que han pasado tantos años, ¿qué es lo que me queda de entonces? ¿Alguien que me vino a protestar porque no venía a cuento o lo demás? Pues lo que recuerdas es lo bonito, ya que no viví algo extremadamente grave, que entonces sí que se puede quedar. Si ale un partido bueno, lo que uno más o menos espera, pues te quedas con los nombres famosos, con el ambiente, con los recuerdos agradables", recalca García-Aranda, que sigue ligado al mundo del arbitraje como mentor de varios colegiados de LaLiga SmartBank a través de la Federación Madrileña de Fútbol.

Y en esas, en un partido de emociones, de sentimientos, de rivalidad enquistada, siempre el fallo del árbitro está bajo la lupa. Es la ingratitud del pito. "Es un sufrimiento. El error siempre es un sufrimiento y no gusta. Hay veces que te das cuenta hasta en el partido, otras ya cuando está acabado. Tiene siempre su sabor amargo, pero de ahí el árbitro tiene que aprender, aunque sea el partido que sea nunca agrada", confiesa.

Aunque ahora, desde esta temporada en Segunda División, el árbitro siempre tendrá a mano el "colchón" del VAR (Árbitro asistente de video), una herramienta "en construcción, adaptación y mejora". "Ha cambiado en parte la forma de arbitrar los partidos. Es un colchón, pero también cambia los procesos mentales de un árbitro. Es algo que te puede corregir o ratificarte. Es un cambio grandísimo para el fútbol, no solo para el árbitro", argumenta. "Hay que ver al VAR con buenos ojos porque su objetivo es muy bueno: que no haya grandes errores en el fútbol. Eso sí, lo que no se puede exigir como está sucediendo es la perfección desde el inicio, que es lo que está pasando", continúa. Todo desde su atalaya de sapiencia arbitral tras una vida entre tarjetas y silbatos que le ha llevado de Rusia a Suiza, de Brasil a Perú, de Rusia a Las Rozas.

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